martes, 17 de marzo de 2020

Los villanos del coronavirus


Manido cliché el de que los españoles somos un pueblo solidario que siempre está a la altura de las circunstancias. La generalización buenista se repite una y otra vez (¡a ver qué político en democracia se atreve a cantarle las cuarenta a la gente!), con múltiples variantes a cuál más ridícula. Recuerdo, por ejemplo, lo de "No son vascos, son hijos de puta" que se decía en las manifestaciones contra ETA (¿los etarras eran acaso uzbecos o moldavos?).

Los discursos de esta índole siempre enaltecen al pueblo (o a subconjuntos suyos como los médicos, los bomberos, los empresarios o los periodistas) como si este (o cualquiera de sus subconjuntos) fuera un cuerpo uniforme de ejemplares ciudadanos de bien. Pero eso no existe, no hay pueblos ni colectivos de bien: ni lo es España ni lo es EE.UU.; ni lo es Cuba ni lo es Mongolia o Yibuti... Hay españoles de bien y de mal, norteamericanos de bien y de mal, cubanos y mongoles competentes, cubanos y mongoles necios... Hay panaderos, fontaneros y periodistas decentes, que trabajan con profesionalidad. Y otros que son unos incompetentes, incluso unos redomados cabrones.

¿A qué viene todo esto? Pues a cuenta del coronavirus. No nos engañemos: entre nuestros conciudadanos hay no pocos energúmenos que solo entienden (y algunos, ni siquiera) el lenguaje de la coacción legal, la multa, la detención o el porrazo. En todos lados hay cafres, desde luego, y España no iba a ser una excepción. Claro que hay mucha gente que está dándolo todo por ayudar y sacarnos de esta pesadilla, pero también hay tiparracos y personajillos que se pasan por el forro las restricciones aprobadas por el Gobierno, inventan o propagan noticias falsas alarmantes (fearmongering), intentan robarte por Internet, opinan en redes sociales como expertos epidemiólogos siendo meros cuñaos, hacen burdo acaparamiento de productos de primera necesidad, aprovechan su coyuntural posición fiscalizadora bajo el estado de alarma para amenazarte y perdonarte la vida chuscamente...

Así pues, cuando salgas a aplaudir hoy a las 8 a los héroes del coronavirus, dedica una sonora pitada al final (al menos para tus adentros) a los que siempre y en toda ocasión no desaprovechan para jodernos la marrana a la mayoría.