¿Desahuciado por no pagar el alquiler?, ¿atropellado por un conductor borracho?, ¿estafado por un quinqui?, ¿problemas de erección?... Ya se sabe: el culpable es el neoliberalismo. Sí, ese perverso sistema que supuestamente ha maleado a los seres humanos, que antaño debían ser unos dechados de virtud, amor y solidaridad.
Las torres de cráneos que dejaban los mongoles a la entrada de las aldeas que saqueaban son expresivos monumentos de esa bucólica etapa preneoliberal que no tuvimos el gusto de conocer. Como tampoco llegamos a conocer las fraternas visitas de los vikingos allende sus tierras, los sacrificios humanos preneoliberales de los aztecas, los cuerpos carbonizados -con la bendición de las iglesias cristianas- de medio millón de supuestas brujas europeas, las matanzas de hugonotes, los pogromos contra los judíos, el infanticidio selectivo en Esparta, la quema de viudas hindúes en la pira... Todos ellos, sucesos de cuando el hombre era al parecer un ser bueno y virginal, no mancillado moralmente por este corruptor neoliberalismo.
Aunque aún nos quedan algunas reliquias preneoliberales, como la extirpación del clítoris y la caza de albinos en África, los crímenes de honor en Anatolia, el infanticidio femenino en China, los linchamientos comunitarios en Centroamérica, los palizones de los yanomamos a sus mujeres... O quizá me confunda, porque, ¿no serán estas también expresiones del dichoso neoliberalismo? Ahora recuerdo lo que nos dijo en el verano de 1990 un profesor tanzano de paso por Madrid (como nosotros, entonces estudiantes canarios) para asistir a un congreso mundial de Sociología: "La religión de África es el amor". Ya se ve. Díganselo a un albino tanzano.
Que nadie confunda los párrafos anteriores con una defensa del neoliberalismo, entendido como una corriente ideológica que propugna minimizar dogmáticamente la intervención estatal en la economía, encomendarse por completo a los mercados (obviando, por ejemplo, que el poder de negociación de un empresario no es el mismo que el de un empleado) y liberalizar el comercio internacional (algo que, por cierto, me parece razonable). Y mucho menos que se tome como una muestra de simpatía por quienes lo sostienen, que en su mayoría no dejan de ser -como la señora Esperanza Aguirre- unos adinerados ultraconservadores librecambistas (y, a veces, ni esto último). Pero achacarle todos nuestros males al neoliberalismo -incluso al capitalismo- supone un desconocimiento tanto de la historia de la humanidad como de nuestra propia naturaleza.
Un blog personal algo abigarrado en el que se habla de física, cosmología, metafísica, ética, política, naturaleza humana, Unión Deportiva Las Palmas, inteligencia artificial, Singularidad, complejidad y un largo etcétera. Con una sección de pequeños 'Intentos literarios' y otra de sátira humorística ('Paisanaje'). Intentando ir siempre más allá del lugar común y el buenismo. Also in English: picandovoyenglish.wordpress.com
lunes, 29 de agosto de 2011
lunes, 22 de agosto de 2011
Billar en la Wii y jugadores 'ahí fuera'
Jugando al billar en la Wii, advertí una obviedad: todos los posibles movimientos en el juego están ya programados, mediante algoritmos, por sus creadores de Nintendo. El que se manifiesten unos movimientos y no otros depende de las elecciones realizadas por los jugadores con sus mandos: o sea, de la dirección e impulso de los golpeos de las bolas.
Si dentro de la pantalla de la tele hubiese un ser consciente bidimensional observando las evoluciones sobre la mesa de billar virtual, ¿podría sospechar que detrás del movimiento de los tacos virtuales se hallan unos tipos fuera de su mundo? Unos tipos cuyas acciones dependen a su vez de lo que sucede en su realidad tetradimensional (las tres dimensiones espaciales más la temporal), en la que -tal como nos enseña la mecánica cuántica- todos los sucesos posibles están presentes de algún modo en un misterioso estado de superposición lineal que se va decantando de manera aparentemente aleatoria (¿o quizá en función de las elecciones realizadas por desconocidos jugadores con sus desconocidos mandos?).
