lunes, 22 de diciembre de 2014

La política, ese arte de lo posible

¡Cuánta razón tenía Aristóteles al definir la política como "el arte de lo posible"! Es algo que deberían tener en cuenta quienes creen ingenuamente en utopías (cuya búsqueda suele conducir, paradójicamente, a las más siniestras distopías) y vías rápidas hacia ellas, sobre todo desde la izquierda. Quienes creen que es posible lograr el Cielo en la Tierra a través de la acción política, acaso con la liquidación del capitalismo, el neoliberalismo o la perversa hegemonía estadounidense, pasando por alto nuestra condición humana (con su potencial no solo para lo bueno sino también para lo malo).

Esos mismos que echan pestes de la Transición política en España, pilotada con gran habilidad y suerte por Adolfo Suárez, ignorando que las libertades y el relativo bienestar de que gozamos se fundamentan en la Constitución consensuada de 1978. Y que en aquel momento no era posible nada mejor, dado el equilibrio de fuerzas existente (el haberlo pretendido hubiese tensado tanto la cuerda que podría haberla roto -incluso no yendo más allá, tuvimos el desagradable episodio del 23-F- y llevarnos a una lamentable involución). Esto lo entendieron en su día políticos inteligentes como Santiago Carrillo o Josep Tarradellas, quizá marcados por su amarga experiencia en la Guerra Civil y el exilio.

Porque la clave de la política es intentar mejorar la vida de la gente, pero siendo consciente de limitaciones de toda índole: culturales, históricas, socioeconómicas, geopolíticas... Se trata de avanzar con firmeza, de no dar un imprudente paso en falso hacia adelante para luego tener que dar dos hacia atrás (dejando ánimo y efectivos en el camino). Y ello requiere pelear democráticamente con el adversario, pero también negociar con él (y, a veces, ceder), apostar por los consensos cuando son necesarios, mantener delicados equilibrios y manejarse con astucia y mucha mano izquierda. 

Es un suicidio pretender una transformación económica o social profunda si no se dispone de apoyos suficientes o no hay una sólida masa crítica detrás. Si los más poderosos te identifican como una amenaza existencial, no dudarán en aplastarte como a una cucaracha. Ya pasó en España en 1936 y en Chile en 1973. Claro está, siempre queda la opción de hacer las cosas a las bravas, de intentar derrocar a "los de arriba" por la fuerza como en 1917 en Rusia. La resistencia armada puede tener justificación, e incluso servir a una noble causa, como en la Sudáfrica del apartheid (con Nelson Mandela en la oposición). ¿Pero tiene algún sentido en la España o la Europa de 2015? Porque, por imperfecta que sea nuestra democracia (corroída por la corrupción, con el modelo constitucional del 78 evidentemente agotado), es todavía la base de una convivencia relativamente civilizada. Nuestra libertad no es gratuita ni se debe dar por descontada. O sea, que tenemos bastante que perder, por mucho que algunos se empeñen en decirnos lo contrario.

Esto no es cobardía ni conformismo, sino sano e inteligente realismo. Nadie con dos dedos de frente tildaría de cobarde, por ejemplo, dejar para mejor ocasión la legalización de las bodas homosexuales en Afganistán. Lo sensato es apostar por la educación en un país estragado por el analfabetismo (y, consiguientemente, muy apegado a la tradición y la religión). Dentro de unas décadas, con una población alfabetizada y mucho más libre del yugo religioso, acaso llegue el momento de plantear esa cuestión. ¿Pragmatismo? ¡Cómo si no! ¿De qué sirve una política que no sea pragmática, reducida a un mero ejercicio intelectual de salón?

Barack Obama es otro de las bestias negras de estos esencialistas, que seguramente desconozcan estas palabras de Salvador Allende en 1971 a los jóvenes chilenos, alertándoles del infantilismo izquierdista: "Una revolución política no se puede hacer en un día. Una revolución social no la ha hecho ningún pueblo jamás en un día, ni un año, sino en muchos años". Y estas otras palabras del mismísimo Lenin en La enfermedad infantil del izquierdismo en el comunismo:  "La política se parece más al álgebra que a la aritmética y todavía más a las matemáticas superiores que a las matemáticas simples".

Se achaca a Obama no haber hecho prácticamente nada bueno, obviando que acaso se justifique su presidencia solo con sacar adelante su justa reforma sanitaria, regularizar a millones de inmigrantes ilegales y sentar las bases de la reconciliación con Cuba. Eso sin contar el enorme valor simbólico, tan importante para una población afroamericana esclavizada hace 150 años y aún segregada hace solo 50, de ser el primer ciudadano negro inquilino de la Casa Blanca. Él debía saber, al tomar posesión en enero de 2009, que no podría conseguir mucho más, habida cuenta del peso de los grupos de presión en Washington y de los inevitables peajes para llegar a la presidencia de ese país (para lo que hace falta reunir mucho dinero y apoyos, con los consiguientes compromisos). Pero quizá sus ochos años habrán valido la pena solo con lo antedicho.

En España, estos mismos izquierdistas infantilizados (junto a muchos otros ingenuos desideologizados) exigirán a Podemos, si este partido gana las elecciones en 2015, mucho más de lo que el político mejor informado e intencionado podría jamás conseguir: desde acabar con el paro y la corrupción (un fenómeno de raíces profundas que no se elimina de la noche al día) hasta hacer que todos los españoles ganen al menos 1.500 euros al mes trabajando menos horas y se jubilen a los 60 años con el 100% del sueldo. Pero eso es sencillamente imposible, más si cabe en un mundo tan interconectado como el nuestro del siglo XXI. Hay que reconocer que el propio Pablo Iglesias asegura, con muy buen tino, que solo pretende conseguir un país "un poquito más decente". Lo cual ya sería bastante, desde luego que sí. Para exigir mucho más habría que apelar a la magia o a la religión en vez de a la política.

martes, 16 de diciembre de 2014

La Unión Deportiva Las Palmas y yo (y III)


Hace dos años publiqué sendas entradas (I y II) dedicadas a mi equipo de fútbol: la Unión Deportiva Las Palmas. La tercera entrega estaba pendiente y he decidido que llegue ahora, cerca del ecuador de una temporada que, por fin -esta vez será muy difícil equivocarme, viendo no solo la calidad de jugadores titulares y banquillo sino también la actitud ganadora del plantel amarillo-, llevará al equipo de nuevo a Primera División tras 13 años de ausencia.

Cuando cerré el segundo post, el equipo encaraba un final de temporada 2012/13 en la que el Almería nos terminaría robando el sueño de ascender (en la semifinal de la promoción). Fue un disgusto, pero lo peor estaba por llegar al año siguiente (temporada 2013/14), cuando se registró el que posiblemente haya sido el peor día en la historia de la Unión Deportiva: perder en casa un ascenso casi en el último segundo, en la final de la promoción contra el Córdoba, por culpa de una panda de desalmados (los cuatro mataos de siempre jodiendo la pavana) que interrumpieron el partido en el tiempo extra y desconcentraron a los jugadores, con sonrojantes incidentes posteriores que serían portada en todos los medios de comunicación españoles.
Asdrúbal desolado el 22 de junio de 2014 tras el ascenso perdido. Foto: Quique Curbelo

Pero de ese tremendo mazazo, del que fui testigo atónito en directo desde el sofá de mi casa madrileña, muchos hemos extraído una enseñanza que va bastante más allá del fútbol: que no hay que rendirse nunca, que no hay que tirar la toalla cuando tienes fe en lo que haces y lo estás haciendo bien, que la Tierra sigue girando y la vida continúa dando oportunidades. Hay que reconocer a este respecto la loable tenacidad del presidente del club por volver a intentarlo de nuevo desde cero, contra viento y marea (el destino sería juguetón al emparejarnos en la primera jornada de esta temporada con el recién ascendido Llagostera, mientras que el Córdoba visitaba al Real Madrid en el Estadio Bernabéu).

Asdrúbal el 6 de diciembre de 2014 tras el gol de la victoria en el min. 90 ante el Leganés
Lo cierto es que la U.D. se ha rehecho de manera ejemplar -insisto en subrayar el mérito, ya que el varapalo de ver todo el trabajo de un año tirado por la borda en el último suspiro fue brutal- y seis meses después estamos todos sus aficionados disfrutando de los pepinazos inesperados a las mallas de Araújo y Asdrúbal, los golazos de falta de Nauzet Alemán, los pases perfectos de Valerón (aunque cada vez juegue menos por su edad), los carrerones por la banda de David Simón, la clase de Momo, Vicente Gómez, Hernán Santana, David García, Ángel, los gemelos Javi y Dani Castellano, Aythami Artiles, Roque Mesa... De un equipo integrado mayoritariamente por canteranos, por gente de la tierra (no solo de Gran Canaria, sino del resto de Canarias) que al saltar al campo con la camiseta amarilla siente algo especial: es más que un trabajo por cuenta ajena, es más que un Cristiano Ronaldo metiendo un gol para el Madrid o un Messi haciendo lo propio para el Barça.

Y ya no podemos dejar de imaginarnos a Valerón, el gran icono moral de nuestro equipo y acaso del fútbol español, llorando de emoción el momento exacto en que conquistemos el ascenso en la primavera de 2015. Y la plaza de España (la antigua plaza de la Victoria) de Las Palmas abarrotada como en mayo del 2000 (¡eso lo viví allí!), cuando volvimos a Primera tras doce años. Es fútbol, nada más que fútbol. Pero como dice mi amigo salmantino y colchonero Santi Riesco, se trata de "la cosa más importante de las menos importantes". Y para los canarios será una inyección de autoestima: no solo una cuestión de orgullo colectivo sino un recordatorio de que podemos hacer bien las cosas (incluidas las que son mucho más importantes que el balompié) cuando nos lo proponemos. Así pues, solo me queda decir: ¡¡Arriba d'ellos!! ¡¡Pío, pío!!

