martes, 29 de diciembre de 2015

Borja Bartolo da un portazo a Ciudadanos y vuelve al PP

El paso de Borja Bartolo Santesmases Huidobro por Ciudadanos ha sido breve. Solo siete meses después de anunciar su marcha del PP para ingresar en el partido de Albert Rivera, el joven de 39 años ha anunciado su regreso a la formación política de Mariano Rajoy. Ya el día de Navidad, poco antes de asistir a misa de 10 acompañado de su novia de casi 16 años Carolina, Santesmases incendiaba las redes sociales con unas polémicas declaraciones: "Odín, Thor y Ra-Asmaninov no existen, ¡juas, juas, juas!". Carlos Floriano, uno de sus grandes valedores durante su etapa en el PP, volvió a salir sorprendentemente en su defensa: "Tiene más razón que un santo, al que le pique es porque ajos come". Y apenas cuatro días después, el joven Borja Bartolo ha convocado a la prensa para anunciar, acompañado del propio Floriano en una batida de caza en Ciudad Real, "mi retorno a la gran casa de la que nunca realmente salí, junto a Carlos, don Mariano y toda esta gente de bien".

Santesmases asegura que el principal motivo para dejar Ciudadanos tiene que ver con su líder, Albert Rivera. "No he logrado convencerle de que si es español tiene que llamarse Alberto, eso es algo que no se negocia y él no lo ha acabado de entender. Él sabrá el porqué de ese empeño suyo estúpido e inconstitucional". Pero ha ido más lejos del desacuerdo con Rivera: Inés Arrimadas también ha influido en su abandono del partido. "Ella se cerraba en banda a ir conmigo a ver alguna peli con unas palomitas y luego dar un paseo, tomar algún refresco -acaso una cervecita fresquita- y todo eso. Me parece muy insolidaria y me ha defraudado profundamente". Asimismo, Santesmases ha denunciado con rotundidad que ni Rivera ni Arrimadas van a misa. "Lo sé de muy buena tinta", añadió, "y, claro, eso explica algunas cosas". El joven político dijo haber informado al respecto al obispo de Córdoba, al de Castellón e incluso a Antonio María Rouco Varela, "para que actúen conforme sea menester". Borja Bartolo, experto en política internacional, terminó sus declaraciones a la prensa con una felicitación navideña a todos los españoles y el deseo de que "tras 500 años de ocupación, la península chilena de las Malvinas sea por fin devuelta por los alemanes al señor Álvaro Uribe".

martes, 22 de diciembre de 2015

¿Podemos con estos mimbres?

Los españoles se acercaron anteayer a sus colegios para votar en las elecciones generales. Bueno, mejor dicho, solo lo hizo un 73,2% del censo: más de un cuarto de la población con derecho a voto ni se dignó a ejercer su derecho (yo creo que si algún día se decidiera en referéndum el restablecimiento de la esclavitud, no menos del 20% de nuestro electorado seguiría sin molestarse en ir a votar, más preocupado acaso por lo último de Gran Hermano, Sálvame o Mujeres, Hombres y Viceversa). El dato de la abstención fue aún más vergonzante en lugares como Canarias: ¡casi un tercio! No es casual que en mi tierra natal haya una especial querencia por lo más infecto de la telebasura estatal, sin perjuicio de la autonómica propia.

Antes de conocer el sondeo a pie de urna, y recordando la PPestafa electoral de 2011, se me pasaron por la cabeza dos cosas: primero volví a preguntarme -de vez en cuando lo hago- qué sería en el mundo de los poderosos sin el concurso de los tontos; luego, en un ejercicio de realismo para no llevarme un chasco (las encuestas de Andorra me habían animado), fui nuevamente consciente del riesgo de sobrestimar a los españoles.

Estos pensamientos se afianzaron al día siguiente de las elecciones tras charlar con una compañera que había sido apoderada de Podemos en un colegio electoral de un barrio humilde de la periferia de Madrid. Lo que me contó es buen ejemplo de que la realidad supera muchas veces a la ficción. ¡Y menuda realidad! Estar todo el día en un colegio electoral puede proporcionar información más relevante que todo un trimestre en un máster doble de Sociología y Psicología.

Para empezar, el tipo dominicano de edad media, acompañado de su numerosa prole y vestido como si fuera al templo evangélico, que le dice solemnemente a mi compañera, pese a lucir ella un cartelón de Podemos: "¿La papeleta del señor don Mariano Rajoy, por favor?" (éste es el típico que votaría en EE.UU. a Donald Trump solo por su conservadurismo religioso, aunque en su programa figurase expresamente la expulsión de los inmigrantes latinos). A continuación, el chico de origen ecuatoriano que con amaneramiento extremo pregunta dónde está la papeleta del "guapito". ¿El guapito? "Sí, es que no he encontrado la papeleta con su foto" (hablaba de Albert Rivera, claro).

Pero no seamos injustos con la inmigración: el paisanaje nativo no es un dechado de virtudes. Al parecer, no era infrecuente el votante español de pura cepa de en torno a los 30 años que iba por primera vez a las urnas (ya había tenido, por edad, ocasiones de haberlo hecho varias veces) y no tenía ni puta idea de qué hacer. Algunos de los electores que no venían con el voto de casa cogían la papeleta sepia del Senado y la metían sin más en el sobre... ¡sin marcar las equis correspondientes! Mi compañera sospecha que incluso más de uno cogió la papeleta del Senado y la papeleta de Falange (solo por el hecho de estar justo al lado del montón de las sepias) para meterlas en sus respectivos sobres y volverse a casa muy ufano. Esto ya me parece un tanto exagerado, aunque no hay que perder de vista el analfabetismo funcional que sigue exhibiendo nuestro país. Es algo que sorprende a mucha gente que apenas ha salido de su burbuja de clase media relativamente acomodada. Pero el país real es el representado en la mili de antaño o en ese colegio electoral de anteayer, no en el estrecho círculo de amigos de la Universidad, del trabajo o de la vecindad de barrio bien.

Por si fuera poco, el apoderado del PP era un tipo que no tenía donde caerse muerto, semidependiente de la caridad pública, lo que haría las delicias del tuitero ObreroLiberal (parodia de un obrero de derechas profundamente católico y español que recoge basura de un contenedor, duerme en un cajero automático y come en Cáritas). En suma, un retrato esperpéntico que es fiel reflejo de las carencias de nuestra educación y nos hace dudar de si realmente podemos. Ojalá podamos, porque en esta maltratada España hay mucha gente que se lo merece, pero por desgracia no hay más cera que la que arde. Y hay que ser consciente de ello.

viernes, 11 de diciembre de 2015

No existe la casualidad, ni siquiera la causalidad

Imagen de la película Match Point. El anillo acabará rebotando en la barandilla y cayendo al suelo.

La casualidad no existe. Es una ilusión fruto de nuestra ignorancia, del desconocimiento de la mareante concatenación de causas que hay detrás de cualquier suceso aparentemente fortuito. Todo parece estar determinado, no solo en nuestro ámbito macroscópico sino también a escala cuántica: la ecuación de Schrödinger que describe la función de onda no deja hueco alguno al azar. Lo que sí sabemos a ciencia cierta es que, determinista o no (con libre albedrío o sin él), el mundo es intrínsicamente impredecible y solo podemos anticipar su evolución mediante el manejo de probabilidades. Nunca podremos saber con certeza el resultado de tirar una moneda al aire: salvo que la moneda esté trucada, siempre habremos de conformarnos con la probabilidad del 50% para la cara y el 50% para la cruz. Podemos afirmar con fundamento que si tiramos diez mil monedas, en torno a cinco mil arrojarán cara y otras tantas arrojarán cruz, pero jamás seremos capaces de atinar con certeza absoluta un resultado concreto.

Pero es que quizá la causalidad tampoco exista: el que las cosas se nos presenten como causas y efectos unas de otras sería otro espejismo, esta vez debido al aparente fluir del tiempo. Imaginemos el Universo como un cuadro que pasa por una troqueladora para ser convertido en puzle, con multitud de piezas que encajan perfectamente en una única disposición. Luego tiramos las piezas sobre una mesa o sobre el suelo de cualquier manera. Todas las piezas tienen sus propias marcas, determinadas conjunta y simultáneamente por la troqueladora. Que unas piezas se junten luego con otras por acción de las leyes físicas no es fruto de ningún fenómeno causa-efecto, puesto que ya vienen de fábrica configuradas para ensamblarse de ese modo (¡y solo de ese modo!).

El físico israelí residente en Oxford David Deutsch nos habla de esto y de otras cosas igual de profundas en su ambicioso libro de 1997 La estructura de la realidad (más reciente, de 2011, es su El principio del infinito). Deutsch es uno de los numerosos científicos de alto nivel que se adhieren al concepto de Multiverso por su potencia explicativa para dar respuesta a enigmas como la interpretación de la mecánica cuántica (lo que subyace a la teoría): no habría nada misterioso en que el resultado de una tirada sea cara y no cruz (o viceversa), ya que en la mitad de universos que se alumbran tras el lanzamiento de la moneda sale lo primero y en la otra mitad sale lo segundo. Tan sencillo como eso, nada casual... ¡ni causal!

martes, 1 de diciembre de 2015

Indignación en Irlanda tras reivindicar el PP el triunfo español en el Seis Naciones de Rugby

Toda la isla de Irlanda está que trina, desde la Calzada del Gigante hasta el cabo Mizen. Católicos y protestantes, republicanos y unionistas probritánicos, han aparcado sus diferencias para hacer piña frente a las declaraciones ayer del político español del PP Pablo Casado, quien afirmó que "España es la verdadera vencedora de la última edición del Torneo Seis Naciones de Rugby".

El revuelo armado (miles de personas han salido a protestar a las calles de Dublín, Belfast, Cork, etc.) ha obligado a alterar la agenda de Mariano Rajoy, que ha tenido que apagar su habano y suspender el visionado en Internet de un documental de Conexión Vintage sobre las primeras nueve Copas de Europa del Real Madrid. El presidente del Gobierno ha expresado todo su apoyo a su joven diputado: "Miushté, Pablo es un excelente jurista. Si él lo dice, será porque le asisten suficientes argumentos. Lo cierto es que los irlandeses se arriesgan a perder la nacionalidad europea con ese ridículo empeño suyo inconstitucional".