En nuestro mundo tetradimensional, algunos individuos sí que sospechan que detrás de sus movimientos podrían estar unos tipos de fuera del mundo... ¿jugando?, ¿trabajando?, ¿cumpliendo alguna misión?... ¿Y si al final el bueno de Jámblico (pensador neoplatónico) tuviese razón y estuviéramos en un Cosmos poblado por dioses, ángeles, demonios, héroes y simples mortales ubicados en distintos niveles a cual más alejado de la mónada primordial?
Si dentro de la pantalla de la tele hubiese un ser consciente bidimensional observando las evoluciones sobre la mesa de billar virtual, ¿podría sospechar que detrás del movimiento de los tacos virtuales se hallan unos tipos fuera de su mundo? Unos tipos cuyas acciones dependen a su vez de lo que sucede en su realidad tetradimensional (las tres dimensiones espaciales más la temporal), en la que -tal como nos enseña la mecánica cuántica- todos los sucesos posibles están presentes de algún modo en un misterioso estado de superposición lineal que se va decantando de manera aparentemente aleatoria (¿o quizá en función de las elecciones realizadas por desconocidos jugadores con sus desconocidos mandos?).
En nuestro mundo tetradimensional, algunos individuos sí que sospechan que detrás de sus movimientos podrían estar unos tipos de fuera del mundo... ¿jugando?, ¿trabajando?, ¿cumpliendo alguna misión?... ¿Y si al final el bueno de Jámblico (pensador neoplatónico) tuviese razón y estuviéramos en un Cosmos poblado por dioses, ángeles, demonios, héroes y simples mortales ubicados en distintos niveles a cual más alejado de la mónada primordial?
jueves, 11 de agosto de 2011
Gamberros, multi-inculturalismo y 'siniestrona'
Los recientes sucesos en Inglaterra han permitido retratar no solo a unas hordas de jóvenes sin escrúpulos crecidos a la sombra de unos padres irresponsables y de un sistema de protección social demasiado generoso con ellos, sino también a la izquierda más simplona a la par que extrema e intolerante (la siniestrona), que quiere ver en los violentos ataques de esos chandaleros descerebrados las manos de un noble pueblo alzado contra la injusticia.
La violencia en los barrios ingleses obedece, a mi juicio, a la conjunción de cuatro factores: 1) Un salvaje consumismo alimentado desde hace décadas por los medios de comunicación de masas (desde la publicidad hasta las series para adolescentes pasando por la pura telebasura), que ha metido firmemente en la cabeza de mucha gente lo de "tanto tienes (a cualquier precio), tanto eres"; 2) Un grave deterioro de la educación y de los valores tradicionales de honradez, respeto y disciplina (algo que se garantizaba más o menos cuando la religión no era algo en retirada -¡por fortuna lo es, todo sea dicho!-, como ahora entre los occidentales); 3) Un sentimiento de humillación e inferioridad de algunos nativos pobres, perdedores de la globalización y pasto de partidos xenófobos como el British National Party (BNP) en Inglaterra o el Frente Nacional en Francia; 4) Un sentimiento de humillación e inferioridad de algunos inmigrantes o hijos de la inmigración que no han terminado de integrarse (o de ser aceptados) adecuadamente en las sociedades europeas, desgarrados internamente por el conflicto entre las leyes y costumbres de sus países de acogida y las tradiciones de sus países de origen (que suelen encadenarlos al castrante yugo del patriarcado y la religión), quienes a su vez son pasto de movimientos extremistas identitarios.
