domingo, 12 de junio de 2022

El "it from bit from It by Her": una hipótesis metafísica para explicar (casi) todo



El otro día un tuitero que me sigue me instó a expresar en forma de silogismo la hipótesis (para él, absurda y ridícula) de que la mente es un ente fundamental (no emergente) que informa la realidad. Ya inquirido por él, yo le había invitado a conocer mi postura en tres versiones de extensión: una larga (mi último ensayo), una relativamente corta (una entrada en mi blog donde resumo el estado actual del debate sobre la consciencia y mi opinión al respecto) y una telegráfica ("it from bit from It by Her", inspirada en el célebre "it from bit" de Wheeler). Descartó la primera, lo cual me parece razonable, pero también la segunda esgrimiendo que era muy larga (¡una lectura de 15 minutos!) e igualmente la tercera por considerarla un burdo eslogan.

De lo que decía se desprendía que no estaba muy ducho en asuntos relacionados con la consciencia y que profesaba un cientificismo alérgico a cualquier asomo metafísico (era más hitchenista que el gran Hitchens con su navaja más afilada). También se evidenciaba un marcado prejuicio, dando por hecho que el texto sería pura verborrea: el típico tostón filosófico presuntuoso e infumable. Esto último puedo entenderlo, sabiendo cómo se las gastan no pocas lumbreras intelectuales del orbe hispánico. También admito que temiera vérselas con algún género de misticismo cuántico al estilo de Deepak Chopra: ante la sospecha de una choprada, yo sería el primero en huir como de la peste.

Pasado el asombro ante la insólita exigencia de un silogismo (¡pretende despachar el misterio de la consciencia en ese formato!) y la posterior incursión de un trol con un gif de Maradona (jaleando a su amiguete en el supuesto partido que disputaba conmigo), asumí el reto de intentar expresarlo de la manera más sucinta posible a partir de mi eslogan. Antes de seguir quisiera dejar algo claro: nunca he tenido intención de convencer a nadie (lograrlo me dejaría incluso un sabor agrio, ni siquiera agridulce). Escribo para aclararme a mí mismo y siempre como un reto personal.

Lo cierto es que la consciencia, entendida como esa mirada subjetiva al mundo que todos sentimos dentro como la cosa más segura e innegable, no ha podido ser aún explicada por la ciencia. Y lo más importante: es posible que la ciencia, nacida para explicar la cara objetiva y cuantificable de la realidad, jamás logre explicarla. Por eso tenemos derecho a recurrir a la metafísica; lo contrario sería callar, como nos invitaba a hacer Wittgenstein, algo que se opone a nuestra naturaleza curiosa e inquisitiva.

Puedes empezar a leer a partir de aquí, estimado seguidor hitchenista:

1) Lo que conocemos como realidad (it) es fruto de una computación (bit), de una poda -reductora de la incertidumbre- del espacio de posibilidades (It) expresado en la función de onda cuántica.

2) Sin consciencia (She) no hay colapso o ramificación de la función de onda cuántica: ella es la que hace la computación, iluminando la realidad (it).

Ergo:

La consciencia no puede ser un fenómeno emergente, ya que se precisa su concurso desde el mismo inicio del universo.

La consciencia ha de estar presente en todas las escalas de la realidad física (y ser consustancial a ella), incluyendo la más básica.

3) La ciencia ha probado (vía teorema de Bell) que no existe una programación local o algoritmo que determine el resultado de un suceso cuántico: que se manifieste una realidad (it) A en vez de B.

Por lo que una hipótesis sería que:

Todo agente consciente (avatar material de She) decide libremente, conforme a un margen de libertad limitado por el estado inicial del universo, las leyes físicas y las decisiones de otros agentes conscientes (otros avatares materiales de She). El sentido de esa decisión es intrínsecamente impredecible en las escalas fundamentales de la realidad. Y más o menos predecible a escala macroscópica, en la que se ensancha el espacio de posibilidades.

Elucubraciones adicionales:

Siendo el espacio de posibilidades, la función de onda cuántica y las leyes físicas (así como la computación de la que surge y conforme a la cual evoluciona un universo) productos de She.

Siendo las matemáticas y las verdades lógicas atributos de She.

Siendo tú, yo y un electrón manifestaciones materiales de She.

"Dios no juega a los dados", decía Einstein. Más bien, Dios (She) practica un juego de rol inmersivo con todos sus avatares materiales (todas las subjetividades posibles) más allá de su morada como consciencia pura en la nada.  ¿Y el problema del mal?... Quizá la consciencia pura no sabe nada del bien y del mal, que son descubiertos por She en el mundo físico.