En declaraciones posteriores, esta misma mañana, Casado fundamentó jurídicamente el triunfo de nuestra selección de rugby en un informe ad hoc elaborado por el constitucionalista Jaime de Sota Bamberg, el mismo que redactó hace meses un polémico dictamen - a instancias de la Fiscalía, el Canal 13 TV y el diario La Razón- alertando del riesgo de una victoria electoral de Podemos. En el susodicho informe, De Sota sostiene literalmente que "la no integración en una competición deportiva {en el Torneo Seis Naciones solo participan Inglaterra, Escocia, Gales, Irlanda, Francia e Italia} no confiere strictu sensu legitimación alguna para excluir al no partícipe de cualesquiera beneficios que pudieran derivarse de la concurrencia competitiva".

El también político popular Carlos Floriano ha echado un capote a su joven compañero desde una capea en la comarca toledana de La Jara: "Las declaraciones de Pablo pueden gustar o no, pero son impecables. Nosotros no nos andamos con correcciones políticas estúpidas". Sin embargo, Floriano se ha mostrado partidario de "cierta flexibilidad para ventilar este asunto" al ofrecer a la selección irlandesa la posibilidad de disputar un partido con la española en el polideportivo público de La Roda (Albacete) con el arbitraje neutral del presidente del Tribunal Constitucional Francisco Pérez de los Cobos.

Las palabras de Casado han supuesto la reaparición en público del exmiembro de NNGG Borja Bartolo Santesmases Huidobro, experto en política internacional que ahora milita en Ciudadanos. "Se equivoca mi excompañero Pablo, no podemos hacerle este feo al Reino de Irlanda", ha dicho a la salida del instituto de su novia Carolina. "Sería un insulto imperdonable tanto al Gobierno de Cardiff como a la memoria de Kant y su Estética de la Razón Práctica".

lunes, 23 de noviembre de 2015

Otanismo de izquierdas, ¿por qué no?

El 12 de marzo de 1986, con 18 años casi recién cumplidos, debuté en las urnas como votante. La cita era muy especial: el referéndum sobre la permanencia en la OTAN convocado por el Gobierno del PSOE de Felipe González (el mismo partido que en 1981 daba sonora respuesta en la calle al ingreso en la organización militar acordado por el presidente Calvo Sotelo, y en cuyo programa de 1982 proponía explícitamente su abandono). Finalmente voté no a la permanencia en la Alianza Atlántica, pero reconozco que estuve a punto de ser convencido por la intensa campaña oficial desplegada por los socialistas reconvertidos en otanistas tras su llegada al poder (por cierto, la Alianza Popular de Manuel Fraga optó irresponsablemente por la abstención en un lamentable y fallido intento de hacer descarrilar al Gobierno).

Han pasado casi 30 años y creo que me equivoqué. De hecho, ahora mismo votaría "Sí" con pocas dudas. Han entendido ustedes bien: un claro sí a la OTAN, dicho por una persona que se considera progresista y de izquierda (de una izquierda democrática y con los pies en el suelo, no de izquierdas ilusas y/o liberticidas). Más si cabe en momentos de convulsión como los que vivimos en Europa, África y Oriente Medio. En los párrafos que siguen procuraré argumentar mi postura de la mejor manera que pueda. Juro que no soy un agente del imperialismo yanqui ni un fascista disfrazado de socialdemócrata ni un tipo al servicio del sionismo internacional (conforme al pensamiento izquierdista más burdo y simplón, solo queda la posibilidad de que sea un tonto del culo: serán ustedes los que juzguen si es así).

Nadie en su sano juicio -salvo anarquistas y pacifistas dogmáticos fuera de la realidad- pone en duda la necesaria existencia de la policía para asegurar una convivencia civilizada en un colectivo humano numeroso. No podemos confiar exclusivamente la paz social a la buena voluntad de los ciudadanos, ya que siempre habrá gente que incumpla las normas y pretenda hacer daño al prójimo: aquí, en Honduras o en Suecia. Es la naturaleza humana, nos guste o no. La policía es necesaria para ejercer el monopolio estatal interno de la violencia, pero para garantizar una convivencia civilizada debe estar al servicio de la legalidad democrática y no ser una partida de facinerosos a sueldo de un cacique o una rama uniformada del crimen organizado. Por eso no es lo mismo el cuerpo policial de un país centroamericano que el de uno escandinavo.

Lo dicho de la policía es igualmente aplicable al ejército. El mundo no es Disneylandia, siempre ha sido un lugar inseguro y peligroso (aunque se nos haya olvidado a las últimas generaciones de occidentales, aislados en nuestra burbuja de paz y relativo bienestar que ahora parece derrumbarse con la amenaza terrorista islamista). Por cierto, Occidente tiene una corresponsabilidad a este respecto, pero no es el único culpable: presentarlo como el malo de la película es de una simpleza extraordinaria. A lo que vamos: no es lo mismo un ejército al servicio de la legalidad democrática que otro a las órdenes de una dictadura o erigido en amo y señor de un país.

Y de los ejércitos nacionales pasamos a la esfera internacional. Tras 70 años de existencia de Naciones Unidas, sigue sin haber una policía mundial, un cuerpo internacional permanente con capacidad y legitimidad para intervenir si hace falta por la fuerza donde sea menester (los "cascos azules" no responden a esa definición): por ejemplo, en la Ruanda de 1994 para evitar el brutal genocidio ejecutado a base de machetes. Las reglas de Naciones Unidas, un club con algunos socios con derecho a veto y en el que conviven en pie de igualdad Estados democráticos, tiranías religiosas (como Arabia Saudí) y una monarquía comunista como la de Corea del Norte, hacen imposible fraguar una policía mundial plenamente operativa de consenso. A falta de ésta, tenemos en nuestra vecindad la OTAN o el músculo militar en solitario de EE.UU. No es lo ideal, pero en la vida no existe la perfección. No creo que a los kurdos de Rojava (norte de Siria) les importe mucho la procedencia del apoyo aéreo recibido para combatir al Estado Islámico: es la aviación de EE.UU. la que les está echando un cable, pero lo mismo lo agradecerían si fuera Rusia, Turquía (harto improbable), Madagascar o el mismísimo Monstruo del Spaghetti Volador.

Una organización de defensa colectiva como la OTAN (con EE.UU. dentro) es pues necesaria, llámese como se llame, en un mundo donde no hay una policía global. Por supuesto que habría que remozarla y ponerla claramente al servicio de nuestras democracias (de esas libertades tildadas de "formales" por cierta izquierda y que consisten, por ejemplo, en poder vivir tranquila y dignamente siendo opositor, ateo, mujer u homosexual): eso ya depende de nuestros Gobiernos, que a su vez dependen del voto de los ciudadanos. Renovemos la OTAN, transformémosla, ampliemos sus fronteras (incluyendo a una Rusia democrática) e incluso cambiémosle de nombre. Pongámosla bajo el paraguas legal de la Unión Europea o de alguna otra organización supranacional integrada solo por democracias. Pero no cometamos el error de suprimirla y precipitarnos al vacío, cegados por buenismos estúpidos con tanto fundamento como Papá Noël: como esa mandanga de que las flores, y no las armas, sirven para protegernos de los terroristas.
 

domingo, 15 de noviembre de 2015

Naturaleza física del error


Los hijos del error son muchos, desde el accidente hasta la enfermedad pasando por la derrota deportiva y la ruina personal (por quedarse sin un pavo en el casino o asociarse con la persona menos indicada). ¿Y por qué existe el error? Es una pregunta nada trivial cuya respuesta no es evidente: de hecho, podría dar pie a todo un ensayo o tesis doctoral. La RAE define "error", en su primera acepción, como "concepto equivocado o juicio falso". Y su quinta acepción reza: "Diferencia entre el valor medido o calculado y el real".

El error puede obedecer a una ignorancia elemental, como cuando nos encomendamos exclusivamente a San Pancracio para combatir una grave enfermedad, saltamos desde un avión con unas aletas en vez de con un paracaídas o decidimos enfrentarnos a un terrorista armado esgrimiendo un ejemplar de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. La selección natural no perdona estrategias tan estúpidas. El error también puede ser fruto de un defectuoso acopio y procesamiento de la información, a su vez consecuencia de un fallo mecánico externo -en un instrumento de medida o un ordenador, por ejemplo- o de un mal funcionamiento de la percepción (los receptores sensoriales) o la cognición.

Aunque la información sea correctamente recogida y procesada, es su incompletitud lo que nos conduce en ocasiones al error. En escenarios caóticos de mucha complejidad, como el meteorológico, resulta muy difícil acertar porque no es posible abarcar toda la información en juego ni prever ese mínimo cambio en una parte del sistema que puede afectar al conjunto: el inocente aleteo de una mariposa que puede propiciar un huracán a miles de kilómetros. Pero es que además el principio de incertidumbre de Heisenberg nos impide determinar con absoluta certeza la evolución de un sistema: es como un candado puesto en el Universo para evitar que podamos conocer su futuro con todo detalle cual perfecto mecanismo de relojería (Laplace se equivocó creyéndolo posible).

Tanto los fallos por ignorancia elemental como los mecánicos externos, los perceptivos o los cognitivos son eslabones de una cadena causal que en última instancia, yendo hacia atrás, nos traslada a lo más íntimo del Universo: al "ruido" o agitación cuántica y al segundo principio de la Termodinámica (que no es una ley al uso sino una constatación estadística). Lo primero siempre está zarandeando todo sistema y transmitiéndole (supuesta) aleatoriedad. Lo segundo es lo que hace que las cosas tiendan a desordenarse y a estropearse o romperse a medida que pasa el tiempo: los coches, los despertadores, los termómetros, los ordenadores, los ojos y oídos, los cerebros...

La perfección es pues imposible en el mundo físico. Un magnífico ejemplo lo tenemos en la genética: pese a que la copia del código genético es extraordinariamente precisa, siempre hay un pequeñísimo error (de una base nitrogenada por cada cientos de millones copiadas). Algunos de esos fallos son inocuos, muchos otros son deletéreos y unos poquitos representan una nueva oportunidad para la evolución. Y es que la información genética tampoco está libre de los embates de la agitación cuántica y de la tendencia universal a un mayor desorden o entropía. Nada escapa del influjo de estos dos factores, en cuyo origen están respectivamente el tremendo maremágnum del vacío y la asimetría que impone una flecha del tiempo desde el pasado al futuro, quizá relacionada con la asimetría de partida que dio origen al universo. Sin esta última no habría errores... ¡porque existiría nada!

viernes, 6 de noviembre de 2015

Güntürkün y la evolución convergente: aquí en la Tierra como fuera de ella


El neurocientífico germano-turco Onur Güntürkün, intrigado por las extraordinarias habilidades cognitivas de los córvidos (comparables a las de los chimpancés), se puso hace más de un decenio a investigar las diferencias entre el cerebro de las aves y el de los mamíferos. Sus conclusiones, magníficamente expuestas en el vídeo de arriba, corroboran la existencia de diversos caminos para la inteligencia y apuntalan la hipótesis más general de la evolución convergente de los seres vivos: la de que formas y estructuras diferentes conducen a resultados parecidos al dar respuesta a los mismos problemas.

