Patrón de difracción de un electrón obtenido con un átomo de berilio. |
El gran físico John Wheeler (que acuñó el it from bit para expresar el supuesto carácter computable del Universo, además de dar nombre a los agujeros negros) llamó un día por teléfono a su colega no menos eminente Richard Feynman (artífice de la versión de las múltiples historias de la mecánica cuántica, que considera que una partícula sigue todos los caminos posibles para ir de un lugar a otro) para decirle que había llegado a la conclusión de que en el Universo solo había un electrón. No era una broma, no era una chifladura, no era una afirmación fruto de la ingesta desordenada de alcohol o de alguna sustancia alucinógena. Wheeler, uno de los físicos más originales y perspicaces -junto al propio Feynman- del siglo XX, había concebido la idea de que solo existen los campos, de que las partículas son epifenómenos de dichos campos, meros rizos, fluctuaciones o excitaciones en ellos. La audaz conclusión no se limitaba, por tanto, al electrón: en el Universo solo existiría un quark, solo existiría un fotón, solo existiría un neutrino...
En su célebre llamada telefónica, Wheeler también expresaba a Feynman su visión de las antipartículas como partículas que viajan hacia atrás en el tiempo. Un positrón es una partícula exactamente igual a un electrón salvo en su carga (positiva para el positrón; negativa para el electrón): por ello se trata de la antipartícula del electrón, con la que se aniquila en caso de encuentro (produciendo, como resultado de la colisión, rayos gamma). Según Wheeler, electrón y positrón serían la misma cosa (el rizo o excitación de un campo, como ya vimos antes), que se manifiesta como partícula o como antipartícula dependiendo de si viaja hacia el futuro o hacia el pasado. O sea, que las partículas pueden ir hacia atrás en el tiempo (las leyes de la Física son indiferentes a la flecha del tiempo: funcionan igual hacia adelante que hacia atrás, lo que desafía nuestra percepción macroscópica de que el tiempo corre siempre hacia el futuro).
Para tener una idea de lo que sería el campo del electrón o el de cualquier otra partícula, imaginémonos una gigantesca cuadrícula (el espacio-tiempo) con bombillas colocadas en cada uno de sus cuadraditos. La cuadrícula es tetradimensional (tres dimensiones espaciales y una temporal), pero tendremos que hacer el ejercicio mental en 3-D puesto que nuestro cerebro no es capaz de concebir una cuarta dimensión. En un determinado instante habría un montón de bombillas encendidas -con mayor o menor intensidad- y otro montón apagadas (en el siguiente momento, algunas seguirían encendidas -con mayor o menor intensidad-, otras se apagarían y otras antes apagadas se encenderían).
Cada bombilla encendida es un electrón que se desplaza por el espacio-tiempo hacia el futuro (o, visto de otro modo, un positrón que se desplaza por el espacio-tiempo hacia el pasado). Cada bombilla apagada indica la ausencia en ese cuadradito de un electrón (el valor nulo en ese punto del campo del electrón). Puede que allí se manifieste otra partícula, al tomar un valor no nulo algún otro campo como el electromagnético (cuya partícula es el fotón). O puede que no se manifieste ninguna, de modo que el cuadradito estaría vacío (lo pongo en cursiva porque la Física nos enseña que el vacío no es nada sino algo, inestable y en permanente ebullición, que permea todo el espacio-tiempo).
Electrón y positrón seguirían pues una ruta jalonada de bombillas encendidas con distinta intensidad: cuanto más luminosa la bombilla, mayor energía (o sea, mayor impulso o momento físico, más cantidad de paquetitos energéticos de Planck) tendría la partícula en ese instante. Por cierto, cabría considerar si las partículas realmente se mueven, porque nuestras metafóricas bombillas no lo hacen: se limitan a encenderse, a crecer o decrecer en luminosidad o a apagarse. ¿Y acaso se mueven los fotogramas de una película?...
Volviendo al título de esta entrada, hay que tener cuidado para no incurrir en pseudociencia o mentecuanteces al buscar una respuesta a la pregunta de si la conciencia podría ser también un campo cuyos rizos o partículas serían las conciencias individuales: la mía, la tuya, la de un koala, la de una bacteria... ¿Y si solo hubiera una persona en el Universo?... Una metafísica seria (como la formulada por el filósofo australiano con pinta de músico heavy David Chalmers: ver este magnífico vídeo suyo) podría darnos, siempre en forma de hipótesis bien construidas, valiosas pistas al respecto.
2 comentarios:
tal vez...
http://youtu.be/abnG3bzzCD0
Sabes que esta mañana me había planteado grado la misma pregunta? Y al buscar lo del electrón único me ha aparecido tu blog. Pero a mi me ha surgido por otro lugar totalmente distinto... Estoy explorando las matemáticas de la psicología...
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