lunes, 12 de diciembre de 2011

¿La Filosofía ha muerto?

Esto afirma en su último libro (El gran diseño) el físico Stephen Hawking, quien sostiene que la Filosofía "no se ha mantenido al corriente de los desarrollos modernos de la ciencia, en particular de la Física". Lo cierto es que la filosofía contemporánea -sobre todo la continental europea, no tanto la anglosajona- tampoco se ha molestado en entender demasiado de Biología, Etología, Neurociencia, Matemática, Economía o ciencias de la computación, materias que ha tendido a despreciar olímpicamente en beneficio de infumables fenomenologías, hermenéuticas, deconstrucciones, racionalidades comunicativas, metanarrativas, etc. Ese desprecio no quita que muchas veces haya recurrido, de manera impropia e incluso risible, al uso de conceptos científicos para darse aires de gravedad.

En un programa de TVE dedicado a la Filosofía, José Antonio Marina dice que "la bondad no es nada más que aquella forma de percibir con agudeza qué es la buena solución a cada problema y también tener la gallardía de ponerlo en práctica". Una frase tan resultona como impropia, porque eso no se llama bondad sino inteligencia resolutiva (nadie diría que es un ejercicio de bondad limpiarse el culo tras un apretón en el campo con las páginas de un periódico que se tiene a mano). Estas palabras son un ejemplo de que buena parte de la filosofía se ha convertido en mera verborrea, en el mejor de los casos elegante o inteligible (porque hay que reconocer la elegancia e inteligibilidad de Marina y Fernando Savater, a diferencia de otros, para sostener cosas evidentes e incluso naderías). Y bien trufada de citas y apelaciones a clásicos, que le dan un barniz de erudición absolutamente estéril.

El peor de los casos es el de la verborrea ilegible, con maestros de la oscuridad y el fárrago tan influyentes en la tradición filosófica continental como Heidegger, Deleuze, Baudrillard, Gadamer, Derrida, Lyotard y quien posiblemente sea el mayor timador intelectual de la historia reciente: Lacan. De ellos beben filósofos actuales como Jürgen Habermas (Premio Príncipe de Asturias solo por decir de manera comprensible en miles de páginas que hay que buscar consensos y que la democracia es buena), Alan Badiou (intragable filósofo de cabecera de terroristas de inspiración marxista-leninista como los etarras) o Peter Sloterdik (creador de un esperpéntico discurso poblado de esferas, burbujas, globos, espumas, "uterotopos", etc.).

Otros pensadores franceses como André Glucksmann, Bernard-Henri Levy y Alain Finkielkraut se han apartado afortunadamente de la jerga postmodernista de sus compatriotas más mayorcitos, alguno de los cuales -Deleuze- no dudó en tildarles de "bufones televisivos" por su osadía de expresarse con claridad. En realidad, estos jovenzuelos son más comentaristas políticos que filósofos.

La escuela filosófica anglosajona es, por fortuna, otra historia (¿quizá gracias a apartarse de Hegel, ese "soplagaitas" según Schopenhauer?). No es casual que gente tan valiosa como Bertrand Russell, Karl Popper o John Rawls hayan mamado de esta tradición, presidida por la claridad y la profundidad. Una escuela a la que se adscriben posiblemente los mejores filósofos actuales, como Peter Singer, Daniel Dennet o David Chalmers. Rompiendo moldes, Singer es exponente de una nueva ética transhumanista basada en la ponderación utilitarista de los intereses de todos los seres sintientes (humanos o no).

Ello lo sitúa muy lejos de uno de los filósofos españoles antes mentado, que hace poco tuvo la ocurrencia de presentar un libro suyo de Ética en una plaza de toros: no resulta extraño dada su condición de lego en Biología, manifiesta en entrevistas como esta (escuchar desde 10'40'' hasta 11'31'') en la que afirma que los animales son autómatas que no toman decisiones (debería leerse algún manual de la ESO o pinchar, por ejemplo, aquí). Al menos, como ya señalé antes, hay que reconocer al autor de Ética para Amador (en cuyas páginas también exhibe una enorme ignorancia sobre el mundo animal) su capacidad didáctica, su honestidad intelectual y su alejamiento de la oscuridad farragosa: no es poca cosa.

Al hilo de esta cuestión, siempre conviene recordar el hilarante escándalo Sokal, que dejó en rídiculo el pensamiento postmodernista con la publicación de un bodrio absurdo e infumable (redactado así deliberadamente) en una prestigiosa revista estadounidense de ciencias sociales. Por cierto, si alguien quiere convertirse en filósofo puede hacerlo en esta web generadora de piezas filosóficas postmodernistas. A mí me ha salido un texto muy mono llamado "Desublimación textual en los textos de Joyce".

9 comentarios:

Ubaldo Suárez dijo...

Es ciertamente curioso, pero no insólito, que critique de esa manera la Filosofía. No obstante, a pesar de tal crítica no puede dejar de alabar a ciertos filósofos y a ciertas corrientes filosóficas, por lo que deduzco que no la da por perdida del todo. Por otro lado, es Vd. licenciado en Economía que, como todos sabemos, es esa rama del saber que se caracteriza por su lenguaje simple y comprensible, por no hablar de sus teorías basadas en premisas objetivas e incuestionables y conclusiones impecablemente lógicas. A la vista está.

Nicolás Fabelo dijo...

U., yo no critico la Filosofía sino una manera de hacerla que ignora -a veces incluso presume de ello- los conocimientos provenientes de la ciencia como si no tuviese nada que aprender de ella (como si fuese posible teorizar sobre disciplinas como la Epistemología o la Ética sin tener alguna idea de Biología, Neurociencia, etc.).