En la Naturaleza, los grados de libertad son escasos: hay restricciones físicas para la organización y el desarrollo de los organismos vivos que imponen forzosamente una determinada arquitectura, descartando Dumbos, unicornios voladores y otros diseños estrambóticos del cuasinfinito arsenal platónico de las formas. Por lo tanto, solo son viables determinadas disposiciones corporales (así como ciertas conductas). La selección natural premia tener ojos: por eso es una fórmula muy común, a la que han llegado especies tan distantes genéticamente como los mamíferos y los cefalópodos. También favorece las alas como solución óptima para el vuelo: a ellas han arribado, por vías evolutivas bien diferentes, los insectos, las aves e incluso un mamífero (el murciélago). No hay mejor guía que la Naturaleza -para ser más exactos, que la implacable selección natural sobre la evolución genética- para seres inteligentes que pretendan construir objetos: los aviones, no en vano, también tienen alas.

Como dice Güntürkün, a partir de muy diversos animales "se converge hacia las mismas soluciones neuronales: no hay muchas otras soluciones para conseguir las mismas operaciones cognitivas". Esto que es válido para la cognición puede aplicarse a otros ámbitos como la locomoción. En su estudio comparativo del cerebro de aves y mamíferos, el neurocientífico nacido en Turquía constata que la gran diferencia es la existencia en los mamíferos de un córtex prefrontal laminado; en las aves, carentes de córtex prefrontal, la evolución cerebral ha llevado al desarrollo del palio dorsal. Se trata de esquemas organizativos bien distintos, pero que ofrecen altas y parecidas prestaciones cognitivas (entre ellas, la capacidad para reconocerse uno mismo frente a un espejo, que exhiben los cuervos).

Las implicaciones que esto tiene para una hipotética vida extraterrestre son evidentes: si hay vida ahí fuera, no debería ser muy diferente a la de aquí. La solución "aleta" no solo es óptima para desplazarse por el medio acuático de la Tierra: también lo sería, como elemento corporal que ofrece resistencia a un fluido, en un océano alienígena de metano. Las soluciones "ojo", "ala" e "inteligencia" también tenderían a imponerse, premiadas por la selección natural. Así que es probable que haya extraterrestres inteligentes parecidos a nosotros los humanos, o acaso a lo que nuestros dinosaurios serían ahora de no haberse truncado su evolución hace 65 millones de años (en el Museo Arqueológico de Madrid hay un muñeco a escala natural de lo que podría ser un reptil inteligente, descendiente de aquellos desafortunados gigantes del Cretácico). Incluso podrían seguir el modelo de inteligencia colectiva de un termitero o una colonia bacteriana, aunque a un nivel muchísimo más avanzado (una especie de superconciencia en red).

Mi agradecimiento a Antonio Osuna por darme a conocer en Twitter el vídeo de Onur Güntürkün.

martes, 27 de octubre de 2015

Juanjo, agente cultural: "Lío porritos a mis colegas"

Hola, soy el Juanjo, aquí del barrio. Soy artista y hago cultura: lío porritos para fumarlos con los colegas, y en eso soy un monstruo que lo flipas. Mis coleguitas son también artistas del mundo de la cultura, como el Pepo (cocinero del bar de la esquina: menudos torreznazos los suyos, y hay que ver cómo corta el jamón con ese cuchillaco que acojona), la Toñi (modelo, vecina de el Tori, que está mazo buena y ya tiene publicado un fotobook en Internet y está haciendo un módulo en Estilismo a distancia) y el Bola (noviete de la Toñi, un maquinón que te cagas en el Mortal Kombat y el PC Liga). Cuando nos reunimos para hacer botellón, aquello es como la Academia de San Fernando de Henares, cada uno con las bellas artes culturales de cada cual: la gastronomía, la moda, los videojuegos y el liar (mi pasión).

No os creáis que liar un puto porro es fácil, hay que tener los rudimentos artísticos y mucha sensibilidad. Lo primero es saber hacer bien una O con un canuto, de lo que todo el mundo no puede presumir: es una auténtica movida, aunque no lo parezca. Desde luego, a mí no me salió ni a la primera ni a la segunda: os confieso que a la quinta, como el carné de conducir (por cierto, a ver si me pillo pronto un X1, la entrada de 16.000 euros y el resto en 36 meses). Otros se quedan en el camino: aprenden a hacer la puta O pero no siguen la ruta cultural que ha seguido este menda lerenda, aunque a veces os pueda parecer un empanado.

Mirar, hay que quemar el pedrolo en su punto con el mechero, luego meterlo bien y juntarlo con el tabaco en el papelillo, todo bien apelmazadito para hacer ya la O con el canutillo. Cada uno tiene su estilo, el mío es muy personal e intransferible: el secreto está en el salivazo. Porque cada creador tiene su librillo y su escuela... ¡y ahí está la belleza, troncos! El Tori quiere aprender, él también quiere ser artista y cultural (bueno, ya lo es en parte porque tiene cinturón naranja de kick boxing, pero quiere dar un jodido salto computativo). A ver si lo veo este finde para juntar a mi bull terrier con su perra de una puta vez, que no encontramos el momento. Aunque también podría mamar del arte del Pepo, de la Toñi o del Bola...

Bueno, que soy artista y cultural pero no vivo de eso: es más una afición que otra cosa. Yo curro de comercial telefónico en una empresa desde hace un mes y ya me he convertido en el puto amo. Me estoy juntando más de 1.500 pavos al mes, y a partir de noviembre 2.000 y hasta 3.000. ¡Mazo de llamadas todo el día haciendo clientes!... El otro día solo trabajé de once a una y media, el jefe me dejó irme porque soy la polla bueno. El Bola no se lo cree, el hijoputa. El mes que viene le voy a pasar la nómina por toda la ñota. Capaz que a la Toñi la ha dicho que me estoy tirando el moco. Ya verán en la próxima reunión de la Academia, lo que viene siendo nuestro puto botellón artístico... ¡Apostad por la cultura, troncos!

martes, 20 de octubre de 2015

¿Vida inteligente a 1.500 años-luz?

Anillos de Dyson, por Arnero

En los últimos 30 años se han descubierto casi dos mil planetas fuera de nuestro Sistema Solar. Los llamados exoplanetas han podido ser detectados, pese a ser tan pequeños (en comparación con las estrellas), estar tan lejanos y no emitir luz visible, gracias a los muy pequeños cambios que producen en la luminosidad de las estrellas que orbitan al ponerse delante de ellas (y frente a los ojos del telescopio espacial Kepler).

De las cien mil millones de estrellas de la Vía Láctea (nuestra galaxia, que es una de las cien mil millones que hay en el Universo observable) hay una casi el doble de grande que nuestro Sol, a unos 1.500 años-luz de distancia, a la que hemos bautizado como KIC 8462852. En torno a ella se han detectado esos cambios de luminosidad que indican la presencia de cuerpos planetarios, pero dichas alteraciones son de tales características -carentes de regularidad y mucho más intensas, llegando a reducir el 20% del brillo de la estrella- que apuntan a otra causa.

Al tratarse de un sol adulto, está descartado que el motivo de ese oscurecimiento sean los discos protoplanetarios de materia: éstos solo existen al comienzo de la vida de la estrella, cuando sus planetas están aún en formación y son meras nubes giratorias de polvo. La explicación podría estar en los escombros producto de una gran colisión planetaria. O en un grupo de exocometas, procedentes del espacio exterior.

La hipótesis menos probable, pero sin duda más excitante, es la presencia de macroestructuras alrededor de la estrella, fabricadas por alguna civilización inteligente para captar su energía de la manera más eficiente (las "esferas de Dyson", teorizadas por el físico anglo-norteamericano Freeman Dyson). Si esto se confirmara (los radiotelescopios del SETI ya se disponen a apuntar a KIC 8462852 en busca de señales artificiales de radio), se trataría no ya del mayor hallazgo en la historia de la ciencia sino de la noticia más impactante de toda la historia de la humanidad (solo superada por una invasión alienígena inesperada, una manifestación divina explícita -a lo grande, sin complejos- o un algo menos improbable aviso parpadeante en el cielo -por ejemplo, un "Game Over"- escrito por un supuesto programador del Universo). 

Si hubiese vida inteligente en el sistema solar de KIC 8462852, ¿deberíamos comunicarnos con ellos? Ya existe un protocolo del SETI a este respecto. En cualquier caso, nuestro mensaje les llegaría dentro de 1.500 años y su eventual respuesta sería recibida -en el mejor de los casos- en el año 5015. Por cierto, si nos estuviesen observando ahora mismo (mientras escribo estas líneas) lo que verían sería el mundo del año 500: ostrogodos, vándalos, suevos y compañía (la tarjeta de presentación de la humanidad no sería, desde luego, mucho peor que la de 2015 en algunos países). Es lo que tiene estar tan lejos, aunque solo sean 1.500 años-luz en un Universo observable con un diámetro de... ¡90.000 millones de años-luz!

Las implicaciones filosóficas y éticas de este descubrimiento serían muy profundas. ¿Qué dirían las religiones?: ¿serían hijos de Dios igual de dignos que nosotros, con un alma, hechos a su imagen y semejanza?... ¿Y si hubiesen descubierto la inexistencia de Dios (no me refiero al de Einstein, por supuesto)? ¿Y si nos trataran a nosotros, en caso de un encuentro físico, como nosotros tratamos a los cerdos o los toros de lidia? Quizá seria peor (¿o acaso mejor?) si el trato que nos dispensaran fuera la relativa indiferencia que profesamos a las hormigas o los paramecios.

sábado, 10 de octubre de 2015

Conciencia Urbana, el (supuesto) azar y la alegría



La puerta se cerró justo cuando la había traspasado: apenas un segundo más tarde no hubiera podido entrar. Dos paradas después, al renovarse la carga humana del vagón, vi a mi derecha de nuevo a Adán: ¡Otra vez en la línea 6 del metro de Madrid (la circular) volvía a encontrarme con el dúo de paisanos canarios de Conciencia Urbana! Porque la última vez había sido solo dos días antes, en las escaleras de O'Donnell (hablamos del partidazo de la U.D. Las Palmas contra el Celta). Y la previa, una semana atrás en el propio vagón, cuando fui de nuevo testigo de uno de sus espectaculares sesiones de improvisación. En esta última ocasión, antes de empezar su show, hablamos un poco del destino de mi viaje (la sierra de Madrid) y de El Hierro, la isla del guitarrista Pedro. Nos despedimos deseándonos suerte. No les faltó: su interpretación en el siguiente vagón fue premiada con una cerrada salva de aplausos.

