miércoles, 28 de diciembre de 2011

Dos mil pesetas en la frente

Ocurrió hace casi 18 años. A los pocos meses de establecerme en Madrid, y después de quedarme sin una peseta, probé un día como comercial del Círculo de Lectores. No era precisamente el trabajo con el que soñaba, pero la cruda realidad obligaba. Vestido con chaqueta y corbata, debía acompañar en su ruta para ganar nuevos socios a uno de los vendedores de la empresa: sería una jornada de aprendizaje, para ver cómo se actuaba "a puerta fría".

Me tocó ir con un tipo rubio, de estatura media, ojos muy azules y anchas espaldas, cuyas simpatías políticas no tardó en revelarme: era neonazi. Me lo confesó tras hacer diversos comentarios impresentables que no desaprobé externamente (aunque en mi fuero interno no dejaba de decirme: "He aquí un soberano hijo de puta"). Uno de ellos estaba dedicado a una gitana que salía en la portada del Interviú: aseguró que le ponía muy cachondo pese a merecerle el más profundo desprecio por su etnia. El seguirle la corriente me hizo ganar su confianza, me permitió observarle atentamente en su salsa como haría un entomólogo con un escarabajo en un terrario. Ya había superado la treintena, así que tenía unos cuantos años más que yo. Me confesó que tenía un hijo y que ya no estaba para ir dando golpes a "gentuza" con bates de beisbol: no por un reparo moral sobrevenido, sino por no meterse en líos con la Justicia más propios ya de jovenzuelos. Me reconoció con orgullo y cierta nostalgia haber dado buenas hostias en sus tiempos mozos.

Nos tocó trabajar en Torrejón de Ardoz, que ya en aquel lejano 1994 era una población con una presencia significativa de inmigrantes. En la primera puerta a la que tocó nos abrió una dominicana negra. Desplegando todas sus habilidades como charlatán de feria, exhibiendo una sonrisa más falsa que Judas, intentó convencer a la mujer de sumarse al Círculo. No he olvidado cuando le inquirió por sus hijos con un brillo maléfico en sus ojos líquidos: "¿Tienes pitufines?... Pues hay muchas cosas que les podrían interesar de nuestro catálogo". En el vestíbulo, detrás de sus faldas, se escondían tímidamente unos niños mulatos tan pequeños como indefensos.

No convenció finalmente a la dominicana. Ni a ella ni a ninguna otra persona en todo la mañana de pateo por Torrejón. También tocamos en la casa de un magrebí y en la de un individuo muy amanerado ("un mariconazo"). Después de comer un menú del día volvimos a la carga, con igual resultado. Nos dirigimos a su coche cansados y con sensación de derrota. "Alguna vez pasa esto, ¿sabes?". Entonces, cuando le pregunté si le incomodaba tener que vérselas con gente a la que odiaba o despreciaba, me transmitió la enseñanza del día: "Cuando tengo delante a una guarra como la de esta mañana, me imagino que tiene escrito 'Dos mil pesetas' en la frente". Eso es lo que ganaba por cada nuevo socio. En su fría mirada de resentimiento advertí un fondo de amargura, de insatisfacción, de infelicidad. Regresamos a Madrid y le despedí para siempre con un falso "hasta mañana".

viernes, 23 de diciembre de 2011

El masaje de la novicia

                                         (Dedicado a Samuel P., Brian Greene y Mario Salieri)

La monja más atractiva que he conocido tiende sobre la camilla su antebrazo desnudo al masajista que tiene sentado enfrente. El delicado masaje de su mano dibuja de vez en cuando en su rostro bondadoso un rictus de dolor, mientras suena en la habitación el Ave María de Schubert. La máquina productora de onda corta no oye la música, ni ve los ojos grandes de la novicia, su negra cabellera recogida en una coleta y su hábito de color crema. El aparato de ultrasonido, el láser y los equipos de magnetoterapia tampoco escuchan, ni ven ni sienten. Ni las camillas, ni las puertas, ni el techo, ni el suelo, ni las paredes, ni los rollos de papel y la ropa que nos cubre a los que allí estamos. Yo sí escucho la música y veo a la joven armoniosamente fundida al masajista por las manos. Están fuera de mí, más allá de mi piel, recortados en el espacio que me circunda por donde se propagan invisibles las notas de Schubert.

Al salir del centro de rehabilitación me pregunto perplejo dónde está la estampa que acabo de dejar atrás (con la banda sonora del Ave María incluida), que ya empieza a deshacerse lentamente en mi memoria. Y caigo en la cuenta, abismado en la extrañeza, de que no sé quién es de verdad la novicia ni quién el masajista ni quién yo mismo, ni dónde estamos realmente. Si acaso somos algo, si acaso estamos en algún sitio.

lunes, 12 de diciembre de 2011

¿La Filosofía ha muerto?

Esto afirma en su último libro (El gran diseño) el físico Stephen Hawking, quien sostiene que la Filosofía "no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la Física". Lo cierto es que la filosofía contemporánea -sobre todo la continental europea, no tanto la anglosajona- tampoco se ha molestado en entender demasiado de Biología, Etología, Neurociencia, Matemática, Economía o ciencias de la computación, materias que ha tendido a despreciar olímpicamente en beneficio de infumables fenomenologías, hermenéuticas, deconstrucciones, racionalidades comunicativas, metanarrativas, etc. Ese desprecio no quita que muchas veces haya recurrido, de manera impropia e incluso risible, al uso de conceptos científicos para darse aires de gravedad.

