viernes, 27 de mayo de 2011

Después del 22-M

Conozco a gente supuestamente informada y con criterio que llegó a creer que algo importante iba a ocurrir en las urnas el pasado 22-M, que el pueblo unido acudiría en tropel a expresar con firmeza su insatisfacción con el estado político, económico y moral del país. Se equivocaron, obviamente: volvieron a cometer el incorregible error de creer que la sociedad se reduce a los círculos en que se mueven ellos.

Porque la gente que protestaba pacíficamente en las plazas españolas no representa, por desgracia, a la mayoría social. Como tampoco la representan fielmente la audiencia de la última película de Kiarostami, la de esa cosa llamada La Gaceta o la del último partido de fútbol Melilla-Alavés, solo por citar tres casos muy dispares. Lo mejor para hacerse una idea aproximada de la España real es sacar el coche del garaje y meterse en la carretera: ahí sí que tenemos un retrato relativamente certero de nuestro paisaje social y de su calidad.

Con respecto al movimiento ciudadano 15-M, no puedo estar más de acuerdo con casi todo lo que dice en su blog Alejandro Martín Navarro (además, yo no lo habría escrito mejor). Parecemos estar necesitados de utopías, de creernos cada cierto tiempo que un mundo maravilloso es posible sobre esta sufrida Tierra, que existe un sistema aún no aplicado capaz de surtir de felicidad a todos y cada uno de los integrantes de la humanidad. Cuando de lo que se trata es simplemente de asentar un orden político y socio-económico que haga posible una convivencia civilizada y una existencia materialmente digna, que a su vez permita a cada cual buscar libremente su felicidad (si acaso ese es su deseo). Es muy comprensible recelar de las utopías, porque los mayores infiernos sociales (el fascismo, el comunismo, los fundamentalismos religiosos...) han sido hijos de ellas.

2 comentarios:

Fernando dijo...

Tienes mas razón que un santo!!!

Alejandro Martín dijo...

Pues yo también estoy muy de acuerdo contigo. Un abrazo

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