miércoles, 9 de mayo de 2012

¿Pero por qué demonios brillan las estrellas?

Imagínense que un niño curioso, estudiante de cuarto de primaria (con 10 años), quiere saber por qué brillan las estrellas. Se va a Google y mete, entrecomillado, el texto "por qué brillan las estrellas". Entonces, emocionado, descubre que el tercer enlace dirige a... ¡Eduard Punset! "Ahí estará la mejor respuesta", piensa mientras hace clic, hechizado por el prestigio mediático del divulgador catalán del que con sumo respeto hablan sus padres y profesores. Desde luego, tantas personas no pueden estar equivocadas: más de 700.000 seguidores en Facebook y más de 220.000 en Twitter. Y en la tele no saldría si no fuese un grande de la divulgación científica, uno de nuestros más insignes sabios. ¡Nadie como él sabrá explicarlo mejor!

Nuestro chaval ve la explicación de menos de dos minutos y se queda muy confuso: no acierta a comprenderlo. No deja de preguntarse qué quiere decir eso de que "el electromagnetismo de los átomos que componen la estrella se resisten a que la gravedad los comprima". Y, además, ¿por qué el Universo se hizo transparente cuando tenía 300.000 años de existencia?...
Entonces, el chico piensa: "Es que quizá sea muy pequeño aún para entenderlo de alguien tan importante. O quizá no sea demasiado listo para seguirle. Miraré en los otros links". Y pincha pues en otro enlace en el que se dice que brillan "debido a la combustión de su propia materia". "¿De qué materia?", se queda pensando. ¿De hidrógeno y helio, como mencionaba Punset al principio de su explicación? Como la respuesta sigue dejándole insatisfecho, se pone a leer los comentarios de abajo con la esperanza de que arrojen algo de luz (¡nunca mejor dicho!) sobre su entendimiento.


¿Porque poseen electrones?... La cosa está cada vez más enrevesada, porque el chico sabe al menos que todos los átomos tienen electrones, eso ya se lo han enseñado en el cole... "Uhhm... ¿y por qué no brilla el agua?, ¿y por qué no brilla Punset?", se dice a sí mismo. Entonces decide ir a otro link, al primero de la lista que le ofrece Google. "Quizá tenía que haber empezado por ahí, como está el primero...", razona ingenuamente. Tras el inicial desconcierto por la avalancha de publicidad, advierte que el texto aporta esta vez alguna clave importante: "La enorme presión y la elevada temperatura existentes en el interior de las estrellas provocan que el hidrógeno se fusione para producir helio mediante un ciclo denominado ‘reacciones nucleares’. La gran cantidad de energía que se libera en este proceso se emite en forma de luz". Pero al chaval se le sigue escapando algo, no acaba de ver por qué y en qué momento se enciende una estrella. ¿Por qué hay tanta presión y la temperatura es tan alta dentro de las estrellas? ¿Quizá por la gravedad, como recuerda haber oído a Punset? "Vamos a los comentarios, a ver si hay alguna aportación buena". Y nuestro intrépido estudiante se topa ahora con lo de abajo:

Llegado a este punto, el chico se rinde y se pone a jugar a la Wii (ya ha hecho sus deberes diligentemente). Y decide que nunca estudiará Física, por la que empezaba a sentir cierta curiosidad en los últimos tiempos, porque parece ser un peñazo infumable que ni siquiera el genial Punset es capaz de explicar de manera inteligible.

Explicaciones

Este jovencito debería recibir algunas explicaciones al respecto, que seguramente le serán muy útiles no solo para no frustrar una posible vocación sino también para entender cómo funciona el mundo de los adultos y actuar en consecuencia. Para empezar, habría que decirle que una persona no es necesariamente más sabia -si acaso más mediática, más habilidosa socialmente, mejor relacionada- por salir en la tele, vender muchos libros o tener cientos de miles de followers en redes sociales. Y que hay libros, películas y programas de televisión que son una bazofia por mucho éxito que tengan entre el público (y, al revés, hay productos culturales que son de calidad aunque los conozca y valore poca gente).