En un programa de TVE dedicado a la Filosofía, José Antonio Marina dice que "la bondad no es nada más que aquella forma de percibir con agudeza qué es la buena solución a cada problema y también tener la gallardía de ponerlo en práctica". Una frase tan resultona como impropia, porque eso no se llama bondad sino inteligencia resolutiva (nadie diría que es un ejercicio de bondad limpiarse el culo tras un apretón en el campo con las páginas de un periódico que se tiene a mano). Estas palabras son un ejemplo de que buena parte de la filosofía se ha convertido en mera verborrea, en el mejor de los casos elegante o inteligible (porque hay que reconocer la elegancia e inteligibilidad de Marina y Fernando Savater, a diferencia de otros, para sostener cosas evidentes e incluso naderías). Y bien trufada de citas y apelaciones a clásicos, que le dan un barniz de erudición absolutamente estéril.

El peor de los casos es el de la verborrea ilegible, con maestros de la oscuridad y el fárrago tan influyentes en la tradición filosófica continental como Heidegger, Deleuze, Baudrillard, Gadamer, Derrida, Lyotard y quien posiblemente sea el mayor timador intelectual de la historia reciente: Lacan. De ellos beben filósofos actuales como Jürgen Habermas (Premio Príncipe de Asturias solo por decir de manera comprensible en miles de páginas que hay que buscar consensos y que la democracia es buena), Alan Badiou (intragable filósofo de cabecera de terroristas de inspiración marxista-leninista como los etarras) o Peter Sloterdik (creador de un esperpéntico discurso poblado de esferas, burbujas, globos, espumas, "uterotopos", etc.).

Otros pensadores franceses como André Glucksmann, Bernard-Henri Levy y Alain Finkielkraut se han apartado afortunadamente de la jerga postmodernista de sus compatriotas más mayorcitos, alguno de los cuales -Deleuze- no dudó en tildarles de "bufones televisivos" por su osadía de expresarse con claridad. En realidad, estos jovenzuelos son más comentaristas políticos que filósofos.

La escuela filosófica anglosajona es, por fortuna, otra historia (¿quizá gracias a apartarse de Hegel, ese "soplagaitas" según Schopenhauer?). No es casual que gente tan valiosa como Bertrand Russell, Karl Popper o John Rawls hayan mamado de esta tradición, presidida por la claridad y la profundidad. Una escuela a la que se adscriben posiblemente los mejores filósofos actuales, como Peter Singer, Daniel Dennet o David Chalmers. Rompiendo moldes, Singer es exponente de una nueva ética transhumanista basada en la ponderación utilitarista de los intereses de todos los seres sintientes (humanos o no).

Ello lo sitúa muy lejos de uno de los filósofos españoles antes mentado, que hace poco tuvo la ocurrencia de presentar un libro suyo de Ética en una plaza de toros: no resulta extraño dada su condición de lego en Biología, manifiesta en entrevistas como esta (escuchar desde 10'40'' hasta 11'31'') en la que afirma que los animales son autómatas que no toman decisiones (debería leerse algún manual de la ESO o pinchar, por ejemplo, aquí). Al menos, como ya señalé antes, hay que reconocer al autor de Ética para Amador (en cuyas páginas también exhibe una enorme ignorancia sobre el mundo animal) su capacidad didáctica, su honestidad intelectual y su alejamiento de la oscuridad farragosa: no es poca cosa.

Al hilo de esta cuestión, siempre conviene recordar el hilarante escándalo Sokal, que dejó en rídiculo el pensamiento postmodernista con la publicación de un bodrio absurdo e infumable (redactado así deliberadamente) en una prestigiosa revista estadounidense de ciencias sociales. Por cierto, si alguien quiere convertirse en filósofo puede hacerlo en esta web generadora de piezas filosóficas postmodernistas. A mí me ha salido un texto muy mono llamado "Desublimación textual en los textos de Joyce".

domingo, 4 de diciembre de 2011

Analfabeto digitalizado (e-analphabet 2.0)

Retuitea la última ocurrencia de Sergio Ramos, escribe en Facebook "Ke me has colgao el San Benito de beata y yo soy acróstica. ;)", ve el programa televisivo Sálvame en HD, se suscribe al RSS del blog de Victoria Beckham, escucha con el iPhone el último podcast de Espacio en blanco, hojea con el iPad el e-book de una novela de cátaros o templarios recomendada por un usuario de la red ("OLA STOY LEYENDO ESE LIBRO, TODAVIA NO LO HE AKAVADO PRO POR LOKE YEVO LEYNDO ESTA BSTANTE BIEN"), se descarga del Apple Store la aplicación iFart para simular pedos (o peos), pide a un amigo que le mande un WhatsApp cuando le dé a la cisterna del W.C., cuenta a un colega a través de Skype que el vídeo subido a YouTube de un tipo corriendo con el badajo al aire se ha convertido en trending topic, va al Campus Party para descargarse tropecientas películas de serie B y quemarse las pestañas jugando al último videojuego de dar hostias como panes, pone un "Me gusta" y un comentario de "Que precioso" a un vídeo del amanecer con música new-age y el subtitulado "Tus ojos son un lusero que me encontré en el camino, miré entonses pa un lado y me estreyé contra un pino", se descarga en el Smartphone el politono de Papi Chulo, enriquece con elegancia y estilo la entrada en Wikipedia de Lady Gaga, reenvía por e-mail un correo con asunto: Ésta no es ninguna carta basura. Bill Gates está compartiendo su fortuna, se mete en el foro de una teleserie para que voten a su niño, crea el hashtag #caca, menea el último post de Alejandro Jodorowsky, se baja del Rincón del Vago un trabajito para intentar colárselo palabra por palabra a su profesor o su jefe,... ;)


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