martes, 21 de diciembre de 2010

Educación para una democracia sin burros... con permiso de los burros

Mi amigo Raúl me ha empujado a escribir este post al señalar repetidas veces que me limito a criticar sin proponer soluciones constructivas. Empezaré recordando que la crítica (acerba a veces) no sólo es sana para quien la practica -hay que desahogarse de vez en cuando-, sino socialmente necesaria para denunciar lo que está mal y remover las conciencias con objeto de combatirlo.

¿Soluciones?... Lo que hace falta sobre todo es educación: eso es lo más importante con diferencia. Sin una educación de calidad no hay civismo, responsabilidad social, espíritu crítico, desarrollo económico ni una democracia que se precie. Nuestro sistema educativo es muy mejorable, con planes de estudio desfasados, profesores desmotivados, desautorizados y a veces no debidamente cualificados, escasa presencia de los idiomas extranjeros, desatención de la escritura y la expresión oral, etc. Con todo, lo más grave no es eso sino el desprecio social a la educación, al esfuerzo por aprender y saber. La sociedad española actual valora más a un "periodista" de la crónica rosa que a un maestro: he aquí el drama. Por otra parte, los valores cívicos que se pretende inculcar en la escuela son desmentidos a diario por la televisión, medio de socialización mucho más fuerte, donde se vende que lo bueno es lucir un cuerpo perfecto (no aceptarse a uno mismo), tener un coche potente con el que correr mucho (no uno ecológico que gaste poco), hacerse famoso en un 'Gran Hermano' o similar (no prosperar a base de estudio y esfuerzo), resolver las desavenencias a hostias e incluso ser un poco malote/ta (no un buen chico estudioso y tímido); donde la vulgaridad, la zafiedad y el ruido tienen un espacio preferente en perjuicio del conocimiento y el análisis sosegado.

¿Y qué hacemos?... Puesto que vivimos en una democracia (afortunadamente, todo sea dicho), estamos a merced de lo que dicte la mayoría en las urnas: si ésta se desentiende de la educación y prefiere el fútbol o los Carnavales, pues habrá que fastidiarse. Si los ciudadanos consideran que no hace falta mejorar el sistema educativo porque hay cosas más importantes como la tele en alta definición, las autovías de cuatro carriles o la cobertura plena de la telefonía móvil, pues toca aguantarse. Luego no es de extrañar que esa misma mayoría no esté por la labor de afrontar decididamente la destrucción del entorno, el cambio climático, la salvaje especulación financiera o el subdesarrollo en medio mundo: lo que subyace a esa indiferencia es una enorme falla educativo-cultural, ensanchada por un egoísmo y una miopía no menos inmensas.

El problema es que muy pocos políticos van por delante de la sociedad, de modo que no acometerán ninguna mejora que no sea demandada por la gente de cuyo voto dependen. Y si los ciudadanos no están dispuestos a comportarse como votantes y consumidores responsables, poco margen queda para actuar: los grandes poderes económicos seguirán a lo suyo (ganar cada vez más dinero a toda costa) y los políticos también (beneficiarse de las prebendas del poder y hacerse de paso con un capitalito), conchabados con los anteriores y engañando/ignorando/despreciando al electorado del que se nutren. Les basta con el periódico show electoral cada cuatro años para asegurarse de que el voto del engañado/ignorado/despreciado se meta en la urna. Y entonces, ¡hasta luego, Lucas!...

Llama la atención que la burricie social haga que muchos de los votos de los más débiles vayan precisamente a los más poderosos o a aquellos que están en nómina de éstos: una inmigrante hispana limpiadora de casas en Nueva Jersey y una mamá-oso anglosajona de clase media-baja de Montana son más proclives a votar en EE.UU. a una Sarah Palin (sus homólogos aquí en España lo harían a Esperanza Aguirre) que a un político progresista, contribuyendo así a que los ricos paguen menos impuestos y los pobres (la limpiadora y la mamá-oso inclusive) se queden más desprotegidos. Con ello, el principio político de naturaleza democrática (véase interesante artículo del jurista Javier Pérez Royo) no sólo no limita -protegiendo a los ciudadanos más débiles de los excesos de los más poderosos- al principio económico de naturaleza oligárquica sino que lo refuerza. Detrás de esta estúpida conducta electoral se encuentran el apego a la tradición, el nacionalismo-tribalismo y la religión (esto más en América que en Europa), a los que recurren groseramente los políticos para pedir el voto del electorado menos informado: para la muy católica hispana y la muy episcopaliana mamá-oso, lo importante es que no entren homosexuales en el Ejército, no salga una teta en la tele o no se pueda fumar libremente marihuana; para no pocos de nuestros curritos de extrarradio, lo importante es que no se prohíban los festejos taurinos, no se permitan las bodas de gays o no venga alguien de fuera (menos aún si es de otra religión) a quitar supuestamente un puesto de trabajo a los españoles. Una población educada y bien informada es mucho menos crédula y más resistente al abrazo del nacional-tribalismo y el fanatismo religioso. Y, por supuesto, mucho más responsable y consciente de los riesgos que corremos con este modelo de crecimiento económico disparatado y absolutamente insostenible.