Por otra parte, deberíamos advertirle de que Internet es un maravilloso invento pero con el inconveniente de estar lleno de basura y trampas. Y que la mejor manera de sortear esa basura y esas trampas es adquirir un buen criterio, lo que debería ser el principal objetivo de la enseñanza. Es necesario aprender a desconfiar, a echar siempre una mirada crítica a todo (incluso a los dogmas religiosos y morales que se nos pretende inculcar), a distinguir el grano de la paja, para impedir así que nos engañen o que nos engañemos a nosotros mismos.

Hay que aconsejarle también encarecidamente que procure informarse a través de fuentes serias -tanto si quiere saber por qué se encienden las estrellas como si pretende tener información sobre Siria o la crisis de deuda en Europa-, las cuales desgraciadamente no siempre son gratuitas. El gran riesgo de Internet, como bien apunta Moisés Naím, es que se consolide una red de calidad de pago para los más acomodados y otra gratuita de mierda -insegura, plagada de publicidad agresiva y tomada por los trolls- para los pobres, los analfabetos (digitalizados o no) y aquellos a quienes les da lo mismo 8 que 80.

Ya por último, para no dejarle con la duda, le podríamos explicar al niño que una estrella se enciende cuando la compresión ejercida por la gravedad hace que la temperatura en su núcleo sea tan alta como para activar en él fusiones nucleares -en las que el hidrógeno se convierte en helio- que despiden mucha energía en forma de luz y calor. Es precisamente la presión de ese calor -¡y no el electromagnetismo del que habla erradamente Punset!- la que frena la acción contractiva de la gravedad y hace que la estrella se mantenga estacionaria unos cuantos millones -o miles de millones- de años, hasta el momento en que se consume el hidrógeno. A continuación, las estrellas queman el helio y, una vez consumido este, otros elementos más pesados como el carbono. En las llamadas enanas blancas y en las estrellas de neutrones, que ya han dejado de ser hornos nucleares -por haberse quedado sin combustible-, la fuerza que se opone a la gravedad no es la presión térmica sino la llamada presión de degeneración electrónica (o neutrónica, en su caso), o sea la coraza de sus electrones (o la de sus neutrones y protones en los núcleos). Una presión que en algunos casos es también vencida, llevando a un espectacular estallido conocido como supernova o haciendo que lo que fue una estrella se convierta en un agujero negro que se traga todo a su alrededor, incluso la luz.

Yo solo soy un simple aficionado reciente a la Física, al que le ha costado su tiempo entender estas cosas gracias a buenas lecturas -Stephen Hawking, Brian Greene, Roger Penrose, Antonio Rincón Córcoles, Michio Kaku, algún manual de astrononomía, Pseudópodo, el blog de Cristina...- encontradas entre un sinnúmero de estupideces, paparruchas y bodrios ininteligibles. Unas buenas lecturas, generalmente en papel, por muchas de las cuales he tenido que desembolsar algo de dinero. Todo sea dicho: Punset no me cae mal, me parece un buen tipo al que habría que estar agradecido (a pesar de sus reiteradas pifias) ya solo por la mera existencia de su programa divulgativo Redes.

10 comentarios:

Agus Alonso-G. dijo...

Braffffffoooooo

Nicolás Fabelo dijo...

Muchas gracias, amigo

Emilio dijo...

Muy interesante. Un saludo

Nicolás Fabelo dijo...

Otro saludo para ti, Emilio.

pseudópodo dijo...

Muy bueno, y muy bien contado. El video es indescriptible, la verdad. Difícilmente puede explicarse peor (lo que no sé es porqué no ha mencionado a las neuronas).

Todo lo de la sopa primordial no viene a cuento para nada, no se explica por qué se condensan esas nubes de hidrógeno, ni cuando llega el punto de las reacciones nucleares se dice por qué desprenden energía. A mí lo que nunca deja de asombrarme es que cualquier cosa pasa por una explicación: sólo hay que meter palabrejas científicas y conceptos confusos para que cuele.

Como dices muy bien: "adquirir un buen criterio debería ser el principal objetivo de la enseñanza". Como mínimo: ser capaces de darse cuenta de que uno no está entendiendo una cosa, y no tragárselo. Luego, tener referencias de fuentes fiables. Pero bueno, ya lo has dicho tú...

Cristina dijo...