FELIZ POSDATA: El 21 de junio de 2015, después de 13 años, la Unión Deportiva Las Palmas regresó a Primera División tras una emocionante victoria por 2-0 en su estadio sobre el Real Zaragoza.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Un informe jurídico alerta del "gravísimo peligro" de una victoria de Podemos

El catedrático constitucionalista Jaime de Sota Bamberg ha alertado, en un informe jurídico presentado esta tarde en una capea en Gerindote (Toledo), del "gravísimo peligro" de una eventual llegada a Moncloa de Podemos. En su trabajo, encargado hace meses por la Fiscalía, el Canal 13 TV y el diario La Razón, Sota sostiene que "tras la denominación aparentemente inocua de Podemos se esconde una potentísima bomba constitucionalicida"

Al parecer, la clave está en la propia denominación del partido (primera persona del plural del verbo poder), que según el prestigioso jurista "conferiría a limine un mandato irrestricto, ad libitum, para hacer lo que le venga en gana al depositario del sufragio una vez sustanciado su acceso a la presidencia del Ejecutivo". "Sería un ejemplo palmario de ejercicio ciudadano de ad voluntatem alicuius de efectos derogatorios sobre la totalidad del corpus iuris", señala Sota. "Strictu sensu, supondría otorgar un poder uno ictu para legislar y gobernar arbitrariamente contra natura en cualquier orden y materia".

El jurista no quiso quedarse en la generalización y puso varios ejemplos de lo que podría ocurrir en nuestro país tras una victoria del partido de Pablo Iglesias. Para empezar, tendríamos la liberación inmediata de todos los etarras en prisión. Precisamente, el diario ABC ya adelantaba hoy mismo que los presos de ETA proponían el voto a Podemos y no a Amaiur en las próximas elecciones generales. Pero Sota ha ido mucho más allá: "Se abre la puerta a cualquier otra utilización nefanda del verbo poder en primera persona: no es solo Podemos liberar a asesinos etarras sino Podemos permitir el matrimonio entre tres personas o entre dos personas y un animal o entre una mujer y un cactus, tal como vienen demandando últimamente los activos movimientos queer y bisexuales". "Incluso Podemos oficializar el bable en Asturias o Podemos implantar la sharía en Andalucía", añadió ante los cientos de personas (políticos, tertulianos, cantantes de copla, promotores inmobiliarios, guardeses, auxiliares de montería, taxidermistas y presidentes de equipos de fútbol) reunidas ad hoc en la vasta finca toledana del marqués de la Esterlitzia.

Al final de su presentación, el experto en política internacional de Nuevas Generaciones del PP Borja Bartolo Santesmases Huidobro preguntó a Sota si solo sería posible un empleo políticamente nefando de la primera persona del plural del susodicho verbo identificador del partido de Iglesias. Sota fue muy claro a este respecto: "No cabe esperar otro uso, no cabe esperar un Podemos prohibir el divorcio o Podemos encarcelar a las mujeres que aborten o Podemos someter a adecuado tratamiento a los queer y bisexuales en centros privados concertados o Podemos cazar en libertad en parques nacionales o Podemos construir libremente hoteles y apartamentos a orillas del mar o Podemos conducir a 200 km/h en las carreteras o Podemos tomarnos unas copitas en un piano-bar antes de conducir porque controlamos o Podemos sancionar severamente a los cultivadores de marihuana. Y esto es así por una razón muy clara y evidente: los cabellos del señor Pablo Iglesias". Sota trajo a colación un pasaje de la primera carta de San Pablo a los Corintios (1 Corintios 11:14) que a su juicio es "inapelable para ese señor con coleta": "La naturaleza misma, ¿no os enseña que al varón le es deshonroso dejarse crecer el cabello?".

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha declarado desde el sofá de Moncloa en que se encontraba viendo un partido de fútbol de Canal Plus que se toma muy en serio las conclusiones del informe. Rajoy ha subrayado la profesionalidad de Sota Bamberg: "De hecho, es medio amigo de mi primo el científico. Y, además del Madrid, jeje".

lunes, 1 de diciembre de 2014

La gran paradoja de Podemos: lograr una mayoría de izquierda con potenciales votos de ultraderecha

Ya se ha escrito mucho sobre Podemos (recomiendo este artículo de Ignacio Torreblanca por la agudeza y claridad de su bien informado análisis), pero nadie ha puesto suficiente énfasis en lo que considero más curioso de este fenómeno político: que puede (y, es más, ¡solo puede!) llegar al poder gracias al apoyo de mucha gente desideologizada que jamás ha simpatizado con la izquierda y siempre le ha traído al pairo la política como si nada le fuese en ella.

O sea, que una buena parte del electorado potencial del partido de Pablo Iglesias -una vez descontados los minoritarios simpatizantes de izquierda concienciados y no pocos socialistas desencantados- es el mismo que el de una formación populista de ultraderecha. Algo que, por supuesto, Iglesias sabe perfectamente. Pero todos los votos valen igual en democracia y sirven para aupar al poder. Y una fuerza política con vocación transformadora ha de tener la ambición de poner la pica en Moncloa, de ir más allá de la vara de mando en unos pocos municipios pequeños y los breves discursos dentro del grupo mixto del Parlamento ante un auditorio medio vacío.

Hugo Chávez no usó el término socialismo hasta que estuvo consolidado en el poder. Para llegar a la presidencia en un país como Venezuela no servían lecturas comentadas de Engels ni rancias proclamas leninistas: era mucho más eficaz apelar a Cristo, ponerse una gorra de béisbol y hacer guiños campechanos al pueblo llano en la televisión. Al igual que en Venezuela, y salvando las distancias (el perfil intelectual de Iglesias no es, desde luego, el mismo que el de Chávez), el éxito de Podemos en España debe mucho no solo a la desesperación de la gente por la crisis económica y al desencanto generalizado con la clase política sino también a la proyección mediática de su líder, convertido en un personaje popular gracias a sus brillantes intervenciones en las tertulias del TDT Party. ¡Qué ironía que la derechona mediática española, al servirse de él para dar un aire de pluralidad a sus programas, haya terminado catapultándolo a la fama!

La cuestión clave es que, aunque Podemos ganase en 2015 las elecciones, me temo que la mayoría social de este país no está verdaderamente por un cambio de modelo económico superador del capitalismo de casino, el desarrollismo ecológicamente insostenible, el grosero consumismo y el corrupto-clientelismo (este último, producto de la Marca España); muchos de sus potenciales votantes solo quieren que les den una solución a su problema: el de haberse quedado en paro y no poder seguir consumiendo a lo grande ni quemando gasofa con el coche de alta cilindrada comprado a crédito, como antes de la crisis.

Y con esos mimbres no se puede pedir mucho (ya reflexioné sobre ello tras la campanada en las elecciones europeas). Si esto fuera Islandia, yo estaría ilusionado ante una victoria de Podemos (ya solo por el necesario impulso regenerador, más allá de la inconcreción y contradicciones de su programa y de la contrastada tendencia de quienes están a la izquierda de la socialdemocracia a salvarnos sin nuestro permiso y a encontrar "enemigos del pueblo" hasta debajo de las piedras). Pero esto es España: solo hay que observar la conducción en sus carreteras, el estado de limpieza de las cunetas, la importancia dada a la educación y la cultura, la forma de hacer una cola, el interior de los contenedores destinados al reciclaje, las audiencias de la telebasura, la manera de trabajar -¡y de no hacerlo!- en las empresas (privadas y públicas) y la Administración, el trato a los animales...

Muchos de los futuros votantes de Pablo Iglesias serán pues los mismos que ya fueron víctimas del timo electoral del PP en noviembre de 2011. Los mismos que se creyeron las evidentes mentiras de Rajoy hace tres años piensan ahora que El Coletas (¡un preparao!) es quien les va a sacar de ésta, en la doble ignorancia -compartida con los genuinos votantes de izquierda del partido- de que se puede enmendar el modelo socioeconómico haciendo política solo en Moncloa y de que vicios muy arraigados en nuestro ADN cultural (incivismo, clientelismo, complacencia con la corrupción, etc.) se pueden erradicar solo a través de la acción de un Gobierno.

Los sensatos intentos de repudiar parte de la deuda y acabar con las políticas de austericidio, de lograr que los ricos paguen más impuestos y meter en cintura a los especuladores financieros, no pueden hacerse solo a nivel estatal: estas medidas, para no llevarnos al suicidio y ser eficaces, tienen que ser consensuadas y establecidas al menos en el marco más global de la Unión Europea. Por otra parte, de nada sirve que un Gobierno lo haga bien (suponiendo que así fuera en el caso de Podemos) si la base social del país no está en línea con sus esfuerzos. Por ejemplo, de qué sirve apostar decididamente desde el poder político por una economía sostenible si la gente sigue usando el coche para ir hasta la esquina, no apaga las luces del trabajo al irse a casa o sigue derrochando alegremente el agua. La culpa de estas cosas no es, desde luego, ni del capitalismo ni del neoliberalismo: es directamente nuestra, de los ciudadanos.

El siguiente paso electoral de esos votantes intercambiables sin ideología, al ver que no hay soluciones milagrosas y que incluso se hacen cosas que les disgustan (Podemos ha prometido suprimir la tauromaquia, cosa que deseo fervientemente), sería dar su apoyo a un ultraderechista dinámico y guapo que les convenza de que los extranjeros nos roban. Eso sería mucho más coherente con su condición apolítica y desinformada que el voto a Pablo Iglesias. Y también mucho más inquietante, sinceramente.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Presentación de 'Las transmisiones. Veinticuatro lugares y una carta', de Rafael-José Díaz

José Ángel Cilleruelo, Juan José Martín Ramos, Rafael-José Díaz y yo.
Foto: Jorge Malfeito


Este pasado viernes me tocó presentar en el Ateneo de Madrid el último libro de Rafael-José DíazLas transmisiones. Veinticuatro lugares y una carta, editado por Polibea con prólogo de Alberto Ruiz de Samaniego. Lo que sigue es parte del texto que leí, mal que bien, esa noche en Los viernes de la Cacharrería, espacio literario coordinado desde hace 20 años por Miguel Losada:


El libro de Rafael consta, como bien dice en el título, de 24 pequeñas postales, la mayoría de ellas ubicadas en las islas Canarias. Unas cuantas las conozco, por lo que su lectura ha supuesto un agradable regreso a paisajes de mi infancia y juventud. Parece como si Rafael se acercara a cada uno de estos lugares -además de para huir, para olvidar, para liberarse de tensiones y fantasmas- para que le revelasen alguna verdad profunda. A veces lo hace de manera casi clandestina, a escondidas, guiado por una curiosidad por encontrar una pista o clave (caso de Geesch en Suiza o Boca Cangrejo en Tenerife; por cierto, él mismo, ¡sorpresa!, se retrata como lector de la Cábala).