Pensaba yo media hora después, sentado en la guagua (o sea, el autobús), que si me hubiera retrasado solo un instante en el metro no les habría visto. Eso significaría que no estaría ahora escribiendo esta entrada: quizá andaría pergeñando otra o, acaso, ninguna. Y me reafirmé en mi intuición de que el azar no existe, de que seguimos el único camino que nos está marcado de antemano. Y de una cosa pasé a otra: recordé a mi amigo Salva (el doctor Casado de Twitter), empeñado en su cruzada por el optimismo y la alegría para cuidar la salud de sus pacientes reales y potenciales. Los de Conciencia Urbana están embarcados en esa misma causa: la de cultivar y arrancar la sonrisa que cura, que alivia, que previene la enfermedad. En el guion del Universo está escrita la existencia de un Partido de la Alegría (todo un fin en sí mismo) y ellos forman parte de él.

El bueno de Rafael Hidalgo es otro prominente miembro del Partido de la Alegría (aunque nos hable de Schopenhauer).

Al igual que tantas otras personas, a su modo y manera: en su trabajo, en la calle o en cualquier lugar donde se crucen con el prójimo (no necesariamente humano). Como el humilde obispo católico Pedro Casaldáliga, el prelado más pobre del mundo (con poco más que sus libros y sus escasas ropas -solo tiene tres camisas- como pertenencias). Él me ha ayudado involuntariamente a terminar esta entrada con sus palabras el otro día al compañero y amigo Santi Riesco, haciendo balance de sus muchísimos años como misionero en el corazón del Mato Grosso de Brasil: "Mereció la pena... y la alegría". Por cierto, qué alegría la de las hijas de Santi por el regreso de su padre ayer (y la de su padre al ser devorado a besos y abrazos por ellas).

viernes, 2 de octubre de 2015

¿Bailan los electrones? (¡A jugar!)


Hace un par de años, mi buen amigo y paisano canario José Miguel Santos me recomendó la lectura de un muy sugerente e interesante artículo: What’s the Point If We Can’t Have Fun?, del antropólogo y anarquista estadounidense David Graeber. Éste sostiene que lo que impulsa no solo a todos los seres vivos sino también a objetos inanimados autoorganizados (como un copo de nieve o un huracán) e incluso a las propias partículas elementales (como un electrón) es tan simple como jugar: se trata de un principio que regiría en todas las escalas de la realidad física, homologable al elan (o ímpetu) vital de Henri Bergson o al Wille de Schopenhauer, y que explicaría por qué un electrón gira (sencillamente, porque juega y se divierte -al igual que un copo de nieve, un gusano, un caballo o un bípedo implume-, todo un fin en sí mismo). Por eso Graeber llega a preguntarse si bailan los electrones.

Si esto fuera cierto, deberíamos tomarnos la vida de manera mucho más relajada y lúdica. Al fin y al cabo, se trata de divertirse... pero no solamente eso: sabemos que al menos en una de las escalas de ese gran juego, en el tablero donde interactuamos con nuestros congéneres humanos, los toros y los elefantes, mora la compasión. ¿Qué relación existiría entre ésta (madre de la Ética) y el elan lúdico graeberiano? Yo barrunto que la compasión debe ser, junto a la maldad, una de las hijas de este último.

martes, 22 de septiembre de 2015

El Viacrucis de los refugiados sirios: una típica película protagonizada por humanos

Europa vive una crisis migratoria sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Dicho de una manera más concreta y personalizada, decenas de miles de sirios (pero también iraquíes, afganos, eritreos y otros) están embarcados en un largo, caro y peligroso viaje hacia el núcleo próspero de la Unión Europea, forzados a abandonar su país por la guerra y/o la persecución política: un periplo de miles de kilómetros marcado por la angustia, el frío, el hambre, la sed, el cansancio y, a veces, la muerte (ya se han convertido en cotidianas las terribles imágenes de niños ahogados en aguas del Mediterráneo), a expensas de traficantes sin escrúpulos y de otros desalmados que en ocasiones -dentro y fuera de la UE- llevan uniforme.

Para analizar este drama utilizaré el mismo modelo aplicado al tráfico ilegal de marfil en una entrada anterior titulada "La pena por el elefante". Porque, como escribí allí, "se trata de la típica película real protagonizada por humanos, con todo lo que conlleva: egoísmo, ignorancia, estupidez, maldad... Al igual que en las pelis de ficción también hay, por supuesto, cosas buenas como la gente que se indigna e incluso se rebela arriesgando su pellejo. El modelo explicativo aplicable es siempre el mismo, hablemos de tráfico de marfil, de peletería, de diamantes, de industria cárnica o de esclavismo". Y, claro está, de inmigración masiva...

Para empezar, hay que remontarse al año 2003, cuando el mendaz y escasamente cualificado presidente estadounidense George W. Bush (votado y respaldado por no pocos compatriotas ignorantes e imbéciles) conduce a su país y a algunos de sus aliados a una guerra desastrosa y contraproducente en Irak (que servirá para divertirse a seres de la calaña de la señorita England), creando un caos y un vacío político que años más tarde será llenado -tanto en Irak como en la vecina Siria- por fanáticos religiosos (en el mejor de los casos, ignorantes y estúpidos; en el peor, simples bestias) bien financiados por correligionarios adinerados del golfo Pérsico con cuentas en Suiza y cuasiesclavos asiáticos a su servicio. Estos fanáticos (musulmanes sunníes nativos y extranjeros venidos expresamente de otros países de la región, de África o de Europa) se hacen con el control de un vasto territorio a caballo entre Irak y Siria y siembran el terror entre cristianos, musulmanes chiíes, kurdos y todo aquel que desafíe a su autoproclamado Estado Islámico. En Siria les harán frente el Ejército del dictador Asad (apoyado por la milicia chií libanesa proiraní Hezbolá), las milicias laicas kurdas del norte (en un territorio independizado de facto de Damasco) y otras milicias laicas e incluso islamistas (como el grupo Al Nusra, cercano a Al Qaeda), a su vez enemigas del régimen de Asad. La población civil, atrapada entre varios fuegos y sometida a bombardeos indiscriminados, es desplazada masivamente de sus pueblos y ciudades y empujada al exilio.

Miles de personas, muchas de ellas junto a toda su familia, se ponen camino de la rica y tolerante Europa, donde nadie les va a echar bombas de barril ni a rebanar el pescuezo y podrán encontrar un trabajo del que vivir decentemente. Por supuesto, no todos son trigo limpio: sería absurdo (un bofetón a la estadística) que así lo fuera. Como tampoco eran buenos todos los republicanos que abandonaron España a finales de la Guerra Civil o todos los judíos que estaban en los campos de concentración y exterminio nazis (algunos de ellos colaboraron con los nazis y fueron tan crueles con sus hermanos hebreos como aquellos, tal como nos contó Victor Frankl en El hombre en busca de sentido) o todos los soldados aliados que felizmente derrotaron a Hitler hace 70 años. Como tampoco eran malos, por otra parte, todos los soldados de la Alemania nazi (muchos de ellos, como un primo hermano de mi madre, eran jóvenes obligados a servir).

Volvamos al siglo XXI. En su recorrido, los sirios bienintencionados -y también los otros- habrán de toparse con buena gente, pero también con imbéciles o inconscientes, con desaprensivos y con bestias (humanas). A casi todos los traficantes de personas podemos repartirlos entre estos dos últimos grupos: al primero (los desaprensivos) se adscriben los que pretenden sacar a los migrantes el mayor dinero posible y no se preocupan demasiado por su seguridad; el segundo está integrado por los que los estafan y son capaces de hundirles la balsa en medio del mar, causando directamente su muerte. Si llegan a suelo europeo, los sufridos migrantes se encontrarán de nuevo con gente que les ayudará (simples ciudadanos, voluntarios y no pocos empleados públicos y policías empáticos), pero también con gentuza racista que les pondrá la zancadilla o los mirará con recelo (entre ellos, no pocos policías que les inflarían a gusto a hostias si les autorizaran): una gentuza que está detrás de políticos xenófobos y nacionalistas como el presidente húngaro cristiano Viktor Orban (él bien sabe que está en el poder gracias en parte a esos votos que se disputa con los neofascistas de Jobbik).

Ya llegados a su destino (Alemania y Suecia suelen ser sus países favoritos para establecerse), los refugiados encontrarán otra mucha gente que se solidarizará con ellos y les apoyará, pero también otra legión de imbéciles o inconscientes (que se creerán que vienen a quitarles su trabajo o a robarles y votarán a quienes prometan echarlos), de desaprensivos y, por supuesto, de bestias. Y al mando, nuestros políticos tan denostados, temerosos de perder votos (hay que quitarse el sombrero ante la valentía de Angela Merkel, aunque es cierto que a Alemania -en general, a Europa- le interesa una inmigración cualificada para sostener su economía en el futuro) por ser demasiado generosos con los inmigrantes: mezquinamente temerosos de la mezquindad de muchos de los votantes a los que se deben (y también de su miedo al otro, alimentado por el auge del radicalismo islámico en las comunidades ya establecidas en Europa, lo que a su vez sirve de pasto a la extrema derecha nacionalista y xenófoba).

Este análisis no es incompatible con sesudos estudios académicos que ponen el acento en la crisis de la democracia partidista y el Estado del Bienestar en Europa, los riesgos del multiculturalismo y el choque de civilizaciones, la amenaza demográfica y ecológica global, el fracaso del Estado moderno y el secularismo en Oriente Medio, la artificialidad de las fronteras allí trazadas tras la caída del imperio otomano, el impacto geoestratégico de la emergencia en la segunda mitad del siglo XX de las petromonarquías del Golfo o la quiebra de las relaciones de dominación capitalista a nivel mundial (signifique lo que signifique esto). Pero tengamos en cuenta que en todo estudio social son los humanos -no solo los líderes sino los ciudadanos de a pie- los protagonistas. Y las motivaciones humanas son siempre las mismas, al igual que los tipos humanos: ahora, hace mil años y seguramente dentro de mil años (aunque, en ese lejano escenario futuro, la hipotética integración hombre-máquina alumbrando seres biónicos interconectados podría quizá depararnos alguna sorpresa).

**Este artículo de Arturo Pérez-Reverte ofrece un panorama no muy luminoso sobre el futuro de Europa a la luz de esta crisis migratoria. Creo que no le falta razón.

