martes, 30 de marzo de 2021

Monismo russelliano, fisicalismo, pampsiquismo, panenteísmo, Todo y Nada en el mismo paquete


Keith Frankish y Philip Goff son dos de los filósofos actuales más interesados en el estudio de la naturaleza de la consciencia. Y de vez en cuando interactúan en Twitter (también suelen hacerlo David Papineau, Bernardo Kastrup y Richard Brown), para regocijo de quienes estamos interesados en estos asuntos. Para Frankish, la consciencia (que para él, en línea con Daniel Dennet, no deja de ser una mera ilusión) es "algo que hace la materia". Para Goff, es justo al revés: la materia es "lo que hace la consciencia". En mi humilde opinión, ambos yerran si adoptamos una concepción monista del mundo (conforme a Bertrand Russell) en la que materia y mente serían dos caras de la misma cosa única: la primera de ellas, tal como esa cosa se percibe desde fuera; la segunda, la subjetiva, tal como es sentida desde dentro (la consciencia sería pues "lo que se siente siendo materia"). 

Esta es una concepción en el fondo fisicalista, ya que la cosa única es consciencia materializada (o materia con propiedades mentales, que lo mismo da). Y coincido con Galen Strawson en que ello nos aboca necesariamente al pampsiquismo, que Frankish rechaza y Goff ahora abraza en su variante cosmopsiquista (que considera que el universo es un ser consciente, en el cual están integradas todas las mentes), tras haber coqueteado anteriormente con la micropsiquista (que considera que partículas elementales como electrones y quarks son conscientes) y la protopampsiquista (que sostiene que las partículas elementales no son conscientes, pero constituyen la base para la emergencia de la consciencia). David Chalmers, Giulio Tononi y Donald Hoffman tambien apuestan por algún tipo de pampsiquismo. Este último apunta incluso a la causalidad descendente (un anatema para muchos físicos), desafiando el enfoque ortodoxo reduccionista de la ciencia. 

¿Pero cuál es la naturaleza y origen de ese ente materia/mente?... Ahora viene mi desaforada especulación: no sería más que información obtenida de una computación cuántica a partir de un objeto que podríamos llamar el Todo y podría identificarse con el mito hindú del sueño de Vishnu. Ese sueño de la consciencia pura no materializada (llámala Vihsnu, Brahman, Dios o como te plazca) abarca todo el espacio de posibilidades (¡de hecho, es el espacio de posibilidades!) y, por tanto, todas las posibles historias del universo en cada una de sus escalas. La gigantesca computación permite a toda consciencia materializada navegar, con más o menos márgenes de libertad (determinados por el estado inicial de un multiverso, sus leyes físicas y la interacción con otros agentes conscientes materializados), por esa especie de videojuego multiversal del que se vale la consciencia pura (moradora de la Nada) para percibir el mundo (la no-Nada) desde todas las perspectivas posibles, ya sean elementales o emergentes. La materia sería pues el traje que se embute la consciencia pura para poder hacer un recorrido por un multiverso. Un traje que, conforme a lo antedicho, impone restricciones a quien se lo enfunda: ese constreñimiento, que hace posibles el orden, el raciocinio y el propósito, es el precio a pagar por salirse de la etérea nada.

Esta visión que propongo es panenteísta, ya que supone que la consciencia mora también (en modo puro o inmaterial) más allá del mundo físico que informa (o sea, más allá de todas las posibles manifestaciones del Todo) en una entidad que llamaremos la Nada. Y no es incompatible con el fisicalismo, ya que este sostiene que todo tiene un fundamento físico... ¡pero todo lo que existe (a su vez, un precipitado del Todo), lo cual excluye la Nada! ¿Entonces la consciencia pura NO existe? Parafraseando al infumable Heidegger, digamos que "nadea"...

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