La insatisfacción le aguijonea cuando no ha encontrado esa clave, esa pista en su incesante búsqueda que le permita luego volcarla en la escritura y "desembocar en la muda raíz de lo decible" (para él, la escritura no tiene otro sentido: no puedo estar más de acuerdo). El problema es la incapacidad del lenguaje no solo para crear algo sino incluso para aprehenderlo: hay algo que siempre se escapa, que no consigue transmitir la palabra. ¿Acaso baste con la insinuación, con el acercamiento?... Esta es otra fuente de frustración: qué mejor expresado que en estas palabras correspondientes a la postal de la tinerfeña Playa de las Américas: "No había ninguna palabra para vastedad como aquella". Y en todo momento está presente la perplejidad, la del alma errabunda "siempre en camino hacia ningún lugar". "No saber si estuviste alguna vez aquí, si sigues recorriendo cada noche el paseo o si es tan solo la huella de un recuerdo del viento" (dice de la localidad grancanaria de Arinaga).

A veces el lugar es testigo de un instante imborrable de dicha, un escenario de felicidad como la playa grancanaria de Guayedra: "Aquella playa era todas las playas, cada una de las playas en las que habíamos retozado". Rafael subraya las extrañas conexiones entre lugares a través del tiempo, desde un pasado idealizado como pleno a un presente que él percibe ya como vacío. Hay una obsesión suya por no violar los paisajes, por convertirlos en santuarios. "Si pudiera aprender a atravesarte en silencio, sin llevarme conmigo nada de lo que guardas" (Palm-Mar, Tenerife). "Para defenderlo de mis ansias posesivas tuve que abandonarlo rápido" (Arguamul, La Gomera). "Tuve que renunciar a él para volver siempre a él".

El libro concluye con una emotiva "carta a un joven amigo", en la que le dice que la edad es lo único que permite comprender ciertas cosas y concluye con una reivindicación del recuerdo. Literatura con oficio, con poso, que como todo intento literario serio desemboca, parafraseando al propio Rafa, "en la muda raíz de lo decible".

sábado, 15 de noviembre de 2014

Desarticulado un falso concurso-oposición a infanta de España

Un individuo de Suances ha sido detenido esta mañana en una sala recreativa de esa localidad cántabra por haber organizado un falso concurso-oposición a infanta de España, por el que llegó a cobrar tasas de inscripción a un pensionista de Huércal-Overa (Almería) y a un inmigrante ilegal nigeriano.

El detenido, un joven de 41 años aficionado al pinball y a la Play Station, colgó hace una semana en Internet la falsa convocatoria pública, en la que se requería solamente ser "mayor de edad, proactivo y de sexo preferentemente femenino" para optar a la condición de infanta de España, además de abonar en su cuenta corriente privada de Liberbank una suma de 150 euros por la inscripción. Para la valoración de méritos de la fase de concurso se establecía la experiencia en decoración de interiores y en Whatsapp, así como el par de golf. La fase de oposición constaba de una parte teórica (test psicotécnico con dos preguntas) y otra práctica, que supuestamente tendría lugar en las pistas de hielo de Xanadú (en el municipio madrileño de Arroyomolinos) el próximo mes de enero.

El pensionista almeriense, decorador de interiores jubilado y tricampeón del Torneo Nacional de Minigolf del IMSERSO, dio ayer la voz de alarma a la Policía al acercarse al Juzgado Central de lo Contencioso-Administrativo nº 1 en Madrid para impugnar el procedimiento selectivo arguyendo la supuesta arbitrariedad del mérito de experiencia en Whatsapp. 24 horas más tarde, fruto de una operación relámpago con la participación de Policía, Guardia Civil y Guardia Real, se consumaba la detención en Suances del sospechoso.

En el piso del presunto estafador se encontraron minutos después numerosas fotocopias con las preguntas del test psicotécnico (véase al final). Los 150 euros abonados por el pensionista ya han sido devueltos a su cuenta corriente. Por su parte, los del inmigrante ilegal nigeriano -que ha sido detenido hoy mismo en Conil de la Frontera (Cádiz) e ingresado en un Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) a la espera de su expulsión- han sido traspasados al fondo de pensiones de Miguel Blesa. El Fiscal General del Estado ha señalado este mediodía en un comunicado que será "implacable con cualquier intento de socavar los principios del Estado democrático de derecho".

TEST PSICOTÉCNICO:
Pregunta 1:
¿Qué número sigue a esta serie: 1-2-3..?
a) 14.568,6
b) 4
c) Me llamo Coco

Pregunta 2: 
Si yo soy Epi, tú eres...
a) Romualdo Benítez Bengoechea
b) 3,14
c) Blas

lunes, 10 de noviembre de 2014

La mala educación


Me temo que las cosas no han cambiado mucho en nuestro sistema educativo en los últimos 35 años, pese a la sucesión de leyes orgánicas (desde la LODE hasta la LOMCE pasando por la LOGSE, la LOCE y la LOE). Por eso no me extraña que sigamos a la cola de Europa en este ámbito, que no es precisamente cosa menor: se trata nada menos que del fundamento del desarrollo económico y social, e incluso de la democracia, de un país.

Lamento constatar en mi hijo que la enseñanza sigue siendo esencialmente un tedioso ejercicio memorístico en el que lo que importa es, sobre todo, qué saber decir o responder en un examen (aunque no se entienda lo que se dice o responde). No se enseña a pensar, no se fomenta la creatividad, el aprendizaje ni la forja de un espíritu crítico. La diferencia con 1979 es que ahora también se memoriza en inglés, que las collejas y capones a manos de los profesores han desaparecido de las aulas y que éstas se han poblado de gadgets tecnológicos como pizarras electrónicas y tabletas. También han desaparecido prácticamente los trabajos en cartulinas, barridos por presentaciones en PowerPoint alimentadas con copipegas de Wikipedia (cuya calidad en español, por cierto, deja bastante que desear). 

El problema son los planes de estudio (emponzoñados además con la vacía e insoportable jerga de la nueva pedagogía), los profesores (mal preparados, escasamente motivados y menos reconocidos socialmente que los concursantes de Mujeres y Hombres y Viceversa) y la no implicación de los padres (a su vez relacionada con el desprecio general hacia el conocimiento y la cultura en esto que llamamos España). Todo eso marca la diferencia con Finlandia, que puede presumir de estar a la cabeza mundial en este campo (no es casual que sea al mismo tiempo uno de los países más competitivos del mundo). Encima, se han multiplicado los deberes en casa, agotando con ello a los niños y ensanchando la brecha entre quienes tienen padres que los apoyan y quienes no. En el magnífico blog de mi paisana Cristina, que es física y profesora de Primaria, se exponen muchos ejemplos de cómo siguen funcionando, por desgracia, nuestras escuelas.

Una mala programación de una asignatura o un mal profesor pueden hacer estragos al segar potenciales vocaciones de los más jóvenes. Mi profesora de Física en 3º de BUP era pésima. Y el recuerdo que tengo del libro de texto no es mejor (por cierto, ya sabemos que la calidad de un libro no es siquiera un criterio importante para ser seleccionado en España por un centro docente). La clase quedaba reducida a la simple resolución de ejercicios numéricos, no se nos enseñaba de manera inteligible y amena los principios de la Física: la asignatura podría haberse llamado perfectamente "Ejercicios matemáticos". De aquel curso salí con un embrollo de culombios y exponenciales, pero sin saber qué es la radiación electromagnética y cuál es la diferencia entre un rayo infrarrojo y uno ultravioleta.

Por supuesto, claro que ha habido y seguirá habiendo siempre excelentes profesores capaces de entusiasmar a sus alumnos pese al corsé de las programaciones y los planes de estudio. De la E.G.B. en el Colegio Claret de Tamaraceite (Gran Canaria) recuerdo muy gratamente las clases de Lengua del padre Hipólito (nos hacía redactar textos libres en los que aparecieran la docena de palabras del vocabulario del día del libro) y las de Pretecnología del padre Gilberto (con sus prácticas de electricidad, marquetería, soldadura, etc.). Y también el curso de Dibujo Técnico con don José Méndez: teníamos que hacer los planos de una casa y luego construir con ellos una maqueta (todavía conservo en la casa de mis padres en Canarias mi casita de cartón con jardín de 1982). También guardo un excelente recuerdo de las clases de Literatura de don Manuel Martín, convertido en redactor jefe del periódico escolar Tamogante (casa en lengua guanche).

Pero lo cierto es que a mí en el colegio nunca me enseñaron, por ejemplo, por qué el cielo es azul, qué es un huevo y en qué se diferencian los huevos que comemos de aquellos de los que sale un pollito. Era más importante -y parece que sigue siéndolo- saberse de memoria la definición de código, canal y acto comunicativo. Apruebas el examen y al cabo de un mes ya se te ha olvidado, seguramente porque nunca llegaste a entenderlo. ¿Qué sentido tiene esto? (que la memorización del contenido no entendido sea en inglés, como ahora, ya es el colmo del despropósito).

viernes, 31 de octubre de 2014

Alerta de seguridad nacional en torno al "Hawai Bombay" de Mecano

Gengis Borjigin, catedrático de Estética de la Universidad Estatal de Mongolia, abandonó el pasado 14 de septiembre Ulan Bator (capital de ese país asiático) con el declarado propósito -conforme a lo publicado en lengua mongola en su cuenta de Twitter- de "buscar y ajustar cuentas con el letrista de la canción "Hawai Bombay"". Así consta en un informe confidencial del CNI hallado encima de un contenedor de papel de Torrelodones por un agente de limpieza de ese ayuntamiento madrileño, filtrado esta mañana a los medios de comunicación.