"Hay dos razas de hombres en el mundo y nada más que dos: "raza" de los hombres decentes y la de los indecentes. Ambas se encuentran en todas partes y en todas las capas sociales. Nosotros hemos tenido la oportunidad de conocer al hombre quizá mejor que ninguna otra generación. ¿Qué es en realidad el hombre? Es el ser que siempre decide lo que es. Es el ser que ha inventado las cámaras de gas, pero, asimismo es el ser que ha entrado en ellas con paso firme musitando una oración" (Viktor Frankl, 1946)

jueves, 10 de septiembre de 2015

Superconciencia, ¿emergencia pendiente?

(tras otro agradable paseo campestre con el doctor Salvador Casado)

La conciencia, esa cosa tan íntima y familiar a la par que misteriosa, es -mejor dicho, parece ser- una propiedad emergente de la materia que mora en ámbitos etéreos. Inmaterial e inalienable, no puede percibirse más allá de los confines de su dueño e incluso es imposible saber con certeza si éste realmente la posee o no (no puede descartarse que todos menos tú sean zombis, meros autómatas sin vida interior). Además, ignoramos a partir de qué punto estamos en presencia de ella: ¿Hay conciencia en un embrión, en una comunidad bacteriana, en un árbol?, ¿y por qué no en un termostato o en la propia Biosfera autorregulada (la Gaia de James Lovelock)?...

El espacio y el tiempo probablemente sean también propiedades emergentes, de fundamento aún desconocido (ya sabemos que la masa lo es, fruto del acomplamiento con un campo de Higgs). Como lo son con certeza la vida, la economía, un huracán, una bandada de pájaros o un embotellamiento de tráfico. Los insospechados fenómenos emergentes de orden más elevado que estarían esperándonos en el futuro, si continúa nuestra línea evolutiva y no se trunca nuestro exponencial desarrollo científico y tecnológico, nos llenarían sin duda de asombro. ¿Por qué no podría la conciencia, llevada a cierto punto crítico (semejante a los 0º C en los que el hielo pasa a ser agua líquida o a los 100º en los que se vuelve gaseosa), ser generadora de otros ámbitos o reinos autónomos?

La conexión en red entre cerebros humanos e inteligencia artificial, en una especie de Superinternet biónica, alumbraría seguramente una singularidad tecnológica como la prevista por Ray Kurzweil. Se abriría con ello la válvula reductora cerebral que, según Henri Bergson, limita la cantidad de Realidad que entra en la conciencia: ésta se ensancharía, por tanto, de manera inimaginable. Tras la singularidad, ya nada sería igual. Incluso es muy probable que nuestras motivaciones -humanas y, por tanto, animales- ya no fuesen las mismas.

Quizá el futuro de la vida inteligente sea una amorfa nube consciente (como la novelada por Fred Hoyle en La nube negra), capaz de habitar en idílicas recreaciones virtuales donde no existe el sufrimiento o la maldad, donde todo es amor y compasión: en rincones del florido Multiverso que podríamos identificar con el Cielo o el Paraíso, lejos del Infierno (que debe existir ahí fuera en todas sus modalidades), de vulgares universos defectuosos como el nuestro y de la mera Nada* (que, según Robert Nozick, también tendría su hueco en el Multiverso).


*Nada en sentido estricto, no en la acepción de vacío cuántico que permea todo nuestro Universo.

martes, 18 de agosto de 2015

¿Feminicidio en España? (ya será menos...)

Cada vez que un bestia mata a su novia o esposa vuelve la cantinela a los medios de comunicación y a la calle: "¡Cómo está el país! ¡Esto es un feminicidio que se nos va de las manos!..". Creo de verdad que la alarma social creada por estos crímenes machistas es exagerada. En absoluto me propongo restarle importancia al terrible drama de 24 mujeres asesinadas por hombres en lo que va de 2015 (por cierto, la tendencia es decreciente en los últimos años): solo procuro ponderarlo apelando a unas pocas cifras y al sentido común.

Lo primero, tengamos en cuenta que en España hay 46 millones de personas. Es un disparate hablar de feminicidio porque cada año asesinan a medio centenar de mujeres (lo cual, INSISTO, es un espanto) de las 20 millones que pisan nuestro suelo: ¡es una sobre 400.000! Otra cosa es el maltrato físico y/o psicológico, mucho más cotidiano. No olvidemos que estamos abordando el comportamiento de unos primates autoetiquetados como Homo sapiens sapiens, entre cuyos machos -y también hembras- siempre hay y habrá individuos infames. La brutalidad y la excesiva inclinación a la violencia es intrínseca a no pocos congéneres, y para constatarlo no hace falta ser un sociólogo. Se estima en torno a un 2-3% el porcentaje de psicópatas, de gente sin empatía ni escrúpulos, en la población humana total. Por otra parte, el terreno está más abonado para la violencia de género en España que en otros países más avanzados. Aquí sigue bien arraigado el machismo, sobre todo en las clases bajas y entre la gente más conservadora y rancia de las clases medias y altas: no es de extrañar, dado el peso de la tradición y de la Iglesia católica.

Todavía hay amplio recorrido para concienciar a nuestros niños y jóvenes -el resto de la población infectada por el machismo es ya culturalmente irrecuperable- de que hombres y mujeres han de ser iguales en dignidad y derechos, de que todo tipo de maltrato o abuso es intolerable. Y seguramente haya que reforzar las leyes contra la violencia machista y aumentar la protección de las mujeres amenazadas, sin por ello incurrir en una legislación que, como su propio artífice (mi paisano socialista Juan Fernando López Aguilar) pudo constatar en sus carnes, puede llegar a arruinar la vida de alguien con una simple denuncia falsa o sin fundamento. Esa ley de 2004 está siendo utilizada torticeramente como un arma de la madre contra el padre para hacerse con la custodia de los hijos en procesos de separación o divorcio.

Pero, por muy bien que lo hagan las autoridades y la sociedad civil, es imposible erradicar esta plaga (en España o en cualquier otro sitio). ¿Alguien se rasga las vestiduras por el hecho de que siga habiendo asesinos, estafadores, violadores y otros delincuentes, de que las cárceles sigan siendo -y nunca dejen de serlo- necesarias? ¿Acaso han desaparecido esos tipejos de algún país del mundo, por muy avanzado que sea? ¿De veras podemos creernos que por mucho "pacto político, institucional y social para luchar contra el machismo criminal" (PSOE dixit) no va a haber siempre algún energúmeno por ahí que mate a su esposa? Una importante función de las leyes es intentar prevenir el delito, pero pretender que éste desaparecerá completamente alguna vez de la faz de la Tierra es de una ingenuidad demencial.

En cualquier caso, no perdamos la perspectiva. Según el psicólogo evolutivo canadiense Steven Pinker, en contra de lo que podríamos pensar viendo un telediario, los humanos nunca hemos sido menos violentos como ahora. Pinker sostiene esta tesis en su libro Los ángeles que llevamos dentro, apoyado por un gran arsenal de datos estadísticos. No tengo información al respecto, pero pongo la mano en el fuego a que nunca ha habido menos víctimas de violencia machista en España como en la actualidad. ¿Se imaginan cómo debía ser el panorama en 1915, por no hablar de 1815, 1715 o antes?

Por cierto, en los telediarios solo sale lo noticiable (como el asesinato de una mujer a manos de su pareja), que es una muy pequeña parte de la realidad cotidiana de un país relativamente desarrollado y en paz. Por desgracia, el maltrato físico es mucho más frecuente (una de cada ocho mujeres afirma haberlo sufrido). Pero, por fortuna, en materia de violencia machista España está muy alejada de regiones como Latinoamérica, la India, África o el mundo islámico (véase aquí un informe del estado mundial del problema). No pretendo ser complaciente sino ponderado y realista. Hay que proseguir con la concienciación social y las medidas de protección de las víctimas, hacer recaer todo el peso de la ley sobre el maltratador (ni más ni menos que sobre cualquier otro delincuente violento) y asumir de una vez por todas que siempre habrá bestias entre nosotros.

martes, 4 de agosto de 2015

Parte a las Seychelles un equipo científico multidisciplinar español para resolver un triple enigma lingüístico

El reputado equipo multidisciplinar español que recientemente desveló por qué en Moldavia no llaman tortellini al chorizo de Cantimpalos se apresta a un nuevo reto científico. Los investigadores al mando del filósofo Rubén Santiago Armenteros Pi se proponen ahora ofrecer una explicación a un triple e intrigante misterio lingüístico: por que no había palabra en arameo antiguo para el kiwi (tanto el ave como el fruto) y por qué no las hay aún en la actualidad en las lenguas sami de los lapones para el desierto arenoso con formaciones rocosas dispersas de arenisca y en el idioma tok pisin de Papúa Nueva Guinea para el gentilicio de Torredonjimeno (Jaén).

Armenteros Pi asegura que el germen de esta nueva investigación fue uno de los escasos momentos de asueto en la isla de Bora Bora, centro operativo del complejo y laborioso trabajo acerca de los tortellini, el embutido segoviano y la lengua rumana de Moldavia. "Observando el fondo redondeado de un vaso de Martini tras un largo briefing con mi equipo en la piscina del hotel, de alguna manera se me antojó que la resolución de esos tres enigmas debía de estar estrechamente relacionada", aseguraba el filósofo español a la prensa antes de partir con su equipo hacia las islas Seychelles: este archipiélago índico será el nuevo cuartel general de los investigadores (al plantel multidisciplinar se ha sumado un geólogo de Betanzos) en los próximos tres años. "La elección de Seychelles no es gratuita", explicó Armenteros Pi, "pues tendremos que hacer trabajo de campo en Laponia, Nueva Zelanda, Israel, Papúa Nueva Guinea y las islas Vírgenes británicas y es el emplazamiento ideal por su ubicación geográfica y sus condiciones para la investigación y el procesamiento de información 2.0".

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha alabado el trabajo de estos científicos: "Son realmente emprendedores que representan lo mejor de la marca España en el mundo". El jefe del Ejecutivo, que tuvo palabras de recuerdo para otra investigación que el año pasado descartó que Franco Battiato hubiese hecho su servicio militar en Alcorcón, ha prometido visitar a nuestros compatriotas en las islas Seychelles antes de final de año si su apretada agenda se lo permite: "Habrá que ver si hay algún partido importante del Madrid por medio, pero seguro que encontraré algún hueco".

sábado, 25 de julio de 2015

Concluye una fructífera investigación científica española sobre los tortellini, el chorizo de Cantimpalos y Moldavia


Una vez más se demuestra que España no es solo jamón serrano, paella, playa, sol y toros. Un equipo científico multidisciplinar de nuestro país (compuesto por lingüistas, bromatólogos, epistemólogos, curadores de contenidos y couchers artísticos y emocionales) acaba de concluir con éxito una investigación en la que ha estado inmerso varios años. Sus resultados aparecerán en la próxima edición de la prestigiosa revista internacional Social Science Update Review.

