viernes, 24 de septiembre de 2010

Positivity

S.coincidió el otro día conmigo en que mis últimos posts rezumaban un cierto resentimiento, en que todo eran palos a diestro y siniestro, en que parecía no haber lugar para la ternura; en fin, que el blog podía empezar a resultar algo fastidioso. Yo ya lo había apreciado, y luego J. me lo confirmó. Pero cuando se lo conté a M., amenazó con dejar de leerme si abandonaba la línea corrosiva. La verdad es que J. estaba de acuerdo con el contenido, pero ponía acertadamente el dedo en la llaga: "Aunque sea verdad lo que cuentas, públicamente queda mal decir algunas cosas". Y es que siempre es más cómodo y socialmente menos arriesgado hacer un discurso vacío y lleno de 'buenismos' y topicazos que pronunciarse como lo hacen Fernando Vallejo o Arturo Pérez-Reverte dando mandobles a un lado y a otro.

Presa de esa inquietud, me tumbé anoche en el sofá y no tardé en entrar en una extraña especie de duermevela. Sucesivos fogonazos penetraban en mi mente para iluminar mi entendimiento sobre un montón de cosas muy diversas: vi con absoluta claridad que en España le puedes comprar a un desconocido un coche usado sin temor, que el mérito prima siempre aquí sobre los enchufes, que la circulación por nuestras carreteras es maravillosa -gracias sobre todo a la educación de nuestros conductores-, que la gente que escribe libros de cátaros, templarios y esoterismo no lo hace para ganar dinero sino para crear belleza, que aquí nadie se hace rico a costa de la estupidez (con perdón) del prójimo, que un buen libro de Ética debe presentarse siempre en una plaza de Toros, que si Cuba está tan mal económicamente es sólo por el bloqueo norteamericano, que la mayor parte de nuestros empresarios son unos grandes emprendedores generadores de riqueza, que Pedro J. Ramírez es una bellísima persona, que todos los delincuentes no dejan de ser víctimas obligadas a delinquir para dar de comer a sus hijos, que los países ricos sólo lo son porque explotan a otros, que los países pobres sólo lo son porque son explotados por otros, que los gitanos rumanos son en su totalidad buena gente que no crea problemas a nadie, que el Islam es una religión de paz, que el catolicismo ha sido una bendición para Latinoamérica, que los occidentales somos malos y los demás son buenos, que la gente ve telebasura no porque le guste sino porque se la ponen (si no, verían documentales de anfibios o cine expresionista checo), que los norteamericanos son casi todos tontos e incultos -no como nosotros los españoles, que somos todos listos y cultos-, que el deporte de elite es un medio para unir a los pueblos y dar buen ejemplo a los niños, que los sindicatos se preocupan sobre todo de los más débiles (contratados temporales y parados), que el fundador del PNV era un gran sabio, que a los nacionalistas catalanes les preocupa mucho la felicidad de los animales, que no existe un nacionalismo español, que Juan Antonio Samaranch fue siempre un demócrata convencido, que el lugar más seguro para un niño es una sacristía, que la gente del medio rural es siempre más humana y noble que la de la ciudad, que nuestras Universidades son las mejores del mundo, que Damian Hirst es un artista sublime -y también la española Esther Ferrer-, que "Lucía y el sexo" es un producto exquisito de un lirismo extraordinario (Carlos Boyero no ha llegado a entender a Medem, como yo acababa de hacerlo)...

Agotado mentalmente por tal bombardeo de verdades, que debió durar horas, volví de pronto al estado de vigilia. Entonces pensé: "Qué bien vivir en este mundo, y sobre todo en España (en Italia o México tampoco estaría mal), con tanta verdad, tanta justicia, tanta inteligencia, tanta bondad y generosidad". Por entre las cortinas se colaban unos rayos de luz: ya había amanecido. Las descorrí y vi un cielo de un azul intenso. Los pajarillos cantaban, y la brisa mecía las hojas de los chopos de enfrente. Entonces me dije: "Bueno, aunque todo fuera al revés (¡que no lo es!), qué mañana más estupenda hace. Hoy voy a subir con mi hijo a la sierra para dar un rico paseo por el bosque, hacer un pícnic y jugar con los cromos del Mundial de fútbol... ¡qué bien nos lo pasaremos!".