Al parecer, Borjigin estaba tomando una copa con unos amigos en un pub de moda de Ulan Bator tras haberse examinado por la mañana de lengua española en el Nuevo Instituto Gobi. Fue en aquel local nocturno donde escuchó la famosa canción de Mecano, cuya autoría no supo atribuir en ese momento. El catedrático mongol abandonó el local intempestivamente, con signos de gran agitación según consta en el informe del CNI, y no tardó en publicar el tuit que sería inmediatamente interceptado por agentes de guardia de nuestros servicios secretos.

Una vez activada una alerta de seguridad nacional Alfa, comenzó el seguimiento al ciudadano mongol. Mediante imágenes obtenidas a través de un satélite secreto, funcionarios del CNI pudieron observar la mañana siguiente al catedrático abandonar su casa a lomos de un corcel negro y provisto de un sable, en dirección oeste. Borjigin ya conocía su objetivo por haberse conectado esa misma madrugada a Internet y hecho la búsqueda en Google "Hawai Bombay kien lo ase". Los servicios de inteligencia optaron por no comunicar el asunto a José María Cano, compositor de la canción, para no generar una preocupación y angustia innecesarias. Tampoco se notificó a su hermano Nacho ni a la cantante Ana Torroja. El seguimiento vía satélite del ciudadano mongol fue permanente desde entonces.

Hace una semana, Borjigin cruzó a lomos de su caballo la frontera franco-española por el túnel oscense de Somport. Permaneció retenido tres días en la ciudad de Huesca, al implicarse a fondo en una intensa y polémica asamblea de Podemos acerca de "si son galgos o podencos" (a su juicio eran galgos, razón por la que terminó sableando mortalmente a dos podenquistas antes de proseguir su camino). Ya en Molina de Aragón (Guadalajara), aconsejado por un gastrónomo burgalés, asesinó con su sable a un comercial lucense para comprobar si era cierto, tal como señalaba aquél, que su carne debía de maridar a la perfección con un tinto Reserva Pata Negra de Valdepeñas (era cierto, tal como comentó en Twitter con su móvil). Controlado en todo momento por el CNI y las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, Borjigin y su caballo entraron en Madrid por la autopista A-2 el pasado viernes 24 de octubre, siempre según el informe confidencial. El documento hallado en el contenedor de Torrelodones está fechado justo al día siguiente.

Precisamente el pasado sábado, el canódromo de la capital de España fue escenario de un insólito incidente, al irrumpir en medio de una de las carreras de galgos un hombre a caballo, con un sable en una mano y un altavoz en la otra, al grito de "¿Donde ase Cano, coño?". Tras dar dos vueltas a la pista, salió del recinto antes de la llegada de efectivos de la Policía. Todos los indicios apuntan ahora a que se trataba del catedrático mongol. Por otra parte, en un extraño movimiento que ha generado muchas suspicacias, José María Cano hacía este martes una declaración jurada ante notario en español, inglés, mongol y ruso que atribuía la composición de "Hawai Bombay" al músico vasco Fermin Muguruza. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, calificaba esta misma tarde de falsificación el supuesto informe del CNI, al tiempo de asegurar que el seguimiento al ciudadano mongol Borjigin ha sido "impecable", que ya ha sido devuelto a su país, que la seguridad de los españoles "siempre ha estado garantizada" y que, "de hecho, mire usted, esa persona no existe y todo es falso".

martes, 21 de octubre de 2014

Una operación a varias bandas permitirá a Miguel Blesa abonar su fianza

Miguel Blesa, expresidente de Cajamadrid, ha encontrado una vía para abonar la multimillonaria fianza judicial que le ha sido impuesta por el escándalo de las tarjetas opacas en esa entidad. Se trata de una compleja operación a varias bandas que contará con la participación en primera instancia de una decena de conductores de furgonetas blindadas de la empresa Securitatis. De las cajas de seguridad custodiadas en diez de sus furgonetas saldrán los 16 millones de euros exigidos para evitar el embargo de los bienes del exdirectivo. Esa suma tendrá la consideración de "préstamo inverso" a Securitatis (o sea, no se desembolsaría a fondo perdido, tal como pretendían inicialmente los abogados de Blesa) a un tipo de interés cero. No sería la primera vez, tras el crédito concedido hace años al consejero Arturo Fernández, que se aplicase un interés nulo a una operación crediticia del grupo madrileño.

Lo que sí será novedoso, amén del carácter inverso del producto, es la mora de 80 años para comenzar a devolverlo. Y otra novedad de calado aún más importante es que el pagador no será directamente Bankia sino los descendientes (probablemente los tataranietos) de los actuales bedeles y becarios de la entidad financiera (a partes iguales entre ambos colectivos). Por otro lado, inmediatamente después del pago de la fianza, los diez conductores serán detenidos e ingresarán en prisión acusados de un delito de apropiación indebida. No obstante, solo tendrán que pasar entre rejas tres años, al cabo de los cuales serían indultados por el Gobierno (el presidente Rajoy se ha comprometido a ello en el borrador del acuerdo). En cuanto a Securitatis, recibiría en régimen de exclusividad todos los contratos de seguridad de los próximos 80 años de las administraciones públicas españolas gobernadas por "gente normal y decente" (según figura literalmente en el borrador).

La operación cuenta con el visto bueno tanto del Ejecutivo central (que, no obstante, ha condicionado el indulto en 2018 a seguir en el Gobierno y al buen comportamiento de los conductores en prisión) como del Banco de España y el Fondo Monetario Internacional (FMI). En un principio se barajó la participación del conocido emprendedor ruso Vasili Jetagúrov mediante una operación con el sello del selling on detracted, pero no se llegó a un acuerdo por las exigencias de Jetagúrov (al parecer, pretendía llevarse la colección de trofeos de caza de Blesa para un proyecto museístico suyo en Osetia del norte). La solución finalmente alcanzada es del todo satisfactoria tanto para Blesa como para Bankia, Securitatis y, presumiblemente, los dueños o accionistas de Securitatis de principios del siglo XXII. Los conductores, bedeles y becarios no se han manifestado, ya que desconocen aún la operación (se espera que los primeros sean informados telefónicamente a primera hora de mañana miércoles, y que bedeles y becarios tengan un conocimiento posterior a través de Wikipedia o medios de comunicación digitales).

sábado, 18 de octubre de 2014

Borja Bartolo (NNGG) afirma que no conoce a Fran Nicolás

Borja Bartolomé Santesmases Huidobro, experto en política internacional de NNGG del PP, ha desmentido en una rueda de prensa celebrada en el colegio privado de su novia Carolina que Francisco Nicolás Gómez Iglesias haya tenido alguna relación con su organización. "Desconozco por completo a esa persona, no sé de quién me habla", respondió rotundo Santesmases a un estudiante del centro de 11 años de edad, antes de matizar que solo charlaron "un par de veces" y de manera "muy informal".

"El tal Fran Nicolás, al que ni siquiera le pongo cara porque nunca le he visto", aseguró el joven político de 38 años, "me dijo en persona hace un tiempo en una capea en Toledo que estaría dispuesto a trabajar en nuestra oficina en Bruselas. Yo le pregunté si sabía hablar belga y me dijo que sí, que había sido becario Ergasmus en la Universidad Libre de Belgado. Así que me limité a darle el teléfono de un eurodiputado del partido y a pedirle una contribución para el Dormund".

Santesmases señaló que el segundo encuentro con Fran Nicolás fue meses después en un palco privado del Estadio Bernabéu, en el marco de un foro no oficial de emprendedores. "Recuerdo que entre un cabezazo de Sergio Ramos y un disparo al palo de Cristiano Rolando, Fran Nicolás (al que, insisto, no conozco) me presentó al reputado empresario ruso creador del selling on detracted".

Borja Bartolo, que saltó a la fama el año pasado por poner en apuros a Angela Merkel en una rueda de prensa en Munich, es uno de los mayores expertos mundiales en el conflicto ucraniano. Asesora a este respecto a la Iglesia Armenia en Myanmar y a la AMPA del colegio de su novia de 15 años.

lunes, 13 de octubre de 2014

El edificante caso del señor Carpanta

Durante unos meses de mediados de los años 80 centró sus actividades en Canarias (que yo sepa, al menos en Gran Canaria) un individuo conocido como Carpanta, ciudadano de exquisitos gustos gastronómicos, excelente apetito y una cara más dura que un botijo. Se trataba de un profesional del comer gratis a todo tren, razón por la que no tardó en ser apodado como el célebre personaje de historieta.

Procedente de la península (que acaso ya hubiese recorrido con su singular proceder), Carpanta sabía bien dónde meterse a comer: eran restaurantes de caché, no garitos de mala muerte. Entraba siempre muy bien vestido y con ademanes de desenvuelto gentleman. Tras dos platos bien regados por el mejor vino (era exigente con la calidad de los caldos y acaso más de una vez instase al camarero, tras su cualificada cata, a venir con otra botella), postre, café, copa y puro, llegaba la hora de la verdad. Él se demoraba en pedir la cuenta, pero al final se la acababan poniendo sobre la mesa. Entonces, sin perder la calma, trasladaba al camarero un mensaje contundente a la par que inequívoco: "No le voy a abonar la cantidad adeudada". Cuando el azorado camarero confirmaba que no se trataba de una jocosa broma, era el turno del encargado, ante quien no dudaba en repetir su frase a modo de mantra. El siguiente paso era la llamada a la policía y la consiguiente detención, que el establecimiento procuraba que fuese lo más discreta posible para no incomodar a la clientela.

Puesto que el impago de la cuenta en un restaurante no estaba tipificado como delito y se había suprimido la reincidencia, todo concluía con una noche en comisaría y la liberación a la mañana siguiente. A Carpanta solo le hacía falta una buena ducha para estar otra vez preparado para un nuevo y opíparo almuerzo. El Gobierno Civil de Las Palmas llegó a distribuir una foto suya en restaurantes de la isla para impedirle consumar su reiterado timo: no había otra manera de frenarlo.