No hace falta señalar que los nativos pobres inclinados a la xenofobia y los inmigrantes humillados inclinados al extremismo identitario están llamados a colisionar más tarde o más temprano: es la tendencia natural de lo que algunos llaman multiculturalismo (término tan querido por la ya mentada siniestrona), que yo prefiero etiquetar como multi-inculturalismo para ser más exactos. Incluso los distintos grupos de inmigrantes inadaptados tienden a chocar entre sí.
Esos idiotas que salen de noche para destruir sin ton ni son no pretenden cambiar el capitalismo, sino su posición en la escala social. La sociedad de consumo les encanta. Lo único que quieren es colocarse ellos arriba del todo para pisar a los demás: quieren ser como sus idolatrados raperos, vestidos con caras ropas y zapatillas de marca, luciendo cadenas de oro, joyas y los últimos gadgets tecnológicos y pisando a fondo el acelerador de coches de lujo para fardar ante sus novias, amigos y vecinos. Lo curioso es que, a diferencia de sus homólogos en España (los que más temprano que tarde saldrán a las calles de nuestro país a hacer lo mismo), estos jóvenes disfrutan de los beneficios de un sistema de protección social todavía muy generoso -mucho más que el español, desde luego- pese a los recortes de la era Thatcher.
En fin, estas son cosas que pasan lustros después de que unos energúmenos se hayan convertido en padres y madres dentro de un sistema con tanta desigualdad social que descuida la educación sin dejar de alentar la competitividad, el consumismo y la más grosera ostentación. Y cuando algunos (sobre todo en la siniestrona) siguen creyendo tanto en la supuesta bondad natural de los pobres por el simple hecho de serlo como en la intrínseca maldad de los ricos.
Hooligans, multi-inculturalism, and 'siniestrona'
Recent events in England have portrayed not only a ruthless hordes of young people raised in the shadow of some irresponsible parents and a social protection system too generous with them, but also a political left the most simplistic, extreme and intolerant (the siniestrona), pretending that those violent attacks by mindless rioters are the rising of a noble people against injustice.
Violence in the English suburbs is due, in my opinion, to the combination of four elements: 1) A wild consumerism fueled for decades by mass media (from advertising to TV series for teenagers going through pure junk TV), who has firmly stuck in the minds of many people this idea: "the more you own (at any price), the more you are", 2) A serious deterioration of education and traditional values of honesty, respect and discipline (which was guaranteed more or less when religion was not something in retreat- fortunately, I must say! - as now in the West), 3) A sense of humiliation and inferiority of some poor natives, losers of globalization and prone to xenophobic parties like the British National Party (BNP) in England or the Front National in France, 4) A sense of humiliation and inferiority of some immigrants (or people with immigration background) that have not been fully integrated (or accepted) in European societies, torn internally by the conflict between the laws and customs of their host countries and traditions of their origin countries (that often chain them to the emasculating yoke of patriarchy and religion), who in turn are prone to extremist identitarian movements.
It goes without saying that poor natives prone to xenophobia and humiliated immigrants inclined to identitarian extremism are called to collide sooner or later: the natural tendency of what some people call multiculturalism (a term so dear to the siniestrona), that I prefer to label as multi-inculturalism to be more accurate. Even the various immigrant misfit groups tend to collide one to another.
These idiots who go out at night to loot and destroy do not intend to change capitalism, but only their position in the social scale. They really do love the consumer society. All they want is to place themselves above all to step on others: they want to be like their idolized rappers, dressed in expensive clothes and branded shoes, wearing gold chains, jewelry and the latest gadgets and stepping on the accelerator of luxury cars to show off in front of their girlfriends, friends and neighbours. Curiously, unlike their counterparts in Spain (that sooner or later will hit the streets of our country to do so), these young people enjoy the benefits of a still very generous social protection system -much more than the Spanish, of course- despite the cuts of Thatcher's era.
In short, these are things that happen decades after some hooligans have become parents within a system with a high social inequality that neglects education at the same time of encouraging competition, consumerism, and the rudest ostentation. And when some (especially in the siniestrona) still believe in both the natural goodness of the poor people (for the mere fact of being so) and the intrinsic evil of the rich.
