Un caso de libro es el de las manadas sexuales. En el debate televisivo de hace unos días, el líder de Vox dijo que el 70% de los integrantes de las manadas eran extranjeros. Los verificadores de El País se lucieron con un desmentido en Twitter en cuya explicación se contradecían a sí mismos: ¡concluían que el dato correcto era del 69%! Para no quedar en ridículo, El País borró el tuit al poco tiempo (aunque demasiado tarde para impedir los pantallazos). Yo nunca votaré a una formación nacionalpopulista y ultra como Vox (ni siquiera a un partido de derechas), pero si Santiago Abascal -o el mismo Stalin- dijera que la Tierra gira en torno al Sol no seré yo quien se lo niegue.
Pues resulta que El País se quita discretamente de en medio, pero la página de verificación Newtral saca un informe en el que insiste en la falsedad del dato del 70%. Y lo hace reconociendo que el 69% son extranjeros... ¡pero solo cuando en las agresiones sexuales grupales la víctima no conoce a sus violadores! ¿Es disparatado suponer que las violaciones en manada se cometen mayoritariamente con desconocidas, porque así es más fácil salir impune? Aun así, no veo por qué la estadística tendría que ser muy diferente cuando la víctima es conocida por sus agresores (no hay datos de esto desagregados por nacionalidad). En cualquier caso, es un despropósito de Newtral relativizar las violaciones en manada de desconocidas diciendo que son solo el 4% del conjunto de todas las agresiones sexuales (20% del 20% en las que la víctima no conoce a sus agresores). Si hablamos de manadas (un tipo de violación agravada, contra la cual se han manifestado en nuestras calles miles de mujeres), ciñámonos a ellas y abstengámonos de usar torpes artimañas aritméticas para llevar el ascua a nuestra sardina.LE DAN LA RAZÓN Y LO BORRAN JAJAJAJAJAJAJA pic.twitter.com/rM8teruSWP— Guasón Spainball ✞ 📦🐸🇪🇸 (@Espball) November 4, 2019
Empecé este artículo con las manadas, pero sigamos tocando otros palos políticamente incómodos... Los datos citados por Newtral en este otro informe desmienten implícita e involuntariamente el mantra oficial del 0.01% de denuncias falsas (ese es el % de las pocas sentencias condenatorias, ya que la Fiscalía solo actúa de oficio en casos de escandalosa falsedad). Con un 33% de archivos y un 7% de absoluciones, el dato real debe ser en buena lógica muy superior. Si las denuncias falsas fueran el 10% del total (una cifra que parece razonable a tenor de los sobreseimientos libres -un 3%- y las absoluciones), la cifra multiplicaría por 1.000 la oficial indiscutible (el mantra del 0.01%). Ciertamente, ese 33% de archivos o sobreseimientos es muy inferior al 86% pregonado por Vox. La realidad parece estar en un punto intermedio entre lo que dice la ortodoxia buenista y lo que cuentan los ultraderechistas.
Lo mismo puede decirse de la sobrerrepresentación de los extranjeros en el ejercicio de la violencia de género. Sigo asombrado de que una persona inteligente y cabal intentara convencerme hace meses de que yo estaba equivocado esgrimiéndome el dato de que el 70% de los agresores a mujeres son españoles... ¡no advirtiendo que me estaba dando implícitamente la razón, ya que un colectivo que representa el 10% de la población explicaría el 30% de las agresiones!
Pasemos ahora a los menas... Un votante de Unidas Podemos que ha trabajado con menores no acompañados en Canarias me confiesa que en torno a un 30% son muy problemáticos (casi todos, magrebíes; el 99% de los subsaharianos son buenos) y que la mitad de estos (o sea, sobre un 15%) son individuos verdaderamente peligrosos. Debemos ayudar a los buenos menas a formarse e integrarse, así como poner firmes a los malos (poniéndolos en un avión de vuelta a su casa, si es posible). Lo lamentable es que, como me explica ese trabajador social, el sistema no premia a los que se portan bien y no pocas veces las deportaciones se ceban con ellos en vez de con los energúmenos.