Parece que un día nuestro entrañable personaje cometió el error de meterse en un local no tan glamuroso y con un propietario no especialmente dialogante: al "no le voy a abonar la cantidad adeudada" no sucedió una tranquila espera de los agentes de Policía sino un par de hostias como panes. Al cabo de un tiempo, Carpanta desapareció de las islas en busca de nuevos horizontes.

lunes, 6 de octubre de 2014

El edificante caso del Doctor Galleta

Hace ya mucho que me contaron la historia del Doctor Galleta, un curandero de Talavera de la Reina que se había hecho rico en los años 60 y 70 con un muy sencillo y original método terapéutico. Daba igual de qué enfermedad se tratase, desde una urticaria hasta un cáncer pasando por una alteración psíquica: el Doctor se dedicaba a administrar una simple galleta de supermercado a sus pacientes, que debían masticarla en su presencia para sanar (para ser rigurosos, el paciente se comía un tercio y dejaba los otros dos para el Doctor y la Virgen del Rosario, respectivamente).

Su reputación llegó a oídos del cantante cubano Antonio Machín, quien contactó con él a través de una tercera persona para pedirle que se desplazara a Madrid a darle de probar la milagrosa galleta. Fue la única vez que hizo una visita a domicilio, ya que tenía por norma no moverse de su casa para trabajar. En Talavera aún recuerdan las colas a las puertas de la residencia del Doctor, que de vivir hoy sería un anciano de 85 años.

No es descartable que durmiese cada noche de un tirón, como un niño chico. Y que estuviese orgulloso de su actividad profesional (no menos que el mejor de los médicos) hasta el final de sus días. Que probablemente no fueran menos felices que los del común de los mortales.

lunes, 29 de septiembre de 2014

Haciendo historia al salir en coche del supermercado

Tras hacer la compra en el supermercado, abandoné el garaje del centro comercial por una salida diferente a la de siempre. Esto suponía salir a la superficie por una calle perpendicular a la habitual. Al cabo de unos 150 metros, tras haber doblado la esquina, pasé con el coche por delante de la otra salida. Pensé: si hubiera tomado ésta, mi coche estaría ahora mismo algo más adelantado, quizá ya en el paso de peatones junto a la rotonda, por donde cruzaba en ese momento una mujer.

Fue un acontecimiento trivial fruto de una decisión no menos trivial. Pero supe que los hilos con que se teje la historia universal no eran los mismos al salir por un lado en vez de por el otro. No era necesario haber atropellado a la mujer del paso de peatones (o haberlo evitado) como consecuencia de tomar la salida infrecuente: la diferente ruta modificaba ligeramente los movimientos de los actores desplegados en el espacio-tiempo, lo suficiente como para tener un impacto global significativo. Mi coche ya no pasaría por los distintos hitos de la carretera de vuelta a casa en el mismo instante en que lo hubiese hecho de haber tomado la otra salida, lo que necesariamente condicionaba el curso de los acontecimientos a lo largo de todo el recorrido e incluso más allá de éste a causa de innumerables ramificaciones (por ejemplo, una persona que no hubiera logrado cruzar la calle diez minutos después -por el paso de varios coches seguidos, entre ellos el mío adelantado-, podría haber decidido pararse a hacer una llamada telefónica, con lo que hubiera ejercido de correa transmisora no local al influir -¡y a saber cómo!- en los movimientos de un receptor que acaso estuviese en el baño, conduciendo o en una reunión importante).

Sentí como si hubiese empujado con mi voluntad una ficha de dominó contra una de las dos hileras enormes de piezas dispuestas en aquel momento ante mí sobre el tablero cósmico (ojo: puede que no hubiese opción y todo estuviera programado desde el big bang para que saliera del centro comercial por donde lo hice). Entonces recordé una reciente entrevista al biólogo Richard Dawkins en la que sostenía que ninguno de nosotros estaría aquí de no haber existido Hitler y de no haber habido una Segunda Guerra Mundial (ya con esas -y esto lo añado yo-, de no haber existido Alejandro Magno y no haber derrotado Roma a Cartago). ¡Y es que tenía razón! La Segunda Guerra Mundial no solo mató a 60 millones de personas sino que afectó a cientos de millones más cuyos movimientos sobre el tablero espacio-temporal hubiesen sido otros que, con absoluta certeza, no habrían conducido a nuestro nacimiento (hay que tener presente que la concepción es fruto de la llegada de solo uno de varios cientos de millones de espermatozoides).

Como decía Dawkins, si el padre de Hitler se hubiese movido ligeramente -a causa, por ejemplo, de un ladrido de perro- antes de eyacular dentro de su esposa, Adolf no hubiese nacido (lo hubiera hecho otro muy parecido, pero no él). Y si Adolf Hitler no hubiese nacido, seguramente no hubiera habido una guerra como la acaecida entre 1939 y 1945 (por mucho que el pensamiento marxista subraye la importancia de las razones socioeconómicas de fondo, de los llamados elementos infraestructurales). Porque no hay nada determinado, porque las cosas pudieron haber seguido otro camino en 1939 (incluso antes, ya que Alemania pudo haber sido un Estado comunista en 1933 sin el factor nazi): una guerra más corta y menos cruenta, un pacto de última hora que la evitase, un mantenimiento del statu quo durante unos años más para luego acabar estallando el conflicto con más violencia si cabe (incluso con armas nucleares detonadas en Europa)....

En esta misma línea, Dawkins hace que nos remontemos 195 millones de años en el tiempo para ser conscientes de un hipotético suceso no descartable: el estornudo de un dinosaurio que se disponía a matar y comerse al individuo antecesor de todos los mamíferos (del que todos los humanos, cerdos, murciélagos y ballenas procedemos); sin ese estornudo, que habría permitido la huida de su víctima, yo no estaría escribiendo esto ni tú -amable lector- leyéndolo. Piénsalo cada vez que tomes alguna decisión, por corriente que parezca.

domingo, 21 de septiembre de 2014

España, el país del "me alegro que lo hayáis impreso en pleno overbooking"

Dada su impar idiosincrasia, España (yo diría que el mundo hispano en general) es un país en el que se juntan el desdén por la corrección del idioma (fruto de un lamentable sistema educativo y del lastre de siglos de absoluta incuria cultural) con el uso o desuso de palabras solo para señalarse socialmente como alguien culto: o sea, para hacerse el fino o no pasar por un zoquete en público.

Ya desde hace años advierto que nuestros políticos eluden sistemáticamente el "de que" (huyendo del temido dequeísmo), lo que les hace incurrir muchas veces en queísmo (una incorrección no menor que la anterior, pero menos evidente y carente de su estigma). Busquen algún vídeo o audio en el que Aznar, Zapatero o Rajoy digan "de que": ¡difícil empresa! Es obvio que detrás de este curioso fenómeno se encuentran las instrucciones de consejeros y jefes de gabinete preocupados por evitar una mala imagen del líder.

Este antidequeísmo indiscriminado se ha acabado filtrando a las capas sociales más preocupadas por distinguirse del populacho que de la corrección lingüística, alcanzando a empresarios, periodistas, profesores universitarios (exceptuando filólogos, quiero pensar), funcionarios, etc. También empieza a ser difícil encontrar entre esa gente quien diga "he imprimido": el "he impreso" se ha impuesto, pese a ser tan correcto un participio como el otro. Incluso te miran mal si usas el imprimido (yo, por cierto, no desaprovecho la ocasión de hacerlo).

Por otra parte está el creciente uso impropio de anglicismos glamurosos como overbooking, palabra que no tiene nada que ver con que un sitio esté lleno o abarrotado (significa algo bien diferente: que se han vendido o hecho más reservas de las disponibles para viajar en un medio de transporte o alojarse en un hotel). Ya no hablemos del mundo empresarial, con sus product managers, deadlines, targets, headhunters, etc. Y qué decir del ámbito superfashion de la moda y del de Internet (ese hogar, por cierto, de tanto analfabeto digitalizado 2.0).

Estas son al fin y al cabo tonterías, minucias comparadas con el maltrato diario a nuestra lengua tanto en papel como en Internet (compárese la calidad de la Wikipedia en español con la inglesa). Es cierto que los idiomas no sufren, no son seres vivos con sistema nervioso, pero su descuido -sobre todo el de la sintaxis- hace que el conocimiento, la comprensión y la comunicación (¡para eso están precisamente las lenguas!) se hagan más difíciles para los humanos. Textos incomprensibles e infumables, bodrios ininteligibles, proliferan incluso en juzgados, instituciones académicas y medios de comunicación. Qué calidad podemos pues esperar de nuestra educación y nuestra ciencia. ¡Incluso de nuestra democracia!

sábado, 13 de septiembre de 2014

Un extraño sueño con el karma de fondo

Anoche tuve un extraño sueño que me ha tenido reflexionando a lo largo de la mañana. Yo estaba en Vitoria, aunque el paisaje onírico era muy parecido al del barranco de Tejeda en Gran Canaria (mi isla natal). Iba en una especie de tren elevado y vi pasar en sentido contrario a un amigo español residente en Washington -se le veía muy contento- que viajaba de turismo a la capital vasca con quienes parecían ser unos familiares. Los trenes pararon, nos bajamos y tuvimos ocasión de saludarnos y expresar nuestra sorpresa por tan inesperado encuentro.

Mi amigo portaba bajo el brazo una especie de gran melón que se le cayó mientras charlábamos y, tras botar, se precipitó al abrupto barranco que se extendía más allá de la barandilla del paseo (insisto: ¡parecía Tejeda!). Yo le dije, bromeando despreocupado por el incidente: "¡A ver si le va a dar a alguien en la cabeza!". Lo cierto es que vimos caer el melón con una inquietante trayectoria que conducía directamente a una mujer que se encontraba más abajo, en un estrecho saliente, junto a una autocaravana. Al ver que el objeto iba a golpear con fuerza a su vehículo, la mujer se subió rápidamente al volante para intentar esquivarlo con alguna maniobra (eso fue, al menos, lo que pensé). Fue en vano. Encima, el impacto hizo que volcara la autocaravana con ella dentro y se despeñara por el abismo en medio de un gran estrépito, llevándose de paso por delante a algunas personas que estaban más abajo.

