viernes, 29 de septiembre de 2017

Izquierda, nacionalismo y religión (a dos días del aquelarre nacionalista del 1-O en Cataluña)


Además de burdo y simplista, el nacionalismo es una ideología tóxica por su naturaleza excluyente que enfrenta inevitablemente a unos humanos con otros. Lo mismo puede decirse de la religión, con la que está frecuentemente hermanado (a su vez, deformadora de mentes infantiles, generadora de fobias, miedos y traumas, verdugo del conocimiento y la felicidad propia y ajena). No sorprende pues el nacionalcatolicismo (ideología oficial del franquismo) de algunos de nuestros obispos, que salvo en la bandera esgrimida no se distingue demasiado del de las iglesias de Cataluña (donde abundan los prelados y curas que abogan por levantar nuevas fronteras, abrazando el independentismo como una extensión del cuarto mandamiento), País Vasco (donde no son pocos los religiosos que simpatizan con nacionalistas e incluso lo hicieron con ETA), Irlanda (ídem, pero sustituyendo ETA por IRA) o Croacia (donde en la Segunda Guerra Mundial hubo incluso monjes dedicados a degollar a mansalva a serbios, judíos y gitanos). Y no olvidemos a Rusia, cristiana pero no católica, donde la jerarquía ortodoxa se ha convertido en un firme aliado del autócrata Putin por defender la gran nación eslava y poner firmes a homosexuales, librepensadores y zorras.

La izquierda democrática del siglo XXI, si quiere ser fiel a su condición de progresista, no debe estar jamás alineada con nacionalistas ni reírles gracia alguna. Ni, claro está, con enemigos del laicismo (esto no quiere decir que no tolere a unos y otros dentro de los límites de una democracia civilizada), sean de nuestra religión patria o de cualquier otra supuestamente de paz. Nacionalismo izquierdista es un oxímoron, lo mismo que izquierdismo confesional. No es de izquierdas un caudillo populista como el nicaragüense Daniel Ortega que, para congraciarse con la jerarquía católica más rancia de su país, prohíbe abortar a niñas violadas aun cuando peligren sus vidas por seguir con el embarazo. No son de izquierdas quienes como ERC -por cierto, Oriol Junqueras es católico practicante- o Bildu anteponen supuestos derechos sagrados de territorios a los derechos de la gente (en el caso de Bildu no ha pasado mucho desde cuando jaleaban a quienes daban tiros en la nuca y ponían coche-bomba). Y si acaso fueran de izquierda, y si también lo fuese una formación extremista -en el peor sentido de la palabra- como la CUP, entonces quizá habrá que ir buscando otra etiqueta para la izquierda democrática, tolerante, laica, sensata e internacionalista del tercer milenio.

lunes, 25 de septiembre de 2017

'R que R desde Alfa hasta Omega: Un ensayo sobre el error', ya a la venta en Amazon


Una entrada en noviembre de 2015 en este blog con un nombre parecido ("Naturaleza física del error") ha sido la semilla del libro que ahora ve la luz. El ensayo también se ha alimentado de algunas otras reflexiones publicadas en este cuaderno de bitácora desde que lo abrí en septiembre de 2010. He podido terminarlo en ratos libres robados a tardes y fines de semana gracias a mi constancia y perseverancia, aunque ha sido un esfuerzo gustoso porque me interesa mucho el asunto: el error con sus profundas implicaciones, un concepto que toca palos tan diversos y fundamentales como la vida, la enfermedad, la muerte, el azar, el libre albedrío, la maldad, la evolución, la felicidad, la ignorancia, la estupidez... (pocas cosas de las realmente importantes quedan fuera de su alcance). Pero este libro no hubiera sido posible sin el aliento inicial de Samuel A. Pilar, que fue quien me sugirió la idea de escribir algún ensayo de este tipo y me transmitió su confianza en que yo podría hacerlo bien. Y también debe parte de su existencia a las conversaciones campestres en la sierra de Guadarrama con Salvador Casado (@DoctorCasado). A ellos, a Antonio Rincón Córcoles y a mi paisano canario José Miguel Santos confié la lectura del texto antes de su publicación. ¡Muchas gracias, amigos!

Este capítulo de agradecimientos estaría incompleto si no incluyera a dos científicos tuiteros que, sin saberlo, me han dado muchas pistas con su interesantísima actividad en Twitter: @BioTay (el biólogo Antonio J. Osuna Mascaró) y @pitiklinov (el psiquiatra Pablo Malo).

Puedes comprar el libro aquí por solo 2 euros

Este es el índice de contenidos del ensayo:
-Un día (como cualquier otro) en el error
-Introducción
-El error en la historia del pensamiento
-Error: actores y escalas
-Causas y manifestaciones del error
-Cometiendo errores… y evitándolos para sobrevivir
-El error social más caro: Rapa Nui como aviso
-Engaño y error: el mal sale a escena
-Error, lenguaje y realidad virtual
-Error y aprendizaje individual y social. La ciencia
-Historia humana: ¿un error para la felicidad del individuo?
-Error y azar: la estadística al rescate
-Cuando la inteligencia colectiva fracasa: el error en las organizaciones y su prevención
-Error y complejidad. Tecnología y economía
-Las razones últimas del error: ¡entramos en la Física!
-Error y perfección: ¿hacia un mundo sin error?… ¿y sin muerte?
-Verdad y error
-El error de escribir un libro sobre el error: un mundo de asombrosas emergencias
-Bibliografía
-Sobre el autor

martes, 5 de septiembre de 2017

¡A sus marcas, consumidores!


Todo el mundo debería saber que unas buenas gafas de sol no tienen por qué costar más de 25 euros: es lo que dice cualquier profesional de la oftalmología. Esto mismo es aplicable a una crema hidratante, unos pantalones vaqueros, unos zapatos, un móvil, una botella de vino, una pelota de baloncesto o un coche. Por encima de un precio razonable solo hay un valor de marca. Si hay alguien dispuesto a desembolsar 150 o 400 euros por unas gafas de sol, no está pagando solamente por un producto para proteger sus ojos de la radiación solar sino tambien por un diseño glamuroso o sencillamente una marca de prestigio para codearse y darse el pisto.

La publicidad ya se encarga de convencernos de que lucir una determinada marca es cool, que no hacerlo es propio de pringados o fracasados. ¡Y a fe que lo consigue! El efecto de los anuncios es particularmente nocivo entre los más jovenes, los más necesitados de la aceptación de sus pares. La promoción de marcas blancas permitiría un notable ahorro a los consumidores y contribuiría a un mundo más sostenible, pero choca con un muro cultural en una sociedad en la que los que están arriba quieren distinguirse y los que están abajo no tienen intención alguna de transformarla sino de colocarse arriba. Un izquierdista de manual diría que la culpa es de un sistema capitalista que ha emponzoñado a la buena gente, pero yo creo que el canalla no es otro que la propia naturaleza humana.

La responsabilidad de los famosos a este respecto es muy importante. ¿Pero qué ejemplo pueden dar muchos deportistas o cantantes (no precisamente de ópera) cuya vida gira en torno al lujo y la más grosera ostentación? Flaco favor hacen también muchas de esas celebridades que solo persiguen hacer caja, aunque ya anden sobrados de dinero, anunciando cualquier cosa sin el menor rubor. Me pregunto si El Rubius (el youtuber más conocido de España) es consciente del daño social de anunciar una conocida bebida azucarada. O si Rafa Nadal o Pau Gasol tuvieron algún reparo moral por promocionar en su día sendas bebidas alcohólicas.

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