"Afirman los impíos que el disparate es normal en la Biblioteca y que lo razonable (y aun la humilde y pura coherencia) es una casi milagrosa excepción" (Jorge Luis Borges)
Internet se asemeja algo a la biblioteca de Babel imaginada por Borges, pero sin pasillos, anaqueles ni libros de papel. ¡Qué avances en el pensamiento y la ciencia cosecharíamos si grandes genios del pasado como Demócrito, Spinoza, Newton o Einstein resucitaran y tuvieran acceso a ese vasto océano que ofrece todo el conocimiento humano a golpe de clic! Pero cualquier persona con fundamento que navegue a menudo por la red de redes sabe que sus numerosas -aunque relativamente escasas- perlas flotan en medio de un gigantesco montón de basura (consecuencia de su carácter democrático y universal, conforme al cual todo el mundo puede contribuir en igualdad de condiciones: "lo mismo un burro que un gran profesor", como reza el célebre tango). Encontrar un dato cierto o información valiosa puede ser equiparable, si no contamos con las adecuadas herramientas, a hallar una aguja en un pajar. La principal herramienta es sin duda el buen criterio, fruto de la inteligencia e instrucción de cada persona: este ha de ser cultivado en el sistema educativo, junto con el espíritu crítico, para permitir a los usuarios distinguir el grano de la paja, la verdad de la mentira.
La igualdad en el acceso es especialmente perniciosa en casos como el de Wikipedia, un proyecto enciclopédico extraordinario basado en la cooperación descentralizada que tiene en los troles y los cuñaos a sus mayores enemigos. Para preservar la calidad de sus contenidos (muy inferior en la versión española que en la mayoritaria inglesa, lo que es bastante ilustrativo del nivel cultural y científico del mundo hispano), sus contribuyentes con conocimiento y buena fe han de estar continuamente patrullando. Deshacer troleces y disparates de toda índole supone un derroche de tiempo y energía que podría destinarse a otros fines más productivos.
Por el mundo digital de comienzos del tercer milenio pululan junto a los troles otras especies que a veces se solapan con ellos y entre sí como los chiflados conspiranoicos, los magufos, los coelhistas y los analfabetos digitalizados (también hay fastidiosos especímenes no digitalizados como los analfabetos científicos, que desde sus cátedras nada inmateriales presumen tanto de su estéril erudición como de su ignorancia de todo lo ajeno a las humanidades). Pero entre los más peligrosos figuran, además de los delincuentes y los fanáticos religiosos 2.0, quienes se dedican de manera perfectamente organizada a fabricar y difundir noticias falsas con fines oscuros: ya hemos visto en el Reino Unido (con el Brexit) y en EE.UU. (con Trump) lo que pasa cuando personas poderosas con acceso a big data y buen conocimiento de las técnicas de propaganda se aprovechan de la ignorancia y estupidez de muchos congéneres para imponer su agenda política.
Una solución al problema del ruido en Internet sería su segmentación (ya es en parte un hecho), con un área de pago de calidad y otra gratuita donde se quede toda la porquería. La zona de pago estaría limpia y además eximiría a sus usuarios de soportar irritantes anuncios. Pero esto podría tener
consecuencias muy indeseables, no tanto por obligar a los usuarios a pagar (seguramente les valga la pena si se lo pueden permitir) como por excluir a personas con
pocos recursos pero inteligentes y potencialmente talentosas. Si la
Wikipedia y otros contenidos culturales de Internet se convierten en un coto privado,
¿adónde acudirán para aprender y crecer intelectualmente el chico o chica de extracción humilde, pero listo y con inquietudes, de
Karachi, Nairobi o Tegucigalpa?... El gran logro de Internet es haber puesto todo el saber humano -además de la mierda- a disposición de todo el mundo (otra cosa es que haya muchos humanos coprófagos a los que el saber les importe un pimiento).
Otra solución, a mi juicio mucho mejor, sería crear agencias independientes internacionales (preferiblemente públicas, integradas por expertos en todos los ámbitos del saber) dedicadas a calificar los contenidos con criterios objetivos de calidad. Esa labor de filtrado podría brindar un gran servicio a la sociedad, poniendo freno a las pseudociencias, la manipulación informativa, los abusos políticos y empresariales y el papanatismo (suponiendo que la gente se dejase guiar por las calificaciones, lo que yo no daría por descontado). El funcionamiento de estas agencias debería ser a su vez supervisado por otros organismos para asegurar su plena independencia y objetividad. Creo que no somos suficientemente conscientes de que el creciente desfase entre el desarrollo cientifico-tecnológico y el cultural-educativo es una grave amenaza no solo para la democracia sino para la pervivencia de nuestra civilización.
Grandes realidades bajo el prisma de adulto sabio e inteligente mas... cómo poner el collar al gato sin recibir medalla de "dictador capitalista" o epítetos aun peores y, sobretodo, sobrevivir soportando tamaña injusticia.
ResponderEliminarLa evolución camina too slow my friend for one single generation. Injusticias garantizadas mediante suele alcanzar objetivos insospechados. Algo desesperante para los más emocionalmente inteligentes de nuestra especie a lo ancho y largo de la historia.
Como ya soy "anciana" según estadísticas repito con mucha sorna la coletilla: "aquí sobramos demasiados" y me refiero a lo que acabas de escribir aunque me lo interpretan como "los viejos estamos de más". Un saludo.