El punto de partida del trabajo fue la constatación por el filósofo español Rubén Santiago Armenteros Pi, en el marco de un congreso de Epistemología celebrado en enero de 2008 en Curaçao (Antillas neerlandesas), de que en Moldavia no llaman "tortellini" a nuestro conocido -e internacionalmente reputado- chorizo de Cantimpalos. Un colega moldavo del filósofo español le confirmó a éste, durante un receso del evento académico, lo que nuestro compatriota venía intuyendo desde hacía tiempo tras ver en Intereconomía un documental sobre la influencia del cultivo doméstico de marihuana en maceta sobre la desecación del mar de Aral. A su vuelta a España, Armenteros transmitió su inquietud a colegas, académicos e instituciones varias. No tardaría en ponerse en marcha el proyecto, financiado mediante una campaña de crowdfunding en redes sociales y diversas subvenciones públicas y patrocinios comerciales.

El equipo científico español, que ha realizado un intenso trabajo de campo en lugares tan diversos como la localidad segoviana de Cantimpalos, la capital moldava Chisinau, la región italiana de Emilia-Romagna y la isla polinesia de Bora Bora, concluye que la razón por la que en Moldavia no llaman "tortellini" al chorizo de Cantimpalos es porque "no tiene nada que ver una cosa con la otra". "Se trata de productos radicalmente diferentes desde una óptica puramente ontológica", adelantaba esta mañana en Madrid a la prensa Armenteros Pi, director del plantel investigador. "Hemos comprobado que el non sint aequales opera tanto a efectos lógico-estructurales como cognitivos. Así pues, podemos afirmar con absoluta certeza que es un error categorial de bulto la identificación de la pasta anilloide rellena de origen italiano con el conocido embutido segoviano en cualesquiera de sus formatos de comercialización: sarta, achorizado o cular". "El corolario semántico de todo ello es claro y revelador", añadía Armenteros: "La lengua rumana hablada en Moldavia -me atrevo a decir que cualquier idioma, incluido el catalán- no puede adjudicar a nuestro querido chorizo de Cantimpalos la denominación de 'tortellini' sin incurrir en grave falla lógica".

El prestigioso epistemólogo también ha comunicado en primicia a los periodistas españoles el descubrimiento por su equipo de dos "casos extremos y muy peligrosos" de non sequitur que trasladarán al próximo congreso mundial de Epistemología en Vanuatu. "Es un buen ejemplo", ha dicho, "de hallazgos colaterales de un trabajo de investigación duro y sistemático como el que nos ha ocupado estos años. Sin duda allanarán el camino a muchas investigaciones futuras, e incluso en curso, en las más diversas ramas del saber científico" (*véase al final).

Preguntado por un periodista acerca del elevado presupuesto en viajes del proyecto, Armenteros Pi subrayó que solo se viajó una vez a Chisinau, dos a Cantimpalos y "otras tres o acaso cuatro" al norte de Italia. "Nuestro centro operativo estaba en un hotel de Bora Bora: allí se concentró nuestro trabajo el 90% del tiempo, por lo que me parece profundamente deshonesto insinuar que estos años hemos estado haciendo turismo".

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha celebrado desde un campamento de verano de NNGG en Lausana (Suiza) este hito científico con la marca España: "Cuando nos ponemos, nos ponemos, porque somos una gran nación y s'acabao. Y fíjese usted, además, que el Real Madrid tiene un equipo muy compensao esta temporada, es un plantel con mucha llegada y gol que nos dará muchas satisfacciones a todos los españoles".


*Los dos casos extremos de non sequitur descubiertos por el equipo dirigido por Rubén Santiago Armenteros Pi son:

CASO 1:
1. Si soy un tortellini, entonces soy un alimento.
2. Soy un alimento.
3. Por tanto, soy un chorizo de Cantimpalos.

CASO 2:
1. Si estoy en Cantimpalos, estoy en España.
2. Estoy en España.
3. Por tanto, estoy en Bora Bora.

domingo, 19 de julio de 2015

'La Razón' publica una comprometedora foto de 1985 de Pablo Iglesias y Manuela Carmena

Pablo Iglesias agrede en 1985 a un compañero de clase, jaleado por Manuela Carmena.

El tabloide británico The Sun daba ayer la campanada mediática con unas imágenes de 1933 de la actual reina Isabel alzando el brazo al estilo nazi. Y esta mañana era el diario La Razón el que irrumpía en las redes sociales con una imagen igualmente comprometedora para sus protagonistas, pero mucho más reciente (de 1985) y familiar para los españoles. Por desgracia, la foto del escándalo (véase arriba) está completamente en negro al haberse velado en su día el rollo fotográfico usado en la cámara.

En la imagen, según explica La Razón, se observa a un Pablo Iglesias (actual líder de Podemos) de apenas siete años de edad golpeando en el patio de su colegio a un chaval de su clase, jaleado por la entonces jueza Manuela Carmena (actual alcaldesa de Madrid). Mediante una vanguardista técnica de lectura estática de labios desarrollada por la Dermoethics Corporation, el diario madrileño ha podido desentrañar lo que el jovencísimo Iglesias decía al niño al que agredía: "Eres un puto pijo facha y te vas a cagar vivo". De ese mismo análisis se desprende que Carmena se limitaba a exclamar: "¡Dale caña, dale caña, coletas!". La presencia de la ahora alcaldesa en esa escena da pábulo a quienes sostienen que existe un plan de largo recorrido para derribar a la monarquía, algo de lo que se hacía eco recientemente el ABC.

El Fiscal General del Estado ya ha pedido a La Razón la entrega de la foto para abrir diligencias. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, no ha tardado en pedir la dimisión "inmediata" de Iglesias y de Carmena: "No hay otra si les queda algo de decencia", apuntaba en un encuentro en Béjar (Salamanca) con ganaderos del sector porcino. El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, ha señalado que está a la espera de más información para emitir un comunicado: "Si se confirma", ha dicho, "se trataría de algo muy alarmante para la salud de nuestras instituciones democráticas". Por su parte, los dos implicados siguen sin pronunciarse al respecto.

Fuentes próximas al diario La Razón aseguran que la cabecera de Marhuenda podría poseer una segunda fotografía de mucho mayor impacto (se rumorea que también totalmente en negro, al haberse sacado de noche sin flash) en la que aparecerían Carmena e Iglesias paseando junto a Fu Manchú, el ayatolá iraní Ali Jamenei y el presidente venezolano Nicolás Maduro por los jardines del Palacio de Miraflores de Caracas.

ACTUALIZACIÓN: La artista conceptual Esther Ferrazcona ha anunciado que emprenderá acciones legales por la publicación de la foto de Iglesias y Carmena, que considera un "burdo plagio" de su cuadro de 2003 "Anochecer minimal-existencial en el bucle espacio-temporal del Peine de los Vientos de Donosti".

domingo, 12 de julio de 2015

Justicia y retribución en el Cosmos

Una de las cosas que más desasosiegan a un ser humano medianamente sensible (supongo que a toda inteligencia al menos equiparable, aquí en la Tierra como hipotéticamente fuera de ella) no es tanto la existencia del mal como la posible inexistencia de una justicia universal que retribuya de algún modo a aquél: mientras que el mal es algo constatable y omnipresente, no hay indicios razonables -los cuentos religiosos son un aparte- de que la Naturaleza se preocupe lo más mínimo al respecto. O sea, que no está escrito en el firmamento ni en los insondables espacios subatómicos que torturar y matar a una criatura inocente por pura diversión tenga un precio, más allá del legal y penitenciario si acaso es pillado al asesino (y si la víctima es también humana, no una vaquilla). Y no está claro que los responsables de Auschwitz, convertidos ya casi todos en polvo, hayan contraído alguna deuda con el Cosmos por ello. Dentro de miles de años nadie se acordará siquiera de esa infamia (ni de lo de Camboya, Guatemala, Ruanda, Srebrenica o Estado Islámico) y seguirá, como siempre, saliendo y poniéndose el Sol: ¿acaso se ha alterado el Universo por las inimaginables masacres cometidas por nuestra especie desde que andamos a dos patas?

La maldad parece haber sido incluso premiada por la selección natural por su utilidad para la supervivencia: la psicopatía en los humanos no es una patología sino una mera adaptación evolutiva. De hecho, somos hijos de la depredación: no estaríamos aquí si nuestros antepasados hubiesen sido veganos (el desarrollo de nuestro cerebro debe mucho a una dieta carnívora), animalistas y pacifistas. Pero la evolución también ha hecho que alberguemos en nuestro código genético sentimientos de empatía y conceptos como el de justicia. Parejos a este último se encuentran la indignación ante la injusticia y, para repararla, la inclinación al castigo o la venganza. Esto no parece exclusivo de la humanidad, ya que los etólogos aseguran que ocurre más o menos igual en el resto de los mamíferos. El deseo de venganza es algo muy natural, un intento de restablecer cierto orden en el mundo ante lo que se juzga como un inaceptable atropello a la justicia: desde la percepción de una falta de respeto, un agravio o un insulto a la dignidad personal o colectiva hasta una atrocidad en toda regla.

Claro que andaba en lo cierto Buda -quizá el mayor sabio de la Historia- al afirmar que la venganza es tóxica para quien la ejerce por cuanto supone de apego a lo que se odia. Desde luego que no puede ser sana, pero eso no quita que sea una forma reconfortante de retribución (¡si fuera posible preguntarle a este pobre toro embolado!). El budismo cree precisamente en una suerte de justicia cósmica en torno al concepto de karma, conforme al cual todo acto de un individuo genera consecuencias que van más allá de su vida en este mundo. Pero si no existiera el libre albedrío (y parece razonable que no haya tal cosa), nadie sería culpable de sus actos y sería tan absurda la búsqueda de venganza como la retribución kármica.

