viernes, 4 de mayo de 2012

¡Estoy solo, estoy solo!

Arrastrando penosamente los pies, apoyado en una muleta vieja, una bolsa de plástico con latas de cerveza dentro aferrada a sus dedos ganchudos y renegridos que tiemblan, el cuerpo flaco, maltrecho y desencajado, el rostro cubierto de roña, los ojos muy abiertos por los que asoma un alma torturada. "¡Estoy solo, estoy solo, la peor enfermedad es la soledad!": dice a los viajeros, esas personas que, a diferencia de él, serían echadas en falta si un día desapareciesen por los pasillos del metro.

Vagones que se llenan y vacían frenéticamente de desconocidos, soles que salen y se ponen sobre aceras sucias, cunetas polvorientas, descampados pedregosos con briznas aplastadas de hierba, lunas que velan sus pesados sueños con padres muertos y amigos perdidos. La madre hecha ceniza ya no puede abrazarlo, pero lo sigue haciendo desde el pasado, donde no deja de acariciarle el pelo limpio y la carita suave de niño en la oscuridad de su habitación antes de dormir. Se levanta con la boca pastosa, el pelo alborotado, la garganta ardiendo, las tripas punzantes, la hirsuta barba mordiéndole el rostro que tiene la mirada puesta en una tumba abierta que no atina a ver en el horizonte.

4 comentarios:

Adolfo dijo...

Hola Nico, tremenda y cotidiana la imagen. No hablamos de alguien que vive sólo, pero que tiene familiares y amigos a los que llamar y ver. Para mí lo más terrible de esa soledad, es que en la sospecho que en la mayor parte de los casos similares, al mismo tiempo que se padece esa soledad, la situación física y la moral de derrota, hace que ya se tenga la absoluta certeza de que se está en una situación irreversible.

Ya se está condenado a vagar por las calles sin tener alguien en que confiar, alguna persona que te regale alguna frase agradable. Vivir todos los días sin esperar nada bueno, y soportando miradas de indiferencia, desconfianza e incluso hostilidad, no debe ser nada fácil.

Desafortunadamente, en estos casos, la única esperanza que se tiene, es conocer a otro desventurado con quien poder aliviar esa sensación de no tener a nadie que haga algo por tí, y para quien eres importante y te sientes importante ayudando.

Con que venga mal las cosas, cualquiera puede verse como ese hombre vagando por la ciudad. Tremendo.

Nicolás Fabelo dijo...

Fue un encuentro real en el metro de Madrid. Y las palabras que dijo el hombre fueron exactamente esas: "Estoy solo, la peor enfermedad es la soledad". Creo que ni siquiera estaba pidiendo.

Cristina dijo...

Qué triste. Qué historía habrá detrás de cada una de estas personas.

Rafael Hidalgo dijo...

Me parece brutal y terriblemente cotidiano. La peor soledad es la que se pasa rodeado de gente. Tremendo.

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