4 comentarios:

Raulsanblog dijo...

Mi querido Nico... interesantes tus reflexiones... Coincido también con S. y J. en el resentimiento que respiran muchos de tus comentarios... Pero veo que parece que tú ya has decidido en esta última reflexión "Positivism", cuál es tu camino.. Tú decides...

No sólo hace falta hablar de pajaritos y "buenismo" para ver que hay visiones y enfoques diferentes del mismo hecho. Creo que en nuestro querido país, la cultura continua de la queja, muchas veces fundademantada, no suele llevarnos en general hacia ningún sitio... Para llegar a la cima, hay que escalar la montaña.. No basta con decir que es muy alta. Suerte compañero!

Nicolás Fabelo dijo...

Amigo Raúl, el problema en España no es la altura de la montaña que debemos escalar sino el carácter de los escaladores (los españoles)...
Por otra parte, para cambiar las cosas hay que hacer primero un buen diagnóstico aunque éste no sea agradable (es lo que hacen los médicos). Y es indudable que la sociedad española tiene un grave problema: si eres una persona seria y responsable, la vida aquí puede ser desagradable por mucho aceite de oliva y jamoncito que te pongan. Como ya dije, mucho peor es Italia: si yo fuera italiano me iría con mi equipo de escalada a otro país, y seguro que más de uno me acusaría de ser un resentido... y diría que Berlusconi es un "bon vivant"
Allá por los 80, yo tenía fe en España, era un país rampante y aparentemente moderno. El culmen fue Barcelona'92. Ahora me doy cuenta de que aquel país estupendo en el que muchos creíamos tenía algo de espejismo

Adolfo dijo...

Hola Nico y contertulios.
Bueno, el resentimiento por escrito no está tan mal si lo entendemos como el compartir con otros algo que no te gusta, y quien sabe si termina creando un cierto estado de opinión. Si no, al menos sirve de desahogo.

Lo que sí pienso, es que es probable que confundamos sentimientos. Ya lo he hablado contigo, pero no creo que debamos satanizar ni elogiar a nuestro país con respecto a otros, por las percepciones que desde aquí tengamos.

Quiero decir que es tan imprudente decir que España es un desastre como aquellos que afirman: "Como en España en ningún sitio!".

Tú eres más viajado que yo, pero supongo que en todos lados tendrías cosas buenas y malas.

Por ejemplo, Las Palmas es mi ciudad, y por tanto donde están mis cosas buenas, pero también, donde tengo que convivir con un montón de cafres, donde me suena el despertador a las seis de la mañana, donde me dejo la mitad de la vida en una oficina....

En Paris, por ejemplo, sólo he estado de vacaciones, paseando viendo cosas nuevas aquí y allá, y por tanto no me he comido ningún marrón por ahí, no leo su prensa y no sé de sus grandes problemas ni de la vida cotidiana, ¿significa que sería más feliz viviendo ahí?. ¿Cómo saberlo?.

¿Quién te garantiza que si te fueras a otro lado, al cabo de unos años no estarías con resentimientos iguales...o diferentes, pero resentimientos?.

Sí, este es un país repleto de cafres, en algunas cosas hemos mejorado y en otras hemos ido a peor.

Pero te entiendo, quizá nos haga feliz vivir con la ilusión de que siemre podemos volver a empezar en algún otro sitio más civilizado, (Nueva Zelanda, Holanda, el que quieras), aún a sabiendas de que es mentira, de que ya no podamos.

Pero es una mentira agradable.

Agus Alonso-G. dijo...

Yo creo que la realidad no es blanca o negra. Por ejemplo, citas a un tipo que critica a la Iglesia católica por su presunta doctrina contra los animales... ¿Habrá oído hablar ese señor de San Francisco de Asís, cuya fiesta se celebra el 4 de octubre precisamente? Parece que no, y su corrosividad queda un poco mal.

Yo creo que tanto resentimiento no es bueno porque no convences a casi nadie así y, sobre todo, porque no puede ser cierta. Insisto en que hay muchos matices. Los hombres somos poquita cosa, pero algo somos.

Este es el pobre comentario que ahora se me ocurre, después de que el otro día se me borrase uno más currado que me llevó mucho tiempo.

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