La violencia en los barrios ingleses obedece, a mi juicio, a la conjunción de cuatro factores: 1) Un salvaje consumismo alimentado desde hace décadas por los medios de comunicación de masas (desde la publicidad hasta las series para adolescentes pasando por la pura telebasura), que ha metido firmemente en la cabeza de mucha gente lo de "tanto tienes (a cualquier precio), tanto eres"; 2) Un grave deterioro de la educación y de los valores tradicionales de honradez, respeto y disciplina (algo que se garantizaba más o menos cuando la religión no era algo en retirada -¡por fortuna lo es, todo sea dicho!-, como ahora entre los occidentales); 3) Un sentimiento de humillación e inferioridad de algunos nativos pobres, perdedores de la globalización y pasto de partidos xenófobos como el British National Party (BNP) en Inglaterra o el Frente Nacional en Francia; 4) Un sentimiento de humillación e inferioridad de algunos inmigrantes o hijos de la inmigración que no han terminado de integrarse (o de ser aceptados) adecuadamente en las sociedades europeas, desgarrados internamente por el conflicto entre las leyes y costumbres de sus países de acogida y las tradiciones de sus países de origen (que suelen encadenarlos al castrante yugo del patriarcado y la religión), quienes a su vez son pasto de movimientos extremistas identitarios.
No hace falta señalar que los nativos pobres inclinados a la xenofobia y los inmigrantes humillados inclinados al extremismo identitario están llamados a colisionar más tarde o más temprano: es la tendencia natural de lo que algunos llaman multiculturalismo (término tan querido por la ya mentada siniestrona), que yo prefiero etiquetar como multi-inculturalismo para ser más exactos. Incluso los distintos grupos de inmigrantes inadaptados tienden a chocar entre sí.
Esos idiotas que salen de noche para destruir sin ton ni son no pretenden cambiar el capitalismo, sino su posición en la escala social. La sociedad de consumo les encanta. Lo único que quieren es colocarse ellos arriba del todo para pisar a los demás: quieren ser como sus idolatrados raperos, vestidos con caras ropas y zapatillas de marca, luciendo cadenas de oro, joyas y los últimos gadgets tecnológicos y pisando a fondo el acelerador de coches de lujo para fardar ante sus novias, amigos y vecinos. Lo curioso es que, a diferencia de sus homólogos en España (los que más temprano que tarde saldrán a las calles de nuestro país a hacer lo mismo), estos jóvenes disfrutan de los beneficios de un sistema de protección social todavía muy generoso -mucho más que el español, desde luego- pese a los recortes de la era Thatcher.
En fin, estas son cosas que pasan lustros después de que unos energúmenos se hayan convertido en padres y madres dentro de un sistema con tanta desigualdad social que descuida la educación sin dejar de alentar la competitividad, el consumismo y la más grosera ostentación. Y cuando algunos (sobre todo en la siniestrona) siguen creyendo tanto en la supuesta bondad natural de los pobres por el simple hecho de serlo como en la intrínseca maldad de los ricos.
Hooligans, multi-inculturalism, and 'siniestrona'
Recent events in England have portrayed not only a ruthless hordes of young people raised in the shadow of some irresponsible parents and a social protection system too generous with them, but also a political left the most simplistic, extreme and intolerant (the siniestrona), pretending that those violent attacks by mindless rioters are the rising of a noble people against injustice.
Violence in the English suburbs is due, in my opinion, to the combination of four elements: 1) A wild consumerism fueled for decades by mass media (from advertising to TV series for teenagers going through pure junk TV), who has firmly stuck in the minds of many people this idea: "the more you own (at any price), the more you are", 2) A serious deterioration of education and traditional values of honesty, respect and discipline (which was guaranteed more or less when religion was not something in retreat- fortunately, I must say! - as now in the West), 3) A sense of humiliation and inferiority of some poor natives, losers of globalization and prone to xenophobic parties like the British National Party (BNP) in England or the Front National in France, 4) A sense of humiliation and inferiority of some immigrants (or people with immigration background) that have not been fully integrated (or accepted) in European societies, torn internally by the conflict between the laws and customs of their host countries and traditions of their origin countries (that often chain them to the emasculating yoke of patriarchy and religion), who in turn are prone to extremist identitarian movements.
