viernes, 18 de marzo de 2016

Error y azar

Foto: Marcus Quigmire


El otro día mi hijo se quejaba de su mala racha con su equipo de baloncesto. Es un buen tirador, pero en el último partido no había conseguido anotar un solo punto y en los entrenamientos también le estaba fallando la suerte. Le dije que lo más importante es hacer bien el trabajo (encestar, estudiar o interpretar una ópera) y que la suerte es solo una pequeña parte -aunque, desde luego, puede ser determinante- del éxito o fracaso de cualquier empresa. Puedes tener mala suerte durante un tiempo, pero si haces bien las cosas el signo de la suerte acaba cambiando.

Y no hay nada especial ni esotérico detrás de esto: se trata de una simple cuestión estadística. Supongamos que para meter una canasta se requiere ejecutar un buen tiro y tener además cierta dosis de suerte (o, dicho de otro modo, no tener mala suerte). Es como si por cada tiro bien ejecutado tuvieras que depender luego del lanzamiento de un dado para asegurarte de su éxito: si sale un 6, lo que ocurre en el 16,66% de los casos, la has fastidiado (por ejemplo, la pelota choca ligerísimamente con el aro y acaba saliendo). Sabemos que en el mundo real es extremadamente improbable (aunque, ciertamente, ocurre a veces) que salga un 6 cuatro veces seguidas.

Por otra parte, también ocurre que un tiro mal ejecutado se transforma a veces en canasta en virtud de lo que llamamos un churro, o sea un golpe de buena suerte. Volviendo al símil anterior, es como si cada tiro mal ejecutado pudiera ser exitoso si en el posterior lanzamiento de dados te saliese un 1 dos veces seguidas, lo que ocurre en el 0,027% de los casos. Se puede ganar de churro un partido, pero no todo un campeonato de Liga en el que cuentan los resultados de muchos partidos.

En la conversación con mi hijo aproveché para sacar a colación la situación de la Unión Deportiva Las Palmas. Lo cierto es que mi equipo de fútbol llevaba jugando bien casi toda la temporada, pero con poca fortuna en cuanto a resultados. Pero el ciego azar, que no entiende de colores ni de sentimientos, acaba dándote lo que te ha quitado (y al revés, claro): tres victorias seguidas en solo ocho días nos habían sacado de los puestos de descenso y colocado en una muy buena situación para encarar el final de Liga y lograr la permanencia. El buen trabajo acaba siendo finalmente premiado... y los errores, severamente castigados (tal como le pasó a la Unión Deportiva en el último minuto del último partido contra el Real Madrid, que acabó con la imbatibilidad amarilla de tres jornadas).

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