En suma, ¿hay algo que se pueda hacer?... Habida cuenta de todo lo expuesto, las opciones parecen limitarse a predicar en el desierto (la alienación ciudadana es tan grande como la fuerza de la tradición y de los medios de comunicación de masas) o abandonarse al cinismo. Sin embargo, hay una tercera vía: la de intentar vivir de una manera austera y responsable en nuestro entorno, procurando depender lo menos posible del sistema (conectándose a él sólo lo necesario) y de las modas que nos impone, castigando con nuestro no-consumo/no-voto a las empresas/políticos que se comporten mal y solidarizándonos activamente (en persona y/o a través de Internet) con causas justas dentro y fuera de nuestras fronteras. Sin hacerme demasiadas ilusiones comunitarias, yo me apunto a esta tercera vía. A Albert Camus le preguntaron aviesamente una vez qué había hecho él por la humanidad, a lo que respondió con muy buen criterio: "No la he empeorado, lo cual ya es bastante".

5 comentarios:

Raulsanblog dijo...

Mi querido Nico, me alegra leer tu post de hoy, me alegra leer que en un análisis crítico, se puede optar por el análisis crítico constructivo, yo creo en ese... Siempre es más fácil tirar un muro, que levantarlo...

Coincido plenamente contigo en que la educación es uno de los pilares fundamentales del presente y, sobre todo, del futuro. Somos hoy en parte lo que somos, por la educación que hemos recibido, tanto la formal y una de las más importantes: la de nuestros progenitores...

Y sí, es cierto que el contexto de la educación en España hoy, muestra que tenemos alumnado del siglo XXI, profesores del siglo XX y recursos técnicos del siglo XIX. Por eso, hay que seguir invirtiendo y especialmente en el capital humano que formará a la sociedad del mañana. Creo, como decía un diálogo en una película argentina: "Creo en un mundo en el que los profesores vayan en Mercedes". Esto tomado desde el punto de vista que la sociedad reconozca, valore y sitúe al profesorado en el sitio que merecen.

Pero en todo esto, hay un tema fundamental y esa es la responsabilidad colectiva e individual de intentar mejorar, de transmitir a nuestro peques que es fundamental esforzarse y hacerlo muy bien... Y eso, también con nuestro ejemplo..Es fácil tirarle la pelota "solo" a los poderes públicos. Como decía Borges, "El Estado es una institución tan abstracta que es imposible asimilarla como nuestra"

Quiero también transmitirte que hay mucha, mucha gente en el ámbito de las políticas públicas que lucha por hacer las cosas bien y pensar en el futuro que merecemos y que merecen nuestros peques... Hay muchos profesorado que lucha, como nuestra querida Marta, por formar también personas, no sólo cerebros... Hay muchos padres y madres que luchan cada día por transmitir, educar y mostrar con su ejemplo que las cosas se pueden hacer bien, que las cosas se pueden hacer muy bien...

Yo sí que creo que "otro mundo es posible", yo sí que creo que entre todos y desde nuestra pequeña parcela podemos contribuir a que las cosas mejoren y cambien un poquito....

Bienvenido Nico a la crítica constructiva donde siempre me encontrarás...

Agus Alonso-G. dijo...

Pues si hoy tuviese que votar a alguien en Madrid, sería a Esperanza Aguirre. Yo vivo en un barrio periférico de clase media-baja (uno de los dos distritos en los que gana el PSOE en las municipales), y desde que está ella en el Gobierno, tenemos mejores servicios públicos.

Gracias a la visión de lo público como algo concertado con la iniciativa privada (y por tanto social, porque los individuos privados son parte de la sociedad), tenemos dos hospitales nuevos cerca (bien es verdad que comenzaron a funcionar más tarde de lo que se dijo), la red de Maetro ha mejorado muchísimo (y ese es un servicio que a quien premia es a la gente con menos recursos), y hay más conciertos educativos, que permiten que tenga la tan loable oportunidad democrática de que mis impuestos sirvan para pagar los colegios con la moral pública que yo elija para mis futuros hijos si los tengo, y no la que me elija el gobernante de turno (y por cierto que, gracias a las maravillosas reformas socialistas, son mucho más serios por regla general que los colegios públicos)...

