Soy un chico de Argamasilla de Alba que trabaja de administrativo en la oficina central de Budafune en Madrid. Aunque el mío es un curro poco proclive al cultivo del talento, no dejo de darle rienda suelta a mi hipercreatividad. Les juro que tengo la cabeza todo el santo día bullendo con ideas y proyectos creativos. Ya les puedo adelantar la idea genial que se me ha ocurrido para un largometraje. Tengo que trabajarme todavía el guion, pero el argumento ya está muy currado, se trata de una historia trepidante y superconmovedora. Ahí va:
Enrique es un joven monje cartujo que un día abre la puerta del monasterio a alguien que le trae recuerdos, en cuyo rostro ve algo muy familiar. Ese alguien resulta ser un transexual surcoreano maestro de taekwondo que abandonó su país hace un montón de años para aprender flamenco en Sevilla. Allí, en una capea organizada por un estilista heterosexual, es abducido por una joven cantaora ninfómana mientras esta hace punto de cruz junto a la chimenea. Se acuesta con ella en una habitación del cortijo, bajo un original de Zurbarán y la mirada atenta de una cabeza disecada de corzo, con los rayos solares entrando ya atenuados por las rendijas de las persianas entreabiertas. ¡Hermoso juego de luces y sombras! El travelo coreano la abandona al día siguiente para sumarse a las procesiones de Semana Santa de la ciudad y desaparecer en medio de la muchedumbre, todo supermisterioso con las velas encendidas, las imágenes llevadas por los costaleros y los ayes de las saetas bajo la lluvia rompiendo sobre el Guadalquivir y derramándose como culebras por los tejados de las casas. ¡Qué escena más bella! Pues la joven cantaora queda destrozada por la desaparición de su adorado coreano y abandona España con sus estampas de la Virgen de la Cabeza rumbo a Brasil, donde empieza a trabajar en un cabaré de Río y descubre que está preñada. Entonces sufre un accidente en una calle de Copacabana -se le cae una botella de aguarrás a un verticalista que estaba currando ebrio sobre un andamio- que le desfigura el rostro. Se queda sin trabajo y sin un duro y se ve obligada a malvivir en una favela de la ciudad, ayudada por una santera punkie de Bahía que le asistirá en el parto. Tiene un bebé precioso al que llaman Henrique de Carlos Jesús. Empeñada en ayudarla, la santera punkie convence a un cliente suyo, un anciano multimillonario que resulta ser Jim Morrison (su supuesta muerte fue un montaje de la CIA), para que que le pague una operación de reconstrucción de cara. La cantaora ingresa en un hospital para la operación, pero un error médico hace que no solamente le reconstruyan el careto sino que le cambien de sexo y le pongan el falo de un homeless nordestino que se había quedado dormido a la puerta del centro. Con su nueva identidad masculina, ahora bajo el nombre de Fernando Luiz, decide volver a España con su hijo de nueve años en un intento desesperado de encontrar al padre desaparecido. Y todo porque en la reciente primera comunión de Henrique de Carlos Jesús, luciendo unas ligas y una mantilla española con Jim Morrison y la santera de testigos, le había hecho esta solemne promesa al niño: "¡Volverá, tu padre volverá!". En nuestro país descubrirá, entre muchas vicisitudes, que el transexual coreano fue raptado por una secta templaria que está chantajeando al presidente del emirato de Kulistán y tiene en sus manos un expediente X muy comprometido, un gran secreto que amenaza incluso la pervivencia del propio Vaticano. Al frente de la secta hay un cyborg yonqui con acento polaco al que la cantaora recuerda haber visto en el hospital de Río en el que le cambiaron el rostro y la convirtieron en macho. Finalmente, con la ayuda de un fontanero calvo bipolar de Alcorcón y de un ama de casa histérica de Honrubia, consigue matar en plena tomatina de Buñol al cyborg lanzándole con una cerbatana un dardo envenenado en la frente. Libera entonces al travelo, que estaba escondido en el fondo del carromato de un rociero heavy fruto de una inseminación experimental con ADN de periquito. El coreano, tras asistir dos meses después al ahogamiento de Fernando Luiz con una galleta María en un concierto de Martirio, se convertirá en jainista y abandonará el país. El niño Enrique ingresa en un hospicio, de donde pasará al seminario y al monasterio en el que recibirá un día la visita de su progenitor, atormentado por la accidental muerte de un pulgón. El abrazo entre ambos termina con un cálido fundido en rojo con una canción de Juanito Valderrama (todavía no he decidido cuál). El expediente X queda sin aclarar, ¿acaso en una segunda entrega cinematográfica?...
Pasiones desbordadas, transgresión brutal, choque de sentimientos exacerbados, thriller político... Estoy pensando seriamente en pedir la excedencia en Budafune para tirarme a la piscina. A ver si tengo suerte.
Un blog personal algo abigarrado en el que se habla de física, cosmología, metafísica, ética, política, naturaleza humana, Unión Deportiva Las Palmas, inteligencia artificial, Singularidad, complejidad y un largo etcétera. Con una sección de pequeños 'Intentos literarios' y otra de sátira humorística ('Paisanaje'). Intentando ir siempre más allá del lugar común y el buenismo. Also in English: picandovoyenglish.wordpress.com
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2 comentarios:
Esa podría ser perfectamente una película española, (Almodóvar estará amarillo de envidia si lo lee). Chico, lo tuyo es el cine. El próximo año estarás en la gala de los Goya...y forrado. Ya sabes que los artistas se lo merecen todo, y entre las subvenciones y los dos o tres espectadores que vayan...¡A vivir que son dos días!.
Hola!
Cuándo la estrenes me avisas.
Siempre me gustó lo de ser actriz
El guión promete
Muy bueno
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