Mi amigo observaba absorto, con una incrédula sonrisa inicial -cuando el melón se le escapó- que se fue convirtiendo en mueca amarga y de consternación al seguir la caída del voluminoso fruto barranco abajo. Yo no sabía qué decirle. Nos habíamos quedado de piedra, en silencio. Solo se me ocurrió musitarle, con afecto: "Tranquilo, tú no tienes la culpa, Alberto". Pero no me cabía duda de que él había sido colaborador necesario -aunque involuntario- de esa tragedia. Como tampoco dudé de mi papel también necesario en esa historia: si no nos hubiésemos encontrado, no habría ocurrido.

Quizá este sueño guardase relación con mi lectura estos días del Libro tibetano de la vida y de la muerte de Sogyal Rinpoche (inspirado en el milenario Libro tibetano de los muertos o Bardo thodol) y del concepto del karma allí expuesto. Lo cierto es que una terrible desgracia había sucedido ante nuestros ojos solo por culpa de una infausta disposición de personas y objetos en el espacio-tiempo. Puesto que no había habido intencionalidad por parte de mi amigo, se trataba de un acto sin impacto kármico: o sea, conforme al budismo, no le acabaría pasando factura en esta vida o en una posterior. Si acaso, habría que culpar a las leyes de la Física.

Salvando las distancias, el sueño me recordó lo ocurrido hace unas semanas al ir en bici por un camino cercano a casa. Me topé de repente con una nutrida fila de hormigas, atravesando el camino todo a lo ancho, que no me dio tiempo a sortear (solo mato deliberadamente en defensa propia y, por fortuna, no he tenido que ir más allá de mosquitos intrusos). Si me hubiera quedado en casa, o hubiese optado por un paseo a pie, una docena de hormigas no hubiera muerto aplastada bajo las ruedas de mi bici. Ese día recordé, a su vez, la lectura de Un silencio escalofriante del físico Paul Davies, quien sostiene que el único temor a extraterrestres que debemos albergar es el de cruzarnos en su camino a modo de una columna de hormigas (los humanos no se molestan en matarlas, como tampoco en evitarlas si se les cruzan andando; esa misma indiferencia, pero hacia nosotros, es lo que cabría esperar de supuestos extraterrestres más inteligentes que los Homo sapiens).

¿Y la Justicia? El karma da una respuesta a esta pregunta al abrir el plano más allá de una vida individual. Porque si nos ceñimos a la única existencia que conocemos (la carnal en este Universo), es evidente que la Justicia no existe... Salvo que la vida sea como un videojuego ejecutado sobre el tablero del Multiverso en el que jugador y personajes fueran Uno y siempre el mismo (llámese Dios, Ser, Brahman, GADU, etc.). ¿Y por qué juega?... ¡Gran misterio!


PLATÓN O EL PORQUÉ (Wislawa Szymborska)

Por oscuros motivos,
en desconocidas circunstancias
el Ser Ideal ha dejado de bastarse a sí mismo.

Podría haber durado y durado, sin fin,
hecho de la oscuridad, forjado de la claridad
en sus somnolientos jardines sobre el mundo.

¿Para qué diablos habrá empezado a buscar emociones
en la mala compañía de la materia?

¿Para qué necesita imitadores
torpes, gafes,
sin vistas a la eternidad?

¿Cojeante sabiduría
con una espina clavada en el talón?
¿Desgarrada armonía
por agitadas aguas?
¿Belleza
con desagradables intestinos en su interior
y Bondad
-para qué con sombra,
si antes no tenía-?

Ha tenido que haber algún motivo
por pequeño que aparentemente sea,
pero ni siquiera la Verdad Desnuda lo revelará
ocupada en controlar
el vestuario terrenal.

Y para colmo, esos horribles poetas, Platón,
virutas de las estatuas esparcidas por la brisa,
residuos del gran Silencio en las alturas...

lunes, 8 de septiembre de 2014

Alegato anticonsumista de pringado (en España)

No es posible superar el capitalismo sin una honda transformación cultural que haga mucho más sencillas y austeras (y, con ello, más ricas) nuestras vidas, al tiempo de convertirnos en ciudadanos con mayúsculas: educados, bien informados y muy exigentes con los políticos y las empresas. No sirve de nada esgrimir las maldades del neoliberalismo cuando la inmensa mayoría de la población, y no solo en los países desarrollados, está atrapada a gusto en las redes del más grosero consumismo y materialismo. 

Solo estaremos en el buen camino (casi diría que en el camino de la supervivencia de la especie) cuando no demos tanta importancia a las marcas de ropa y cosmética, los teléfonos inteligentes, los coches de alta gama y otros juguetitos de lujo. Cuando veamos menos telebasura y más documentales. Cuando vayamos en bicicleta al trabajo o circulemos por la autopista por debajo de 120 km/h sin temor a que nos cuelguen la etiqueta de pringado. 

De hecho, esta es la tendencia en los países cultural y socialmente más avanzados del mundo. Si vas en cochazo al trabajo (ya no digamos si te lleva un chófer con gorra, como es el caso de un catedrático español de universidad pública afecto al anarcocapitalismo y el Tea Party) o te compras glamurosos bolsos de piel de diseño, en la rica Noruega quedas como un palurdo y un hortera.

Al igual que en Berlín o en la bahía de San Francisco (donde ir al trabajo en chanclas es cool porque se valora la profesionalidad y no la marca del traje), lugares donde ya hay suficiente masa crítica de ciudadanos para impulsar una nueva manera de vivir más austera, equilibrada, sana, feliz y amable con el medio ambiente. No es casual que en estos sitios haya mucha gente que se desplaza en bici y es vegetariana. Y también, por otra parte, que se muestra abierta a la inmigración (siempre y cuando no porte valores reñidos con una convivencia civilizada) y acepta con naturalidad la homosexualidad. No es casual que en ellos no se coma una rosca la derecha, haya una alta preocupación por los animales, tenga tanto predicamento la comida orgánica y no vaya a misa ni el Tato.

Esa es la meta, ese es el camino para superar inteligentemente el capitalismo sin grandes alharacas ni proclamas solemnes. La desgracia es que en España, pese a haber avanzado, seguimos siendo unos cafres. El otro día me encontré en la parada del bus a un chico que trabaja en mi empresa de limpiador. Siempre le había visto dentro con ropa de faena. En la calle pude advertir que lucía una ropa y unas zapatillas supercaras, además de un smartphone de varios cientos de euros. Yo, que quizá gane el doble que él, llevaba un polo de hace cinco años, unos vaqueros normales y unas zapatillas de 5 euros del Alcampo, así como el móvil cutre que me regaló mi compañía a cambio de seguir con ella. Y nada de relojes u oro. En este país abundan los curritos como ese, que se ventilan buena parte del sueldo en trapos, quincalla y juguetitos. Y en coches potentes con los que ir a toda pastilla.

Estoy convencido de que hay gente que no entiende mi indiferencia a este respecto, o que acaso la tome como una pose o incluso un berrinche (¿quizá por no poder permitírmelo?). Sinceramente, no pueden importarme menos esas cosas: ya tengo suficiente con mi coche de hace 12 años, mi bicicleta de 100 euros, mi Kindle, mis zapatillas deportivas desgastadas para patear por el campo, mi móvil gratuito y mi ordenador conectado a Internet para informarme y escribir estas líneas. A ojos tanto del limpiador mileurista de mi curro como del conductor pepero de un 4x4 (comprado solo para ir a llevar y recoger sobre asfalto al niño al cole privado) con banderita de España en el salpicadero -un tipo humano abundante en la sierra de Madrid-, yo sería un pringado por ese desdén hacia lo material y las modas. Me importa poco que lo piensen. Tengo además la suerte de relacionarme con gente que comparte mi neohippismo y mi desprecio hacia esos tipos (sobre todo a los segundos -los del 4x4-, a cuenta de los cuales nos echamos frecuentes y saludables risas).

Uno no puede ser excesivamente optimista aquí, dada nuestra falla educativa y cultural. ¡Y qué decir del resto del mundo, por ejemplo de China (paraíso del consumismo más inmundo)! Pero aunque el cambio no fuera posible a nivel español o global, nosotros podemos hacerlo realidad en nuestro ámbito personal sin necesidad de votar con los pies (o sea, de irnos a vivir a Noruega, San Francisco o Berlín). Nadie nos obliga a comprar o consumir productos innecesarios -e incluso inmorales por lo que hay detrás de su fabricación-, ni a estar todo el día viendo anuncios y demás mierda en la tele. Desde luego que podemos, porque es algo que solo depende de nosotros. Y que da una enorme libertad.

viernes, 29 de agosto de 2014

Servidores de sí mismos, no de lo público

Ya he escrito más de una vez que los males de la sociedad española poco tienen que ver con la supuesta perversidad del capitalismo o el neoliberalismo (que, por otra parte, no niego). Nuestros problemas son sobre todo de índole cultural, por tanto bien arraigados y difíciles de erradicar. Puesto que se acerca el mes de septiembre, y con ello la vuelta al trabajo, he pensado que no vendría mal hablar de quienes lo tienen inmerecidamente (por enchufe) en las administraciones y empresas públicas. Muchos de los cuales además lo ejercen poco (hablando en plata, que no dan un palo al agua). Y en ocasiones, dada su pericia y profesionalidad, casi es mejor que así sea por el bien de todos.

Pocas bondades pueden atribuirse al sector privado de la economía española (ya en Canarias es el colmo), donde campan a sus anchas desaprensivos e incompetentes cuyas únicas credenciales son sus apellidos de buena familia o una nutrida agenda de contactos políticos (fuente de jugosos contratos públicos financiados por todos los contribuyentes en beneficio de unos pocos, que además sirven para alimentar las finanzas de los partidos políticos). No es de extrañar que no nos vaya muy bien en un país donde los jefes están más preocupados por que sus empleados hagan horas en la oficina -o en el restaurante haciendo negocios chupito en mano- que por su productividad. Donde se premia el servilismo y se desdeña el mérito. Donde el inmovilismo prima sobre la innovación.