Ya que usted ironiza acerca de la Economía, aprovecho la ocasión para expresarle mi opinión al respecto: la Economía clásica está construida sobre premisas ideales muy discutibles -por no decir falsas- como el comportamiento racional de los agentes económicos (lo cierto es que muchas veces la gente actúa irracionalmente), la información perfecta (esto no es así) o la igualdad ante los mercados (solo hay que tener sentido común para darse cuenta de que no es igual el poder negociador de un trabajador que el de un empresario que lo contrata). Yo soy muy crítico con esos economistas creyentes -en un sentido religioso- en "manos invisibles" que pretenden entender el mundo solo con su arsenal de curvas y derivadas matemáticas sin saber nada de Historia, Geografía, Psicología y otras humanidades. Entre esos tipos, que parecen abundar en el funcionariado de organismos como el FMI, hay mucho burro iletrado. Ese es un buen tema para un nuevo post, por cierto.

Un saludo

Adolfo dijo...

Hola Nico, en mi caso el desconocimiento en el terreno de la filosofía es tan inmenso que sería del todo un atrevimiento opinar sobre autores y corrientes, pero sí que puedo participarte de mis sospechas.

De todas maneras, para ser honrado pienso que más a menudo de lo que sería deseable, el desprecio es mutuo entre las ciencias y las letras, como los malos profesores que piensan que su asignatura es la más importante.

Como sabes, en el mundo de la economía también hay un montón de publicaciones infames en fondo y forma, (empezando por los libros de texto), donde los autores intentan camuflar su irrelevancia con una aparataje matemático y una farragosidad en el lenguaje injustificable . Para mí, intentan así dar a su obra un halo de solemnidad, misterio, y EXCLUSIVIDAD, que parece buscar ante todo elevar el ego del autor, haciéndonos creer que sólo los de una mente superior son capaces de alcanzar semejantes cotas de conocimiento.

Así que no hay nada por lo que no pueda suponer que en el mundo de la filosofía no haya sujetos de similares características, y ante la pomposidad de sus palabras, ¿quién dice “el rey está desnudo”?, (más allá de otros colegas que utilicen las mismas armas para criticar a los primeros, pero con los mismos objetivos).


Mentecatos.

Nicolás Fabelo dijo...

Jajaja, tienes mucha razón, Adolfo. Me has recordado aquel manual de Econometría de un tal Nelson que no había por donde cogerlo (además, todo lleno de erratas). Ello habla bien a las claras de la calidad del sistema universitario que lo permite.

Rafael Hidalgo dijo...

Bueno, Nicolás, te has despachado a gusto. ¡Qué tremendo!

En todo caso sacas a relucir algunas cuestiones que ciertamente desvirtúan la filosofía, a saber: buscar el aplauso (en el fondo, apartarse de la "vía de la sabiduría" para ser aceptado -doxa-) y crear un lenguaje ininteligible que oculte lo expresado, en vez de iluminarlo, pretendiendo con ello ir de "enteradísimo".

Estoy menos de acuerdo en algunas filias y fobias que expresas, aunque he de reconocer que el modo de hacerlo me llega a resultar simpático.

Tienes mucha chispa, Nicolás, y eso bien sabes que en España te da licencia para muchas cosas (para todas no, pero sí para bastantes). Así que ánimo y un fuerte abrazo.

Nicolás Fabelo dijo...

Bueno, Rafa, me alegro mucho de verte de nuevo por aquí. Yo sigo paseándome por tu blog, he de reconocerte que nunca olvidaré esas palabras que te dijo una vez tu hija pequeña, recogidas en uno de tus posts: "Papá, como soy la más pequeña me moriré la última. Cuando esté solita, ¿quién me tapará?".

Jaja, lo de la "chispa" no sé si tomármelo como un cumplido o no... En fin, aprovecho para darte otro abrazo desde la sincera simpatía que te profeso.

Ubaldo Suárez dijo...

Estimado Nicolás:
Disculpe la tardanza en responderle, pero a veces hasta se agradece no estar cerca de un ordenador. Respecto del tema que nos ocupa, considero que, salvo excepciones que no dudo de que existan, las corrientes filosóficas más punteras y los filósofos de mayor reconocimiento, tales como J. Habermas, A. Honneth (Escuela de Frankfurt), Nancy Fraser, Gianni Vattimo, el difunto Richard Rorty y muchos más recogen en sus escritos explícitamente la obra de científicos de otros campos como la Biología, la Psicología evolutiva, la Antropología, la Historia, etc. Un filósofo que quiera interpretar la sociedad de su época, diagnosticar sus patologías sociales, políticas, etc., y proponer teorías tanto descriptivas como normativas, no puede, evidentemente, prescindir de los conocimientos que resulten pertinentes, sea del área que sea. Hoy mismo, Adela Cortina (Catedrática de Ética y Filosofía Moral), filósofa española de cierto prestigio habla en una entrevista en La Opinión de Tenerife (contraportada) sobre la ética y la neurología.

Bruno Mesa dijo...

Un repaso excelente de la moribunda filosofía. Es quizá la primera vez que encuentro una coincidencia tan evidente en la corrosión. Eso me alegra.
El malvado Feyerabend y el conciliador Rorty aplaudirían tu retrato.

Un saludo

Emilio dijo...

Te he descubierto gracias a un comentario tuyo en la bitácora: El traje nuevo del emperador, y así llegué a esta entrada.

Aunque sólo soy un aficionado a la filosofía y lo soy desde hace no muchos años, al leer tu entrada me he identificado plenamente con ella.

Veo también clara la separación entre lo que está pasando en la filosofía anglosajona y la continental y lo que quizá para mí tiene mayor trascendecia, hasta qué punto este enfoque "hegeliano" ha envenenado casi todo lo que ha tocado.

Espero volver más veces por aquí.

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