lunes, 30 de abril de 2012

El choque

(Fragmento de Viaje de ida)

Unos segundos antes de la embestida del coche de mis padres con el camión que había invadido su carril, sus cuerpos, desconocedores de la inminencia, debían desempeñar sus funciones con normalidad: latidos cardíacos para bombear sangre al organismo, inspiración y espiración para tomar oxígeno y despedir dióxido de carbono, digestión de alimentos y generación de heces, transporte de nutrientes a las células a través del torrente sanguíneo, actividad renal para depurar la sangre... Un segundo es apenas un suspiro para nuestra escala del tiempo, pero no deja de ser 1,855 x 10 elevado a 43 tics de Planck. En el segundo anterior al choque transcurrió una cantidad enorme de sucesos, con el consiguiente trasiego de un número inimaginable de partículas subatómicas: neutrinos fantasmales que atraviesan el cuerpo, electrones que descienden a orbitales inferiores -generando fotones entrelazados- o que son arrancados de sus átomos por partículas ionizantes, núcleos de carbono-14 que se desintegran... Hierros retorcidos, cristales astillados, neumáticos descuajeringados, órganos rotos, sangre, aceite y gasolina derramadas... Y la radio emitiendo música, sin dejar de recibir invisibles ondas que reptan por el espacio ajenas a todo bien o mal. Electrones, protones, neutrones...: todos ellos, ilesos e impasibles tras el brutal impacto del camión con el coche de mis tan queridos padres.

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