(Dedicado a Julian Assange)
El monarca, de espaldas al telón, pronuncia otro discurso inflamado de retórica escrito por plumíferos a sueldo. Otra vez lo mismo: "nación moderna, unida y solidaria", "valores y principios que compartimos", "solidez de nuestras instituciones", bla, bla, bla... La escogida audiencia escucha entre reverente y somnolienta: unos pocos imbéciles incluso se creen lo que están escuchando. Desde sus casas, conectados a la tele, son muchos más los que se lo tragan. "¡Y qué guapo está el príncipe!". "¡Y qué vestido más mono lleva la reina!"...
Detrás del telón maniobran banqueros y siniestros neocaciques podridos de dinero, políticos hipócritas y corruptos, empresarios con chófer privado, mayordomo y dinero en paraísos fiscales que mandan a sus trabajadores al FOGASA, jueces con amistades peligrosas, leguleyos indecentes, intermediarios sin escrúpulos instalados en los arrabales del poder, brokers capaces de hacer un swap sobre sus madres, catedráticos casposos y fatuos, periodistas falsarios y de un engreimiento irrisorio, engañabobos "proactivos" y "asertivos" que se ganan la vida llamando al recreo "segmento de ocio", bufones del más variado pelaje dedicados a distraer a la chusma, 'hijos-de', 'hermanos-de', 'nietos-de' y 'otros-de' bien enchufados, chorizos infames (narcos, traficantes de personas, tratantes de armas...) convertidos en nuevos ricos, ex compañeros de pupitre y amiguetes del alma de los poderosos, 'señoras-de' multioperadas y cargadas de joyas y pellejos muertos, modelos descerebradas seducidas por chequeras potentes... Bótox, viagra, caviar y angulas de verdad (¡nada de vulgares sucedáneos!), pádel, coches de alta gama, par de golf, palco en el estadio, capeas y batidas de caza mayor, trajes a medida, cocaína de la buena, colegios de élite, putas de lujo en hoteles, costaleros VIPs en Semana Santa, abstinentes que hacen el sacrificio de comer marisco el Viernes Santo, crucifijos de oro (ya se sabe: bienaventurados los ricos porque ellos heredarán el reino de los cielos), "lo que hay que hacer es trabajar más y cobrar menos", "amáñame el concurso ese", "generamos sinergias para un monitoreo multidisciplinar de conflictos", "los calcetines dicen mucho de la clase de una persona"...
Y, mientras tanto, un montón de bobos pendientes sobre todo de las patadas a un balón del macarra semianalfabeto de turno: seres incívicos, fieles servidores de la tradición resumida en un trapo con colorines (da igual cuál de ellos), un torito atravesado por una espada (o con antorchas en los cuernos) y una estampa kitsch del santo patrón o de Jean-Claude Van Damme, indiferentes a la rapiña, la miseria ajena y la destrucción del entorno, devotos del capitalismo mientras éste les dé pan y circo. Carajillos, bollería industrial, asiento sucio en el fondo del estadio, colillas con carmín pisoteadas en el suelo, galgos ahorcados en un campo lleno de plomo, coches de alta cilindrada para fardar ante el vecino, visitas a putas baratas, lavadoras viejas tiradas al barranco, gritos de tertulianos rosas animando la cena, cadenitas de oro y tatuajes en caracteres chinos, cine B o incluso C, golpes de Thai-boxing en el gimnasio, insultos a la madre del árbitro que pita en el partido del niño, amenazas al profesor que lo suspende en el colegio público cada vez más convertido en gueto, "el trabajo, primero para los españoles", "corre por la banda derecha y pásale al negro, cabrón", "vas pisando huevos, pringao"... Hombres-niño nunca responsables de sus vidas, ignorantes por vocación y con gusto, que se creen que la democracia es un regalo; los mismos que serían utilizados como carne de cañón por los políticos hipócritas y corruptos para defender los intereses de los banqueros y siniestros neocaciques podridos de dinero y su grotesca legión de cortesanos. ¡Que viva España y la virgen del Pilar, coño! ¡¡Goooooool.....!!
Bonita imagen. Creo que en general bastante certera, con los diversos matices localistas o de clase social o de gustos personales que uno quiera poner.
ResponderEliminarMi esperanza es que también hay gente normal.
Lo que no sé es que porcentaje de la sociedad es como la describes aquí y cual es el % de seres humanos.
Me da un poco de miedo intentar responder a esta pregunta.
¿Te atreves a lanzar una aproximación?.
Jaja, ese Nico sombríoooooo.
ResponderEliminarGracias a ambos por los comentarios. Bueno, Agustín, no es que yo me ponga sombrío sino que el mundo no es 'Hello Kitty'... (nunca lo fue y ¿quizá? nunca lo será).
ResponderEliminarBien sabes, Adolfo, que yo creo en la bondad natural de mucha gente, pero también en la maldad de una minoría y, lo más importante, en la ESTUPIDEZ de un segmento significativo de la población (es una constante, da igual la época o lugar) que no me atrevo a cuantificar... La cuestión espinosa es que los malvados con mayúsculas (torturadores, asesinos de inocentes...)son generalmente psicópatas, y por tanto no "culpables" de carecer de empatía: sencillamente, no tienen alojado eso en su cerebro. Yo creo que la raíz del mal no está en Caín ni en la manzana de Eva; hay que remontarse a los orígenes de la depredación hace 2.700 millones de años... Estamos hechos de la misma pasta que el resto de los seres vivos, nuestro sino ha sido hasta anteayer "matar o morir", nosotros no pusimos las reglas de este juego (nos vinieron dadas por los genes, y hasta podríamos decir que por el big bang). O sea, que la maldad tiene una explicación biológica e incluso física... Con las constantes cosmológicas de nuestro Universo, no cabía esperar otra cosa... Menuda andanada metafísica... Más en mi próximo libro... ¡si me lo publican!
Mi querido Nico... cada vez que leo tus blogs, que son certeros, me recuerdan al tono de resentimiento y de ciudadano cabreado permanente que transmite Arturo Pérez Reverte... Y no es cuestión de vivir en los "mundos de Yuppie".... Hay un término medio...
ResponderEliminarAmigo Raúl,
ResponderEliminarGracias por seguirme (oficialmente eras mi único seguidor, jaja). Estoy preparando un post dedicado a ti en el que prometo ser menos cínico y más constructivo: no me limitaré a criticar (¡aunque hay que hacerlo, coño!)