Es verdad que la extrema derecha utiliza los datos torticeramente (metiendo en el mismo saco a todo un colectivo -inmigrantes- que mayoritariamente es gente honrada), pero flaco favor hacemos desde la izquierda retorciendo la realidad para desautorizar a xenófobos y racistas. Porque seguro que hay nativos de buena voluntad (y, no pocos de ellos, progresistas) que se sienten insultados al escuchar ciertas afirmaciones de Garzones y Colaus sobre manadas, violencia machista, menas, etc. que contradicen lo que ven en sus barrios con sus propios ojos... Y que pueden verse tentados a votar, ya solo por rabia e indignación, a nacionalistas ultras que al menos no tienen miedo al tribunal de la corrección politica.
Esa ultracorrección es la que impide a muchos afirmar (al menos en público) que hay culturas más violentas y machistas que otras, lo que hace que sus miembros sean en promedio (insisto: EN PROMEDIO) más violentos y machistas. La cultura española, por ejemplo, es menos ecologista y más tolerante con el maltrato animal que la cultura escandinava: a nuestros compatriotas (EN PROMEDIO) les preocupa menos el ecologismo y el bienestar animal que a los nórdicos. ¿Alguien se atreve a negarlo?... ¿Y alguien se atreve a negar que hay mujeres (al igual que hombres) mentirosas y malvadas?... Decir estas cosas te hace ingresar, como dice Arturo Pérez-Reverte, en el club de los fusilables: tanto por los hunos como por lxs otrxs.
Un amigo de extrema izquierda me decía ayer mismo, al discutir sobre todo esto, que ve necesario engañar a la gente nativa más sencilla porque cualquier intento de convencerlas con argumentos está condenado al fracaso. O sea, que habría que esconder verdades incómodas (habría que practicar la mentira social piadosa) para evitar que las masas trabajadoras poco ilustradas se lanzaran a la caza del diferente. Huelga añadir que opino todo lo contrario y que no se debe insultar así a la inteligencia de la gente (debe hacerse pedagogía, sin negar la realidad). Porque todo el mundo tiene su orgullo... y más vale no pisarlo si no queremos luego sorpresas muy desagradables en las urnas.
Muy interesante, Nico. Yo también soy partidario de decir siempre la verdad, por varias razones.
ResponderEliminarUna es por respeto a la inteligencia ajena. Otra, es porque nadie debe creerse autorizado a engañar al prójimo, y menos tolerable aún, es que ese engaño de hace desde una auto concedida superioridad moral.
Otra razón está en que puede conseguir el efecto contrario, como bien apuntas, al insultar al oyente. Esto también implica una perdida de credibilidad del emisor. Si me está intentando engañar en esto, probablemente también en otros temas.
Otra razón, está en que actúan como una Inquisición sin control no legitimidad, que intenta controlar incluso el avance científico, si consideran que èste es contrario a lo políticamente correcto.
Y por último, porque es un tremendo obstáculo para resolver los problemas. Para resolver un problema, debes hacer un buen diagnóstico. Si empiezas manipulando los datos, es porque consideras que la resolución de los problemas (algunos tan graves como las agresiones sexuales), está subordinado al triunfo ideológico.
Y por último, porque no me apetece vivir en una mentira.
Quizá sea efectiva la mentira, en un mundo donde la gente no tenemos tiempo ni capacidad (y las más de las veces, ni ganas), de estar correctamente informado. Pero es lógico sentir rechazo hacia quien me trata como un imbécil, a quien intenta manipular mi pensamiento, a quien se cree moral e intelectualmente superior a mí, y hacia quien me miente. Sentir repugnancia me parece de lo más natural.
! Un abrazo!
Entre el auto corrector y escribir desde el móvil, me sale un mensaje de aquella manera, espero que se entienda, je,je.
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo contigo, Adolfo. Un abrazo
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