It goes without saying that poor natives prone to xenophobia and humiliated immigrants inclined to identitarian extremism are called to collide sooner or later: the natural tendency of what some people call multiculturalism (a term so dear to the siniestrona), that I prefer to label as multi-inculturalism to be more accurate. Even the various immigrant misfit groups tend to collide one to another.
These idiots who go out at night to loot and destroy do not intend to change capitalism, but only their position in the social scale. They really do love the consumer society. All they want is to place themselves above all to step on others: they want to be like their idolized rappers, dressed in expensive clothes and branded shoes, wearing gold chains, jewelry and the latest gadgets and stepping on the accelerator of luxury cars to show off in front of their girlfriends, friends and neighbours. Curiously, unlike their counterparts in Spain (that sooner or later will hit the streets of our country to do so), these young people enjoy the benefits of a still very generous social protection system -much more than the Spanish, of course- despite the cuts of Thatcher's era.
In short, these are things that happen decades after some hooligans have become parents within a system with a high social inequality that neglects education at the same time of encouraging competition, consumerism, and the rudest ostentation. And when some (especially in the siniestrona) still believe in both the natural goodness of the poor people (for the mere fact of being so) and the intrinsic evil of the rich.
miércoles, 3 de agosto de 2011
¿Destino: Reikiavik?
"A mí la política no me interesa"; "Soy totalmente apolítico"; "Todos los políticos son iguales"... ¿Quién no ha escuchado a menudo estas necedades, propias de un país con una cultura política tan baja? Con una España al borde del colapso financiero, asediada por los especuladores y las agencias de calificación, uno se pregunta qué dice ahora esa gente que se toma la política como algo tan ajeno. Algunos seguirán instalados en su sandez. Pero, seguramente, otros muchos habrán decidido ir a votar a la derecha el 20-N creyendo, en su ignorancia, que con ello se enderezarán las cosas. Exhibirán así la misma idiotez política de quienes apoyan en EE.UU. al Tea Party, un movimiento que defiende descaradamente a los más ricos pero que se sostiene gracias a tantos estúpidos de clase media y media-baja, cristianos practicantes, bien armados y lindantes con el analfabetismo funcional.
Aquí no solo se están pagando los excesos del desmedido boom inmobiliario (todavía recuerdo en 2003 al señor de la inmobiliaria que me vendió el piso negando condescendiente que hubiese una burbuja) y del gran endeudamiento de los tiempos de vacas gordas, en los que no se dio ningún paso para cambiar nuestro poco competitivo (por culpa de nuestra burricie empresarial y laboral) modelo productivo. También estamos siendo víctimas, como en otros lugares del mundo, de las dramáticas consecuencias globales de un capitalismo de casino que amenaza con saltar por los aires y llevarse consigo todas las conquistas sociales de la democracia e incluso la democracia misma.
Si alguien pensaba que se podía ser indiferente a la política sin pagar un precio, aquí tiene las consecuencias. Corresponsables del desastre son, en alguna medida, quienes solo se preocupaban del precio de la gasolina o de la última gesta de Belén Esteban, quienes votaban a políticos corruptos e impresentables que dilapidaban alegremente el patrimonio público mientras alicataban nuestro maltratado territorio, quienes presumían de no informarse o de leer solo el Marca o el As... Y, por encima de todo, esos empresarios que no apostaron por innovar, esos políticos que no se atrevieron a reformar la Administración y las empresas públicas, esos sindicalistas que impidieron lo anterior para defender los privilegios de una casta, esos curritos que dejaron sus estudios para ponerse a trabajar en la construcción y pagarse sus coches de lujo y sus cadenas de oro...
