viernes, 2 de octubre de 2015

¿Bailan los electrones? (¡A jugar!)


Hace un par de años, mi buen amigo y paisano canario José Miguel Santos me recomendó la lectura de un muy sugerente e interesante artículo: What’s the Point If We Can’t Have Fun?, del antropólogo y anarquista estadounidense David Graeber. Éste sostiene que lo que impulsa no solo a todos los seres vivos sino también a objetos inanimados autoorganizados (como un copo de nieve o un huracán) e incluso a las propias partículas elementales (como un electrón) es tan simple como jugar: se trata de un principio que regiría en todas las escalas de la realidad física, homologable al elan (o ímpetu) vital de Henri Bergson o al Wille de Schopenhauer, y que explicaría por qué un electrón gira (sencillamente, porque juega y se divierte -al igual que un copo de nieve, un gusano, un caballo o un bípedo implume-, todo un fin en sí mismo). Por eso Graeber llega a preguntarse si bailan los electrones.

Si esto fuera cierto, deberíamos tomarnos la vida de manera mucho más relajada y lúdica. Al fin y al cabo, se trata de divertirse... pero no solamente eso: sabemos que al menos en una de las escalas de ese gran juego, en el tablero donde interactuamos con nuestros congéneres humanos, los toros y los elefantes, mora la compasión. ¿Qué relación existiría entre ésta (madre de la Ética) y el elan lúdico graeberiano? Yo barrunto que la compasión debe ser, junto a la maldad, una de las hijas de este último.

1 comentario:

  1. Para tomarse la vida relajada tendríamos que dejar de creernos la realidad, triste por temerosa, que hemos "recreado".
    Yo se de una que se "reiniciaba" cada vez que se aburría y encontraba el momento adecuada para hacerlo, sin daños colaterales. Este es uno de esos momentos.

    Ácrata le llaman, ella solo juega y experimenta con dicha dinámica.

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