Si esto es así en el sector privado, ¡qué podríamos decir del público! Es cierto que hay buenos funcionarios y empleados públicos, muchos de los cuales han ingresado por oposición (o sea, acreditando méritos objetivos, aunque en España es inevitable el compadreo: oposiciones sacadas ad hoc para enchufar al de dentro interino, cuestionarios pasados fraudulentamente con antelación a amiguetes de partido o sindicato, etc). Pero no es menos cierto que abundan los malos: los zánganos y los ineptos. Esto ocurre a todos los niveles, pero parece especialmente sangrante en los niveles medios y bajos de la Administración, lo que produce un cuello de botella en el funcionamiento de las instituciones. 

Parte de culpa del lamentable estado de nuestra Justicia no solo es atribuible a una deficiente organización (más propia del siglo XIX que del XXI), a intereses corporativos de jueces (que no quieren que el juez de al lado se entere de sus casos o, sencillamente, no desean currar demasiado) o a la desidia de los políticos (a quienes no les interesa que el sistema sea ágil, rápido y eficaz), sino también al escaqueo y holgazanería de funcionarios de niveles inferiores que están desayunando por segunda vez o haciendo compras en El Corte Inglés cuando se les requiere para algo, que se levantan malos cada dos por tres o que consiguen prolongadas bajas por depresión para disfrutarlas debajo de una sombrilla. Y que cuentan con el cerrado apoyo de los sindicatos mayoritarios, que saltan como un resorte en defensa de sus intereses enarbolando la bandera de lo público (no parecen tan preocupados por los trabajadores eventuales o los parados). Lo mismo puede decirse de la Universidad, de las Comunidades Autónomas, de las entidades locales, de las empresas y sociedades públicas...

Directores que tienen que hacer por sí mismos tochos de fotocopias, abogados que han de suplicar a auxiliares de los juzgados que les pasen determinado papel relacionado con sus clientes, trabajadores públicos que tienen que hacer la tarea de otros no por solidaridad con un gandul o un incompetente sino solo para sacar adelante lo suyo, ciudadanos desesperados frente al soberbio de turno apostado no pocas veces tras una ventanilla... Todo por culpa de tanto servidor de sí mismo, no de lo público. En fin, Marca España.

Aclaraciones para disipar posibles equívocos:
1) Hay muchos buenos funcionarios y empleados públicos.
2) Los sindicatos son necesarios en una democracia como contrapeso al poder de los empresarios.

domingo, 10 de agosto de 2014

Mirada al infinito



Mirada clavada en el horizonte,
trazando una línea fantasmal hasta un punto en el infinito
donde podría adivinar la nuca del cuello en que se asienta.

Uno de los modos del Ser de percibirse a sí mismo,
embutido en el espacio y el tiempo,
con traje de carne, sangre y huesos,
perplejo en su autoimpuesta ignorancia.

viernes, 1 de agosto de 2014

El lastre de la inseguridad jurídica

Hace días me decía mi viejo amigo de Canarias José Miguel Santos que la mejora de la seguridad jurídica quizá fuese ahora mismo más importante para España que la de la educación (sin quitarle un ápice de importancia a ésta, por supuesto). Me lo comentó por teléfono, mientras yo hacía tiempo para recoger el coche, que había dejado en una conocida red de talleres para el cambio periódico del aceite y los filtros. Yo le había expresado mi inquietud por haber leído algunos comentarios negativos en Internet de esta cadena (relacionados con descuidos y ñapas seguramente consecuencia de contratar gente sin mucha experiencia, mal pagada y presionada para trabajar rápido).

Mi ignorancia sobre coches y mecánica me ponía en manos de esos tipos: poco podría oponer a un eventual consejo/advertencia del tipo "necesita cambiar urgentemente las bujías de descompresión porque están desgastando el árbol de levas y esto compromete la suspensión trasera del ABS" (un comentario de esta guisa está ciertamente descartado en un establecimiento así porque siempre hay gente en la cola que puede escucharlo y el empleado se jugaría estúpidamente un despido ante una hipotética denuncia o reclamación; pero no es el caso del típico Taller Pepe, donde solo están el señor Pepe y sus dos ayudantes a los que paga 700 euros: ahí sí que te la pueden meter doblada hasta el fondo -¡y, de hecho, lo hacen!- si advierten que no tienes ni zorra idea).

Si en España tienes algún problema que te obligue a acudir a la Justicia, entonces ya tienes dos problemas en vez de uno. Porque a nadie se le pasa por alto la terrible lentitud de nuestro sistema judicial (más de uno - entre ellos figuraba el desaparecido Santiago Carrillo- sospecha que detrás de esto, amén de ineficacia y escasez de recursos, hay intereses corporativos), así como la laxitud y los resquicios (bien conocidos por los leguleyos de turno) de un ordenamiento legal que hace que muchas veces los delincuentes se vayan de rositas y los perjudicados vivan un calvario. Esta inseguridad jurídica causa angustia y desconfianza en la ciudadanía, no invitando precisamente a emprender o cooperar. Y además da una imagen lamentable del país en el exterior.

Si se siguiera la máxima de que "quien la hace la paga (y rápido)", los ciudadanos que cumplen se quitarían un peso de encima (los delincuentes, por contra, estarían más intranquilos) y se fomentarían la confianza, la cooperación y el bien común. Nuestro capital social ganaría mucho si viésemos liquidada la impunidad, si el sinvergüenza que te tima (aunque tenga cuello blanco, pajarita o acta de diputado) entrase presto en la cárcel y tú fueras resarcido de manera ágil y rápida. Seríamos sin duda un país mucho más vivible y amable.

martes, 29 de julio de 2014

Divinos adivinos

A Albert Einstein algunos profesores le tomaron por lerdo cuando estaba en el colegio: uno de esos maestros profetizó que no llegaría a nada en la vida. Del gran Juan Carlos Valerón (el jugador más querido de la Unión Deportiva Las Palmas y probablemente el más respetado en toda España por su humildad y bonhomía), un entrenador local de medio pelo de cuyo nombre es imposible acordarse apuntó cuando era adolescente: "Este chico no vale para el fútbol". Del modesto equipo Chievo Verona se dijo burlonamente que subiría a la Primera División del calcio italiano el día en que los burren volasen (los burros volaron, literalmente, en 2011). "La radio no tiene futuro. Las máquinas voladoras más pesadas que el aire son imposibles. Los rayos X resultarán ser un fraude", sostuvo Lord Kelvin (por otro lado, gran figura de la ciencia que determinó el valor del 0 absoluto de temperatura: -273º C). "Tendremos un presidente negro cuando los cerdos vuelen", dicen que afirmó hace más de 200 años George Washington (¿es cierta esta cita, por cierto?).

jueves, 24 de julio de 2014

Protectores ahí fuera


El otro día me encontré una especie de cochinilla reptando por el suelo de la cocina de casa. Cogí cuidadosamente al bicho con un papel (no representaba amenaza alguna para nosotros, a diferencia de un mosquito), lo llevé a la terraza y dejé que empezara una nueva vida allí. Me volvió a la cabeza un pensamiento recurrente: ese bichito nunca sabrá que lo salvó la empatía de un desconocido gigante, como acaso nosotros nunca sepamos que quizá nos estén salvando seres que podrían estar ahí fuera, incluso más allá de nuestro espacio-tiempo. ¿Tendremos protectores, dioses menores cuyos manejos desconocemos y atribuimos al azar? ¿Al final será verdad lo del ángel de la guarda?...

domingo, 13 de julio de 2014

Golpe científico a la dicotomía de los sucesos binarios

Un extraordinario descubrimiento científico, parangonable al hallazgo del bosón de Higgs y de las ondas gravitacionales, ha sido dado a conocer esta tarde en Estados Unidos. "Esto marca sin duda un antes y un después en la historia de la Física", ha dicho en rueda de prensa en Missoula el portavoz del equipo investigador de la Universidad de Montana Harold Di Meola.

Los investigadores de Montana, en colaboración con el europeo CERN, han hallado la manera de romper el carácter dicotómico de sucesos binarios (de un bit de información) mediante un procedimiento conocido como recolapso de la función de onda. Las implicaciones del descubrimiento son gigantescas y pueden cambiar de manera radical nuestro modo de interactuar con la realidad.

Di Meola ha confirmado el éxito de dos experimentos, uno con una moneda de 50 centavos perfectamente calibrada (tras ser arrojada al aire, cayó al suelo en un estado diferente a la cara, la cruz o el canto) y otro en una boda por lo civil en Las Vegas (al requerirle el oficiante si quería casarse con su novia, el novio dio una respuesta que no fue ni ni no ni cualquier otra).

Una de las sorpresas de la rueda de prensa en Missoula fue cuando Di Meola informó de que el origen del proyecto estaba en España: durante unas vacaciones en Sevilla hace años, el científico escuchó a un aficionado al fútbol (ahora identificado como Curro Castañares Olivenza, abonado del Real Betis Balompié) lamentándose de la imposibilidad física de que en un partido Sevilla-Real Madrid perdiesen ambos equipos. Di Meola volvió a Estados Unidos con esa idea rondándole la cabeza. "Aquel hombre sufría mucho", ha reconocido con indisimulada emoción.

La clave del procedimiento es forzar el colapso de la función de onda para, solo pocos tics de Planck más tarde (muchísimo menos que una milmillonésima de milmillonésima de nanosegundo), devolverle artificialmente su coherencia y volver a forzar de inmediato su colapso mediante una acción especular con taquiones virtuales de muy alta energía.

"Si alguna vez Real Madrid y Sevilla se encontrasen en una final, este método aseguraría -si las autoridades políticas lo autorizaran por razones de interés general- una derrota de ambos", ha explicado el físico estadounidense. "Por supuesto, sería extensivo a cualquier duelo deportivo e incluso político y de otra naturaleza. Aunque, eso sí, tendría que ser dicotómico". Di Meola ha reconocido que su equipo está ahora mismo trabajando para obtener el mismo éxito con eventos policotómicos, como la elección con el mando a distancia del canal de la TDT o las elecciones presidenciales de Afganistán. "Esto tardará aún algunos años en hacerse realidad".