Que en una amalgama ordenada de polvo de estrellas (nuestro cuerpo y la mente que emerge de él) se hayan alumbrado sentimientos como el amor y la compasión es algo verdaderamente sublime, mucho más asombroso y conmovedor que cualquier cosmovisión religiosa. Y quizá ahí estribe la esperanza: en que la justicia y el bien imperen finalmente en el Cosmos porque una superinteligencia -fruto de la vida, a su vez producto de la evolución del Universo- acabe tomando sus riendas (de acuerdo a un esquema determinista, porque cumpla sin saberlo -como hacemos todo nosotros con nuestras vidas- un misterioso guion ya escrito con una finalidad desconocida y seguramente inimaginable).

miércoles, 1 de julio de 2015

Desmontando frases solemnes (II): "El hombre es el único animal que mata por placer"

Frente al palurdo especista que ignora que las diferencias entre los humanos y el resto de los animales son solo de grado (sin duda es mayor la brecha evolutiva entre una bacteria y un organismo eucariota como un hongo que entre este último y un Homo Sapiens) está el animalista bobo que demoniza a su propia especie y coloca un halo de pureza al resto de los seres vivos: ambos yerran al no advertir que animales no humanos y humanos animales estamos hechos de la misma pasta, aunque las liebres no lean a Dan Brown (¡no se pierden mucho!), las jirafas no sepan conducir o los orangutanes no jueguen al fútbol.

Todos estamos en el tablero de la biosfera pugnando por sobrevivir (haciendo presas y evitando ser predados, así como cooperando) y por reproducirnos (mejor dicho, por follar, haya o no reproducción): ¡porque los animales no se reproducen por instinto, sino que (como nosotros) copulan porque les gusta! (y con ello resulta que se reproducen, ya que no conocen métodos anticonceptivos). Por otra parte, al igual que ocurre con los humanos, no todos los animales son iguales: la variabilidad de comportamiento se da también en ellos, de modo que hay perros más agresivos que otros, elefantes más tranquilos que otros, leonas más maternales que otras, gatos más tramposos que otros, chimpancés más empáticos que otros... Cualquiera que haya tenido al mismo tiempo como mascotas varios gatos o perros lo sabe perfectamente.

En fin, que lo que llamamos bondad y maldad no son solo atributos de los humanos (como nos han hecho creer tantos humanistas legos en Biología). Cuando el león mata a los cachorros para beneficiarse a su madre está haciendo objetivamente el mal: actúa brutalmente (aunque, en el fondo, manipulado por sus genes), en busca de su propia satisfacción sexual, contra seres indefensos que quieren vivir. Cuando una hembra de una especie amamanta a un bebé de otra, está haciendo objetivamente el bien: actúa altruistamente (aunque, en el fondo, manipulada por sus genes), movida por su pulsión maternal, en favor de seres indefensos que quieren vivir. Detrás de estos conceptos de bondad y maldad hay un enfoque utilitarista inapelable: el que constata que todos los seres vivos pugnan por seguir viviendo y ser felices a su manera. Algunos de ellos, entre los que se incluyen todos los mamíferos, sufren más que otros por tener un sistema nervioso y una conciencia más desarrolladas. Un virus no tiene capacidad empática alguna, pero un mamífero sí (al menos, potencialmente).

Los delfines no parecen ser esos tipos tan majetes que nos vende la factoría Disney: abusan de sus hembras y de sus pequeños, torturan y matan por placer (no son mejores que los humanos, desde luego). Y muchas otras cosas del mismo cariz se pueden decir de otros animales tan aparentemente disneybuenos como los osos panda o los suricatos: eso por no hablar de los insectos, arácnidos y otras especies consideradas inferiores... Pero, frente a la creencia tradicional de que la moral es solo una cosa humana, los científicos apuntan indicios de que los mamíferos también tienen un sentido moral (producto de la evolución) incrustado en su cerebro: son capaces de distinguir lo bueno de lo malo e incluso pueden sentirse culpables de esto último. O sea, que en cada especie hay individuos más buenos e individuos más malos.

Hay un factor clave a este respecto: la inteligencia. Maldad y bondad serían pues hermanas, hijas ambas de la inteligencia, condenadas a coexistir. En estos últimos años me ha dado por pensar que una superinteligencia dotada de una elevada tecnología tendría que ser necesariamente benevolente y empática con el sufrimiento de todas las criaturas vivientes. Viendo el trato que los humanos dispensamos, no ya a las hormigas, sino a mamíferos sensibles como las ballenas, los cerdos, los chimpancés o los elefantes, me entran dudas. Aunque una explicación tranquilizadora es que la humanidad sigue aún en una etapa infantil (como prueba, por ejemplo, la pervivencia de las religiones) y que todo se andará... eso sí, no necesariamente a partir de la estirpe del Homo sapiens.

Leer Desmontando frases solemnes (I): "La verdad os hará libres".

sábado, 20 de junio de 2015

A por tabaco

Al día siguiente cumplirían 25 años de casados. Un matrimonio insulso y sin hijos, sin más pena que gloria. Hacía tiempo que habían almorzado y estaban echando un concurso en la tele. Aunque nunca había fumado, él se levantó del sofá, le dijo a su esposa que bajaba a comprar un paquete de tabaco y salió de inmediato. Ya estaba dentro del ascensor cuando le pareció escuchar la voz de ella fuera. En el estanco de la esquina le informaron de que no tenían la marca que pedía, que ésta solo se vendía en Nueva Zelanda. Con los ojos brillantes, las manos sudorosas en los bolsillos y un amago de maléfica sonrisa, abandonó el establecimiento.

lunes, 8 de junio de 2015

Imagen de un extraño mundo extraandromedano


Si una inteligencia extraterrestre viera esta imagen (suponiendo que percibiera más o menos el mismo abanico del espectro electromagnético que nosotros), no le cabría duda de que detrás de ella hay otra inteligencia: no es posible que esas formas y esa disposición sean meramente aleatorias. Si la observara una hormiga, no entendería -¡no podría entender!- nada. ¿Pero un extraterrestre listo, sin conocimientos previos de la Tierra y sus pobladores, sería capaz de extraer más información útil y relevante de esta foto que una humilde hormiga?

Supongamos que la instantánea de este extraño mundo poblado de cosas desconocidas viniera con una información añadida: la de que cada cinco minutos (traducidos a la unidad de tiempo del extraterrestre de marras), el objeto rectangular de negro del fondo emite un mismo sonido rítmico de unos pocos segundos, algo que se ha constatado siete veces seguidas.

Un observador extraterrestre inductivista concluiría que esa cosa sonaría siempre cada cinco minutos, lo que quizá -sugiere, a su vez, a modo de hipótesis- fuese producto de alguna interacción desconocida con los dos objetos también desconocidos del mismo color (mejor dicho, ausencia de color, ya que absorben toda la radiación electromagnética visible) que están, respectivamente, en el primer plano de la imagen y arriba a la derecha.

Además de columpiarse con la inexistente interacción desconocida, nuestro extraterrestre inductivista caería en el error epistemológico del pavo de Bertrand Rusell, al que un señor venía dando de comer cada día a las 9 de la mañana de manera regular durante muchos meses. El pavo inducía erróneamente esta ley: "Un señor, por razones que desconozco (seguramente por altruismo, pero da igual), me da de comer siempre a las 9". Pero un día el hombre no vino con un saco de pienso sino con un cuchillo para rebanarle el pescuezo: ¡Al día siguiente era Nochebuena, esa fiesta tan entrañable que celebran las familias cristianas!

O sea, lo que le faltaría al extraterrestre inductivista -al igual que al pavo de Russell- es información relevante y suficiente. Una información que podría ser tan vulgar -e insospechada por el alienígena- como ésta: está telefoneando un pesado de una empresa de gestión de cobros, que se ha propuesto hacerlo solo siete veces ese día a intervalos regulares de 5 minutos, para que el morador de la vivienda salde una vieja deuda con una compañía telefónica.

Explicaciones varias

Si el extraterrestre se llamara Iker Jimeandromedón, podría aventurar que las tres bolas del fondo son "microplanetas inteligentes entrelazados por inercia gravitacional": el de arriba se despega cada cierto tiempo para aterrizar en la plataforma blanca de la derecha y así impedir mediante una barrera de antimateria la expansión de lo que a todas luces es un microagujero negro rectangular que conduce a una misteriosa puerta dimensional donde morarían "visitantes de dormitorio": serían éstos quienes estarían emitiendo una señal de alarma a través del artefacto sonoro negro.

Si el alienígena fuera un miembro de la Iglesia Galáctica del Sumo Sacrificio, advertiría que el objeto circular plateado del centro es una manifestación de la divinidad SKER y que en torno a su influencia se despliegan las demás cosas. Ese objeto sagrado se alimentaría en ese mundo -como en el suyo de Andrómeda- de ofrendas que deben ser renovadas periódicamente para evitar un colapso cósmico: esos dos curiosos "cosmobáculos" (lo que vienen siendo en la Tierra bolígrafos Bic de toda la vida) habrían sido dejados por la última civilización redentora de paso. El sonido periódico del objeto negro del fondo sería un mensaje recordatorio de esa visita y una llamada constante a la conversión y el arrepentimiento por no haber practicado suficiente sexo.

Si el ser de otro mundo se llamara Maguforión, alertaría de los perniciosos efectos para la salud de la cosa blanca que emerge del objeto rectangular rojo y recomendaría la ingesta masiva de Basilon-3 para reforzar las defensas en caso de contacto con esa peligrosa fuente contaminante. Y si respondiera al nombre de Foroforión, le importaría un bosón de Higgs la imagen porque tiene algo más importante de lo que preocuparse: la inminente final de la Copa Intergaláctica entre el Rácing de Andrómeda y el Rayo de Antares.

Por su parte, la comunidad científica alienígena (bien purgada de inductivistas desde hace siglos) estaría dividida: algunos sostendrían que nunca podría llegar a entenderse ese extraño mundo; otros mantendrían lo contrario, aunque afirmando que necesitarían mucha más información de muy diversos ámbitos para comprenderlo plenamente. Me da que estos últimos, manejando la misma lógica y las mismas matemáticas que nosotros los humanos, son los que estarían más cerca de la verdad.

viernes, 29 de mayo de 2015

Perros que son buenos gracias a humanos que no lo son tanto

Foto tomada de Erikeltic (Wikipedia).

Muchas virtudes adornan a los perros: el espíritu cariñoso, la fidelidad y la nobleza suelen caracterizar a un animal considerado el mejor amigo del hombre. Hay que coincidir con Arturo Pérez-Reverte en que los canes son, por lo general, mejores que los humanos. Pero lo curioso es que el origen de esas cualidades está en el propio ser humano, en el proceso de selección llevado a cabo por nuestros antepasados sobre los antepasados de los actuales perros, empezando por el primer lobo domesticado. Una selección que debió ser implacable: los perros-lobos que no se ajustaban a lo que los hombres buscaban de ellos eran eliminados sin miramientos.