En fin, mi querido Nico, creo que simplificas muchísimo. Porque en teoría yo no me considero liberal política ni económicamente hablando -ni de lejos-, pero si tengo que elegir lo menos malo que se me ofrece, lo tengo claro. ¿Soy un ultraderechista por ello? Ps. No tengo ningún complejo en escribir esto, como no lo tendré para mandar a freír espárragos a la señora Aguirre si lo considero oportuno.

La socialdemocracia -en la que me encuentro bastante a gusto- necesita una reforma (como de hecho en Suecia se ha llevado a cabo) o será insostenible. ¿Esperanza Aguirre es la persona indicada para hacerlo? No lo creo, pero tampoco hay otros personajes políticos que me demuestren su capacidad.

Nicolás Fabelo dijo...

Lo primero de todo, ahora espero que Raúl (o quienquiera) me diga cómo desatar este nudo gordiano: hay que hacer necesaria y urgentemente cosas (como afrontar el cambio climático) que la mayoría de la ciudadanía no quiere por ignorancia, miopía, egoísmo o lo que sea. Y la mayoría manda en una democracia... "Otro mundo es posible" es una bonita frase a la que yo cambiaría el "posible" (de verdad que no lo veo nada claro) por el "necesario ya, ¿pero cómo?"...

En segundo lugar, Agus, gracias por entrar al trapo: ya sabes que eso es lo que me pone... El debate público-privado es muy interesante. Hemos de tener en cuenta que si un privado construye un colegio o un hospital es fundamentalmente para ganar dinero (salvo que sea un improbable Vicente Ferrer): no deja de ser una actividad empresarial en la que, como en todo negocio, se intentará maximizar el beneficio prestando un servicio con unos costes lo más bajo posibles. Como bien dice mi amigo Adolfo, el dilema en España es irte a una Seguridad Social en la que eres un simple número o a un privado en el que pasas a ser una chequera de la que sacar la mayor pasta posible. La verdad es que me resulta muy preocupante que mi salud y la de mis seres queridos estén subordinadas a la cuenta de resultados de un empresario tentado a emplear personal menos cualificado y peor pagado y a aprovisionarse del proveedor más barato (que no el de más calidad). Por si alguien duda de la "superioridad" del sistema privado, ahí tenemos el modelo sanitario de EE.UU., todo un ejemplo de despilfarro e insolidaridad al servicio de los intereses de las grandes compañías médicas... Y que Obama ha querido cambiar con la oposición de tanto estúpido de clase media-baja que saldría beneficiado (la oposición de los ricos sí que la entiendo: "¿para qué pagar más impuestos por la salud de los pobres?").

Lo de elegir la educación de los hijos es ciertamente un derecho constitucional, pero puede conducir -ya ha conducido- a una indeseable segregación social. Lo bueno de la escuela pública es la mezcla de chicos de la más variada procedencia, religión y condición social: eso sí que es igualdad de oportunidades y un buen marco para el cultivo de la tolerancia. Escuela laica no tiene por qué significar escuela antirreligiosa.

El que una buena parte del voto menos informado y acaudalado vaya a la derecha populista-radical-nacionalista-confesional es un hecho cierto: se constata aquí y en todo el mundo.
Lo que a mí no me entra en la cabeza es que un mileurista con hijos en colegios públicos cada vez más deteriorados vote a una tipa (la 'Egpe') que devolverá 900 euros a quienes con una renta de hasta 50.000 euros por miembro de la unidad familiar tengan un hijo en un colegio privado. ¿Alguien (poniéndose en la piel de ese mileurista padre de familia) lo entiende?...

Nicolás Fabelo dijo...

Agus, querido CYSEA (Compañero y Sin Embargo Amigo), ahí estoy contigo: "La socialdemocracia -en la que me encuentro bastante a gusto- necesita una reforma (como de hecho en Suecia se ha llevado a cabo) o será insostenible".

Y también en que las reformas educativas en España, protagonizadas por pedagogos pseudoprogres del "segmento de ocio", han sido un bodrio infumable

Emilio dijo...

creo que expresas buenos deseos pero más que la realidad te quedas con las apariencia. A estas alturas el tema más o menos está contestado, pero por si quedase alguna duda el PSOE lleva gobernando en Andalucía 30 años ininterrumpidos y el resultado está a la vista, también en el terreno educativo.

Y hablando de educación con los gobierno de Zapatero hemos alcanzado resultados difícilmente superables en lo negativo.

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