Un documento impagable el de Punset, desde luego. Dice mucho de nuestro país que este hombre sea el divulgador de la ciencia más conocido… y el único que sale por la tele. La explicación que da confunde muchísimo más de lo que aclara. Lamentable. Por otro lado, tu post debería ser de obligada lectura para todos aquellos que dicen que los maestros no tienen que transmitir conocimientos sino servir de mediadores. Aunque es verdad que hay muy buenas páginas de divulgación en español, pero ni están bien situadas en google, ni sus autores son tan mediáticos como Punset.

Nicolás Fabelo dijo...

Pseudópodo y Cristina,

Me conforta mucho este respaldo de físicos como ustedes, que tan bien se manejan -como pocos- con las ciencias y las letras.

¡Un abrazo!

Adolfo dijo...

Hola Nico, una cosita. Dices, y esto contigo lo de "...adquirir un buen criterio, lo que debería ser el principal objetivo de la enseñanza".
¿Pero al enseñar a adquirir un" buen criterio", no puede correrse el riesgo de convertirse en una manera de mediatizar a los niños?. ¿Qué es un buen criterio?, ¿Quién lo decide?, ¿en base a qué?.
Los críos deberían desconfiar de todo, incluso de lo que les dice el profe acerca de lo que es un buen criterio, o de lo que le digan que es de calidad o es basura.
Cuando se educa, siempre se parte de un postulado previo.
!Un abrazo¡

Nicolás Fabelo dijo...

Adolfo, amigo, planteas algo interesante: ¿debería un alumno recelar de todo lo que le cuentan, incluso de la enseñanza de que hay que recelar de todo lo que le cuentan? Pues yo creo que sí, pero con sensatez y a partir de cierta edad (quizá entre los 12-14 años).

Confiar plenamente en los mayores es en los primeros años imprescindible para sobrevivir, ya que los más jóvenes desconocen los peligros del mundo y necesitan fiarse de la experiencia de sus padres y familiares. Si te dicen que no metas los dedos mojados en un enchufe, que no bebas lejía o que no comas 'Amanita Phaloides' y no haces caso, pues mueres. Una vez que los niños han entendido bien cuáles son las cosas que NUNCA han de hacer, llega el momento en el que se debería cultivar su espíritu crítico para desembarazarse de las otras cosas que también les fueron inculcadas pero que no tenían un fundamento racional. Como dice Richard Dawkins, a un niño pequeño se le mete generalmente en la cabeza al mismo tiempo "No te bañes en el río porque hay cocodrilos" y "Para atraer la lluvia hay que sacrificar una cabra en Luna llena". Cuando ese niño sea mayor y tenga pleno uso de razón, debería ratificarse en lo primero (no bañarse donde hay cocodrilos) y prescindir de lo segundo (esa sangrienta e inútil mandanga). Pero parece que lo segundo puede ser muy difícil si lo tienes muy incrustado en el fondo de tu mente: quizá sea uno de los precios a pagar para asegurar la supervivencia.

Adolfo dijo...

No creas, querido Nico, yo no tengo la respuesta,

Si un padre le dice a su hijo: "No te bañes en el río porque hay cocodrilos" y "Para atraer la lluvia hay que sacrificar una cabra en Luna llena"; es porque cree que ambas cosas son ciertas. ¿Debo decirle alguien que no es así?. (¿Y si fuera así?, je, je).

Hay cosas que son poco discutibles: si junto dos palitos con otros dos palitos, tendré cuatro palitos. Pero decir que golpear a un anciano y quitarle la cartera es algo malo, no deja de ser algo discutible. Esa enseñanza se basa en un condicionamiento moral, que como tal, no es natural ni científico, (algunos dirían que probablemente sea hasta antinatural, salvo que hablemos de la supervivencia general de la especie, u órdenes genéticas, o qué se yo).

En atención a nuestras limitaciones, pienso que sólo nos queda recomendar enseñar aquellas cosas que son poco discutibles, y obrando de buena fe, aquellas que estimamos más probables, más otras consideraciones no tan científicas, como vimos antes, pero advirtiéndole a los críos que cualquiera de lo anterior puede ser que no sea cierto, (aunque unas cosas son más verosímiles que otras).

Pero vaya, no deja de ser más que mi punto de vista, y si uso ese criterio para enseñar a mis hijos, no dejo de condicionarles igualmente según como yo entiendo las cosas.

Quizá simplemente sea inevitable, no sé, no sé...

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