Para cuidar del ganado, ayudar en la caza, proteger a las personas o simplemente servir de compañía era necesario que el animal fuera obediente y fiel. Los actuales perros son como son porque así es como los humanos hemos querido que fueran: paradójico ejemplo de cómo la bondad puede ser hija no solo de la bondad sino también del puro interés, el egoísmo e incluso la maldad. Por desgracia, también están los perros de los macarras: animales seleccionados solo por su fortaleza y agresividad para pelear. Aquí la brutalidad (animal) sí que es clara hija de la hijoputez (humana). En cualquier caso, la evolución del perro evidencia que su nobleza ya estaba inscrita potencialmente en el primer lobo.

Quizá unos extraterrestres superinteligentes deberían tomarse la molestia de seleccionarnos, cribando la población de psicópatas y demás gente indeseable. Nuestro sino podría ser convertirnos en "el mejor amigo del extraterrestre": de verdad que no sería un mal destino (mientras no nos ahorcasen de viejos, como los cazadores hacen con los galgos).

viernes, 22 de mayo de 2015

Destrucción 'ab toto', no creación 'ex nihilo': una metáfora escultórica de la realidad física


Imaginémonos un bloque esférico de piedra (sin irregularidades, liso y macizo) y un escultor dispuesto a trabajar sobre él. Ante sí tiene un material en bruto perfectamente simétrico y muy ordenado (o sea, con muy baja entropía y, por tanto, muy escasa información), que merced a su oficio artístico podrá convertirse en cualquier forma imaginable (también ordenada o con baja entropía, como cualquier creación o ser vivo -desde un tigre hasta una novela pasando por una nevera y una flor-, pero con menor orden, mayor contenido informativo y menor simetría que el bruto inicial).

Es pertinente señalar que la imaginación del escultor está limitada por lo que éste ha visto: podrá esculpir un elefante con patas de canario y orejas de burro, pero porque ya sabe lo que es un elefante, un canario y un burro. La imaginación consiste en jugar de manera más o menos audaz o traviesa con la información que ya tienes de algo, pero su ejercicio es imposible con lo que nunca has visto. Ningún humano puede imaginarse un tistallu, hipotética criatura de la constelación de Orión. Yo solo he podido imaginar su nombre y su procedencia porque he jugado con las letras de un alfabeto que conozco y con un objeto celeste que sé positivamente que existe. En cualquier caso, un tistallu también estaría dentro del bloque de piedra, al igual que un elefante, un burro o un canario.

De la primera decisión del escultor (por ejemplo, cortar con una motosierra una sección de la esfera para hacerla horizontal por un lado) dependerá el devenir de su obra, al iniciar una secuencia irreversible de causas y efectos. Si la esfera ha quedado reducida a un objeto con cabeza y cuatro extremidades, ya sabemos que nunca será un pistón, una teja, un piano o el programa electoral del PP. El escultor ha podado mucho el objeto original, pero aún así sigue habiendo infinidad de posibilidades a su alcance. Si su cincel alumbra posteriormente el retrato a cuerpo completo de David Hasselhoff, las posibilidades se habrán recortado bastante (ya nunca será Franco Battiato ni Jorge Luis Borges ni Borja Bartolo Santesmases Huidobro), pero continuará habiendo un amplio abanico a disposición del artista: Hasselhoff vestido de vigilante de la playa, Hasselhoff de drag queen, Hasselhoff con el traje de marinero de su primera comunión...

La información que porta la escultura a medida que avanza el tiempo será cada vez mayor, pero siempre muy inferior a la resultante de una obra absolutamente caótica (por ejemplo, un truño diarreico de Esther Ferrazcona). Para entender esto podemos recurrir al ejemplo de una baraja. El mazo de cartas perfectamente ordenado sobre la mesa (con una carta encima de otra, el as de oros al principio y el rey de bastos al final) tiene una entropía muy baja y poca información porque solo hay una manera de disponerla así. Si sacamos los cuatro ases, los ponemos juntos en una fila (el de oros a la izquierda, seguido del de copas, el de espadas y el de bastos) y tiramos el resto de las cartas de cualquier forma sobre la mesa, nuestra disposición tendrá más entropía (menos orden), menos simetría y más información. Y si arrojamos directamente todo el mazo sobre la mesa de cualquier modo, tendremos como resultado un estado con mucha entropía (poco orden), ninguna simetría y mucha más información: hay muchas maneras de que las cartas se dispongan desordenadamente, de modo que nos harían falta muchos más bits para computar específicamente ese estado (que, en consecuencia, ocuparía más memoria en un ordenador) y no otro.



Lo cierto es que el tipo de desorden no es distinguible macroscópicamente, ya que hay muchísimos estados desordenados posibles (por el contrario, solo hay uno ordenado perfectamente). Un teórico silencio absoluto en el patio de butacas abarrotado de un teatro se corresponde con un único estado en el que todos los espectadores están callados. Sin embargo, nadie podría distinguir un murmullo generalizado de otro, porque para ello tendría que disponer de una amplísima información sobre todos los espectadores: en algunos murmullos participan unos espectadores (además, con distinta intensidad) y en otros no. Solo hay un tipo de orden perfecto, mientras que existen multitud de desórdenes diferentes (aunque aparentemente iguales macroscópicamente).

De la metáfora a la realidad

Ha llegado el momento de dar el salto de lo metafórico a lo real. Para el físico serbio Vlatko Vedral, la realidad espacio-temporal sería fruto precisamente de esculpir la totalidad, de podar o reducir todas las posibilidades que ofrece el Cosmos: no se trataría de una creación ex nihilo (desde la nada) sino de una destrucción ab toto (desde el todo), a semejanza de nuestro escultor. Este último podría ser un ordenador cuántico que ejecuta un programa llamado "leyes del Universo". Un programa con el que se cincela una ruta coherente internamente, o sea matemáticamente consistente, por el espacio-tiempo. Pero habría otros programas (otras leyes), que alumbrarían rutas diferentes y, por tanto, distintos universos. Para Vedral, la información es el componente fundamental de nuestra realidad, en conformidad con el it from bit sostenido por John Wheeler. Materia y energía serían en el fondo dígitos binarios (ceros o unos), información que se va generando a cada instante al cribar la realidad total y última. Sin embargo, como apunta Julian Barbour, quizá sería más atinado hablar de bit from it (siendo it la realidad total y última). O sea, nuestra realidad (el it inmediato) es alumbrada por información (bit) generada por la interacción con la cosa en sí o noumeno (el it último u objeto multiversal).

Demos una vuelta de tuerca a la elucubración metafísica. Imaginémonos un fractal (como un diamante) perfectamente simétrico y ordenado, pero con once dimensiones (tal como sostiene la teoría M de supercuerdas) y una existencia abstracta, ideal o platónica. Un objeto así es inconcebible por nuestra mente, que no puede siquiera intuir espacios de más de tres dimensiones. Dentro de él estarían ya inscritos (al modo en que lo están un elefante, un canario y un burro en nuestra esfera de piedra) todos los universos posibles y todos los eventos de cada uno de ellos: los que para nosotros ya han sucedido, los que ahora nos están sucediendo, los que nos sucederán en lo que llamamos futuro, los que nos habrían sucedido en otros universos, los que nunca nos sucederán... Estaría representado el completo catálogo del Multiverso, absolutamente todo -¡y solo todo!- lo que puede existir: de hecho, se trataría del propio Multiverso.

Supongamos ahora que la única manera de que dicho objeto perfecto pudiera materializarse fuese colocándose sobre la parrilla cuántica, ese vacío no vacío en permanente ebullición que hay debajo de nuestra realidad inmediata en su escala más pequeña, donde tiempo y espacio pierden su significado. Sometido a sus salvajes y frenéticos embates, ese objeto resultaría ligeramente alterado, lo que rompería su orden y simetría. Ese accidente determinaría el estado inicial de un universo, además de generar sus leyes y los valores de sus parámetros físicos (la Matemática podría ser lo único común en todos los universos).

Recurramos a otro símil: un saco repleto de tierra que ponemos al alcance de un gorila balanceándose con una cuchilla de afeitar en la mano. Dependiendo de dónde y cómo impacte la cuchilla, saldrá la tierra del saco por un lado u otro y con mayor o menor intensidad. En este caso, la ley de la gravedad se encarga de determinar cómo será el vaciado del saco. En nuestro supuesto cósmico, la ley sería generada automáticamente por la forma en que quedase el objeto en el instante 0 (el de la cuchillada).

En este universo en el que escribo se habrían plegado siete de las 11 dimensiones, con lo que solo se habrían expandido cuatro -tres de ellas espaciales y una cuarta temporal- con la gigantesca inflación cósmica posterior. Y las constantes físicas (constante gravitacional, masa del protón y del electrón, etc.) son las que son, pero podían haber tomado otros valores de haber sido ligeramente diferente el accidente. De hecho, toman otros valores en otros universos (unos viables y otros no, por no ser internamente consistentes) del infinito catálogo del Multiverso. ¿Y por qué un tipo de accidente y no cualquier otro?, ¿por qué el objeto abstracto perfecto es zarandeado de una cierta manera y no de otra? Pues se trataría de algo aparentemente aleatorio, pero como el azar no existe cabría imaginar la existencia de un generador de números aleatorios (¿a su vez autogenerado?) allí abajo del todo.

En cada punto del espacio-tiempo quedaría incrustada una forma de Calabi-Yau en la que estarían compactadas las dimensiones espaciales no desplegadas (existe un número mareante de modalidades de Calabi-Yau, dependiendo de cómo sea esa compactación), una forma resultante del accidente sufrido por el original perfecto. Dentro de cada universo, la forma correspondiente de Calabi-Yau sería siempre la misma en todos sus puntos o átomos espacio-temporales: algo así como su ADN. El modo en que están allí compactadas o enrolladas las dimensiones ocultas marca la dinámica de un universo: sus leyes y sus constantes físicas.


Todo esto que planteo, a riesgo de llevarme una buena colleja (¡no me consuela pensar que se tratará de simples ceros y unos!) de quienes de verdad saben de Física, es fruto de mezclar osadamente la mecánica cuántica, la teoría de cuerdas, el universo inflacionario, las leyes de la termodinámica y el Multiverso (por cierto, es compatible con una supuesta computación simulada del Universo como la planteada por Nick Bostrom). En el último capítulo de su libro Decoding Reality, Vedral concluye que la información se explica por sí misma: sería un fenómeno autogenerado y autosostenible. Y me pregunto, ya para cerrar: ¿Por qué no considerar que ese presunto objeto multiversal siempre ha existido (en su ámbito platónico inmaterial), como sostenía el griego Parménides? ¿Y el vacío cuántico, esa parrilla o hervidero siempre fluctuante? ¿Cómo se pone a tostar allí el Objeto con mayúsculas?... Pues mira, yo qué sé...

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