sábado, 18 de enero de 2020

Las maneras de obtener un Boeing 747



Si un extraterrestre inteligente sin conocimiento previo alguno de nuestro planeta se topara con un Boeing 747, barajaría dos opciones: o ha sido diseñado por una civilización inteligente o ha sido esculpido por la selección natural (un proceso que, a diferencia del anterior, requeriría mucho más tiempo: millones de años). Si el objeto no tiene capacidad reproductiva, todo apuntaría a lo primero. ¿Cómo saberlo? Constatando la inexistencia de un código genético o programación interna en sus componentes.

Otra posibilidad sería observar detenidamente su diseño. Si no hay alguna irracionalidad manifiesta, aparentemente contraria a toda lógica, cabe descartar la opción evolutiva. Porque la evolución, muy condicionada por la estructura heredada sobre la que opera, exhibe a veces ñapas que resultan funcionales pero que jamás se le ocurrirían a un ingeniero: caso del ojo -que tiene un punto ciego en el centro de la retina- o del nervio laríngeo recurrente -que hace un desvío absurdo, especialmente visible en una jirafa- de un mamífero.

Hay una explicación alternativa a esas dos: la de que ese objeto se formó de manera azarosa al pasar un torbellino por un almacén de chatarra (este argumento -utilizado por el astrofísico Fred Hoyle para ilustrar la improbabilidad de la vida- es empleado en la actualidad por los creacionistas para atacar la evolución, ignorantes del poder acumulativo de esta para ofrecer una apariencia de diseño). Se trata de una explicación improbabilísima pero no imposible. Más improbable aún, pero igualmente posible, sería que se formara el avión espontáneamente (¡ya sin necesidad de torbellinos!) por una aberración equivalente a la de obtener un millón de caras seguidas al tirar una moneda. El padre de la termodinámica, Ludwig Boltzmann, teorizó con los llamados "cerebros de Boltzmann": cerebros completos que aparecerían espontáneamente en el espacio vacío. Porque si se tiene todo el tiempo del mundo, cualquier cosa acaba pasando... Pero si estas aberraciones (un torbellino creador del Boeing, un millón de caras seguidas o un cerebro de Boltzmann) no han ocurrido en nuestro universo es porque SOLO han pasado 14 mil millones de años desde el Big Bang. Muy poco tiempo, desde luego...

En fin, que el Boeing 747 es obra de un creador inteligente que a su vez ha sido esculpido por la selección natural. Podría pues decirse que, en última instancia, es un producto de la selección natural. Al igual que memes como la creencia en Dios o el madridismo. Porque todo lo que existe ha pasado ese filtro implacable.

1 comentario:

Julio Oliva Freuding dijo...

Muy bueno, "lisensiado" Arbelo. Pero sepa usted que se está labrando el camino al averno por su impiedad. Los Boeing 747 ya estaban de un modo implícito, casi críptico, descritos en el Antiguo Testamento cuando se hace mención a los carros de fuego ( Isaas 66:15 ), luego Yahveh es el arquitecto supremo. Hay quien ha llegado a aventurar que también se nos adelantaba la serie de películas Fast & Furious, pero a mí se me antoja blasfemo. Arbelo, tema al Señor y no lo ofenda con su incredulidad, o sabrá de su poder e ira.

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