Alguien dirá ahora que siempre pagan los mismos. Desde luego, pero no es menos cierto que también son siempre los mismos -por ejemplo, ese idiotizado populacho alemán que llevó a Hitler al poder- los que lo permiten y sostienen. Lo más inquietante es cuando se constate que el señor barbado de Pontevedra no arreglará las cosas: muchos se verán entonces tentados a dar su próximo voto a movimientos populistas declaradamente xenófobos (el PP no lo es confeso). El futuro podría ser esplendoroso para esas formaciones ultraderechistas si se siguiese oscureciendo el panorama socioeconómico.
De veras que uno intenta ser optimista, pero es que hay pocas razones para serlo. El problema de España es sobre todo cultural y educativo, y eso no se soluciona a corto o medio plazo. Islandia está arruinada. Sin embargo, a diferencia de nosotros, cuenta con un capital social muy valioso: su educada y cívica población (menos propensa a la chapuza, el pufo, la telebasura, el tarot, los paseos a la Virgen y el "a mí la política no me interesa") les permitirá salir del marasmo pronto. Yo, por si acaso, aconsejaría ir haciendo las maletas...
Aquí no solo se están pagando los excesos del desmedido boom inmobiliario (todavía recuerdo en 2003 al señor de la inmobiliaria que me vendió el piso negando condescendiente que hubiese una burbuja) y del gran endeudamiento de los tiempos de vacas gordas, en los que no se dio ningún paso para cambiar nuestro poco competitivo (por culpa de nuestra burricie empresarial y laboral) modelo productivo. También estamos siendo víctimas, como en otros lugares del mundo, de las dramáticas consecuencias globales de un capitalismo de casino que amenaza con saltar por los aires y llevarse consigo todas las conquistas sociales de la democracia e incluso la democracia misma.
Si alguien pensaba que se podía ser indiferente a la política sin pagar un precio, aquí tiene las consecuencias. Corresponsables del desastre son, en alguna medida, quienes solo se preocupaban del precio de la gasolina o de la última gesta de Belén Esteban, quienes votaban a políticos corruptos e impresentables que dilapidaban alegremente el patrimonio público mientras alicataban nuestro maltratado territorio, quienes presumían de no informarse o de leer solo el Marca o el As... Y, por encima de todo, esos empresarios que no apostaron por innovar, esos políticos que no se atrevieron a reformar la Administración y las empresas públicas, esos sindicalistas que impidieron lo anterior para defender los privilegios de una casta, esos curritos que dejaron sus estudios para ponerse a trabajar en la construcción y pagarse sus coches de lujo y sus cadenas de oro...
Alguien dirá ahora que siempre pagan los mismos. Desde luego, pero no es menos cierto que también son siempre los mismos -por ejemplo, ese idiotizado populacho alemán que llevó a Hitler al poder- los que lo permiten y sostienen. Lo más inquietante es cuando se constate que el señor barbado de Pontevedra no arreglará las cosas: muchos se verán entonces tentados a dar su próximo voto a movimientos populistas declaradamente xenófobos (el PP no lo es confeso). El futuro podría ser esplendoroso para esas formaciones ultraderechistas si se siguiese oscureciendo el panorama socioeconómico.
De veras que uno intenta ser optimista, pero es que hay pocas razones para serlo. El problema de España es sobre todo cultural y educativo, y eso no se soluciona a corto o medio plazo. Islandia está arruinada. Sin embargo, a diferencia de nosotros, cuenta con un capital social muy valioso: su educada y cívica población (menos propensa a la chapuza, el pufo, la telebasura, el tarot, los paseos a la Virgen y el "a mí la política no me interesa") les permitirá salir del marasmo pronto. Yo, por si acaso, aconsejaría ir haciendo las maletas...
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