El revuelo armado tras la rueda de prensa ha sido enorme, sobre todo en el mundo del fútbol (el comunicado se ha dado a conocer -algunas voces dicen que no casualmente- solo unas pocas horas antes de la final del Mundial en Brasil). A los pocos minutos de terminar el acto en la Universidad de Montana, el Gobierno de Surinam hacía un llamamiento a la FIFA para darles por ganadores en la final de Maracaná. "Es la ilusión de una nación lo que está en juego, no permitamos que unos desalmados nos la roben", decía el presidente del país en una alocución televisada tras la cual miles de aficionados tomaron las calles de la capital Paramaribo con bufandas y banderas nacionales. La FIFA no ha querido pronunciarse y las casas de apuestas siguen colocando a Argentina y Alemania como únicos posibles ganadores de esta noche.

En un comunicado urgente posterior a la rueda de prensa, a la vista de la convulsión social desatada (el hashtag #dichotomyisover se convirtió rápidamente en TT mundial), Di Meola desmentía rotundamente que hubiese planes de alterar el resultado de la final de esta noche en Río de Janeiro. "En cualquier caso", afirmaba su comunicado, "con el recolapso de la función de onda no ganaría ni Argentina ni Alemania ni ningún otro país, incluidos Surinam y Papúa-Nueva Guinea".

domingo, 6 de julio de 2014

Por una positividad realista... y un puntito desconfiada


El otro día escuché a Richard Vaughan diciendo en su emisora de radio que hay que ser positivos en la vida, que la negatividad es una apuesta segura para acabar formando parte del "club internacional de los fracasados". En EE.UU. están obsesionados con esta última palabra (loser): si no triunfas en la vida, la culpa siempre será tuya, en la estúpida creencia -híbrida de pasteleo new age y de psicología barata de escuela de negocios- de que cualquier sueño es posible si luchas duro por él.

Es cierto que tu visión del mundo depende en buena medida de la actitud con que lo observes. Pero, para empezar, hay que asumir -¡que no aceptar!- que la injusticia y la maldad estarán siempre entre nosotros. Ello no tiene por qué amargarnos una salida o una puesta de Sol, una mañana campestre de domingo, una agradable comida, un beso, un abrazo o una reparadora siesta. Es necesario asumirlo como hacemos con la inevitabilidad de la muerte o con la fuerza de la gravedad, para pisar suelo firme y no engañarnos tontamente. Lo siguiente es buscar espacios -los hay, y son numerosos- para disfrutar de lo mucho bueno que tiene la vida, procurando mantenernos apartados de las cosas y personas indeseables.

Por supuesto, al vivir en sociedad debemos aceptar un peaje inevitable: siempre nos encontraremos con personas desagradables porque hay ámbitos en los que no elegimos a los congéneres con los que tenemos que interactuar: escogemos por afinidad o simpatía a nuestros amigos reales o virtuales, pero no a nuestros vecinos, conciudadanos, compañeros de trabajo o usuarios simultáneos de la carretera. La convivencia con Homo sapiens -o con cualquier otro animal- nos obliga a ciertas prevenciones: debemos protegernos y eventualmente defendernos (preferiblemente, dentro de los cauces del Estado de derecho). Esto no es negatividad sino realismo. Si una gacela estima en algo su pellejo, no puede salir paseando tranquila y despreocupadamente por la sabana para disfrutar de la brisa. Como tampoco debería ninguno de nosotros atreverse a dar un paseo romántico nocturno por las calles de San Pedro Sula (Honduras). Y mucho menos alardear de su homosexualidad en público en Mosul, entre tanta gente piadosa.

El mundo está lleno de peligros: no solo por terremotos, maremotos, huracanes, aludes o el imponderable coco que te puede caer en la cabeza, sino sobre todo por la presencia de seres más o menos inteligentes (desde virus y bacterias hasta humanos pasando por viudas negras y cobras) que andan pululando por ahí. Esto es lo que hay, así que debemos actuar con inteligencia y prudencia. Si yo me hubiera fiado de todo quisque en el viaje en solitario que hice en el verano de 1990 en tren desde Madrid hasta Atenas (ida y vuelta), habría terminado literalmente desplumado y sodomizado (sin consentimiento). En ese viaje con Interrail por toda Europa, a mis 22 años, me topé con mucha buena gente pero también con auténticos tipejos que pudieron haberme arruinado la experiencia: desde el quinqui sevillano que iba camino de un centro de desintoxicación en Vitoria y le robó el equipaje a una turista francesa (ella lo descubrió pasmada ya en Hendaya; yo no perdí jamás de vista el mío, pese a la charla de buen rollito con el tipo) hasta el dueño del pub de Atenas que pretendió en vano tangarme en su local (valiéndose de los encantos de una joven compinche de buen ver) pasando por otros cafres del más variado pelaje.

Hace unos meses me sorprendió gratamente, leyendo el Diario de invierno de Paul Auster, una mención del escritor norteamericano a un útil consejo que le había dado su padre: "Conduce siempre a la defensiva; procede en el supuesto de que todos los que están en la carretera están locos y son idiotas; no des nada por sentado". ¡Ese es también mi lema, qué casualidad! Si te fías del prójimo en la carretera pensando que actuará racionalmente, date por muerto más temprano que tarde. Fuera de las carreteras es también recomendable una cierta dosis de desconfianza, siempre que esta no sea agresiva con los demás ni paralizante para quien desconfía (a veces no tenemos más remedio que fiarnos por adelantado, por ejemplo cuando nos encomendamos a un médico o apostamos por una relación amorosa). No se trata de prejuzgar a la gente, sino de actuar con prudencia y abrir las compuertas de tu confianza solo a quienes se hagan merecedores de ella o a quienes tu olfato o intuición te dicen que pueden serlo.

Constatar la estupidez e hijoputez humanas no tiene por qué llevarnos al cinismo ni está reñido con la felicidad y la alegría de vivir. Claro que es imposible no sentir pena e incluso una intensa rabia ante tanta injusticia y barbarie, ante la interminable sucesión de atrocidades cometidas por seres humanos (moneda corriente desde que el hombre es hombre, aunque afortunadamente cada vez menos frecuente). Claro que es imposible que no se te revuelva el estómago ante asesinatos como el de tres jóvenes israelíes a manos de escoria palestina o el de un joven palestino a manos de escoria israelí (escoria religiosa en ambos casos). O ante el impune maltrato generalizado de los animales y su brutal matanza a escala industrial. Pero las salidas y puestas de Sol seguirán ahí -para nosotros y para nuestros descendientes-, así como las mañanas campestres de domingo, las agradables comidas, los besos, los abrazos y las reparadoras siestas.

lunes, 30 de junio de 2014

Cita infausta con un mosquito en el espacio-tiempo


Ayer maté a un mosquito bien grande que se había metido en casa: bastó un golpe seco con una caja de Kleenex. Le dije a mi hijo, mostrándole la base de la caja con el mosquito aplastado, que lo había hecho en defensa propia: para que no nos picase esa noche. El animal tuvo una muerte rápida, instantánea, sin sufrimiento (esto me tranquiliza): vivía y, de pronto, dejó de vivir. Lo que no le dije es que haría lo mismo -aunque tendría que emplear un método más contundente- si fuese un ser humano el que amenazara su vida: me asistiría el ordenamiento jurídico y cualquiera lo entendería, San Agustín inclusive.

Con los mosquitos no hay negociación posible para evitar sus picaduras: no vale el "te dejo vivir pero a cambio no me atacarás", sobre todo porque es igual de imposible transmitirle esta información como recibir una respuesta de su parte. El mosquito necesita picar para alimentarse de sangre, de la que depende su supervivencia. Por tanto, en el alucinante supuesto de que le llegase el mensaje, se aviniera a un acuerdo y pudiese comunicárnoslo, es muy probable que no cumpliese finalmente con su palabra: la mentira es una estrategia seleccionada por la evolución, que pervive precisamente gracias a su utilidad (al igual que la maldad).

La picadura de este mosquito no iba a causarnos la muerte, ni siquiera alguna fastidiosa enfermedad como la malaria. Así pues, en un lado de la balanza utilitarista puse el malestar (relativamente leve) de mi familia por las eventuales picaduras; en el otro, la vida del insecto. Y no tardé mucho en tomar la decisión de acabar con él. Reconozco que ello me produce una pizca de inquietud (¡un jainista consecuente no lo hubiera hecho!), pero hay que ser consciente de que es imposible vivir sin dejar una huella de sufrimiento: todo lo que tiene culo no solo tiene miedo sino que también hace daño. Todos somos culpables, todos somos (más o menos) egoístas. No nos engañemos pensando lo contrario.

Aunque bien es cierto que ningún humano ni cualquier otro ser vivo hizo las reglas de este juego: ya nos han venido dadas. La causalidad del Universo me fijó una cita con este mosquito en un instante de su historia, él y yo atrapados por la necesidad (cada uno conforme a su constitución genética e información ambiental) y sujetos a las mismas leyes físicas. Y me puso a mí en ventaja en inteligencia y fuerza. Posiblemente yo ni siquiera haya tenido opción de decidir: quizá ya estuviese determinado y volví a autoengañarme pensando que actuaba mi libre albedrío...

Una diferencia entre mi víctima y yo es que, en virtud de mi inteligencia humana, tengo curiosidad por saber de qué va este extraño juego en el espacio-tiempo. Por saber si algún físico hacker adolescente con granos diseñó todo esto en un garaje, y si se trata de un malvado, un imbécil moral o un simple ignorante (¡no en Ciencias o Informática, desde luego!). Por saber si la materia inteligente consciente de sí misma será capaz algún día de llegar a entender todo (entre otras cosas, por qué la depredación y el sufrimiento tenían necesariamente que aparecer en escena en el Cosmos). Por saber si el Bien y la Justicia tienen una existencia real más allá de nuestras tan limitadas mentes.

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